Huyendo

1742 Words
ALEXANDER En cuanto subí a mi auto, comenzó a sonar mi móvil, era Logan, respondí para que no se preocupara, únicamente le dije que la reunión se posponía para otro día, y estaba por colgar cuando de lejos escuché como Tyler me gritaba “por supuesto señor” mientras Liam y Elliot se reían, ¡maldita sea!, la escucharon llamarme así, jamás se les olvidara esa estupidez. —Idiotas —espeté y colgué Me quedé pensando en que ni siquiera sé su nombre, necesito preguntarle antes de dejarla en el hospital, supuse que se encontraba dormida porque tenía la cabeza recostada sobre la parte trasera del asiento, sin embargo, no es lo que parece. ¡Por Dios! Tenía tantas ganas de besarla, además se encontraba con la boca entreabierta, simplemente se veía hermosa. —Vamos al hospital —le anuncié Jake, antes de que mis pensamientos se fueran hacia otros lugares que no quería, en ese preciso momento abrió sus hermosos ojos de golpe. —No, no, no, no, por favor al hospital, no, puedes dejarme por aquí y tomaré un taxi de regreso a mi casa —replicó. —A caso, ¿estás loca? —no podía creer lo que me estaba pidiendo esta mujer, además cuál era su problema por ir al jodido hospital, mientras antes estuviera más lejos de mí, mejor. —Puedes llamar a alguien en el camino, pero irás al hospital; no sé qué tipo de droga te dio y te aseguro que no será nada bueno, además estás muy intoxicada —mi enojo estaba llegando a un punto crítico. —Solo no me dejes en el hospital, por favor, yo... No sé exactamente lo que me dio, pero me dijo que… —se ruborizó— le rogaría que me follara —habló demasiado rápido y con lo intoxicada que estaba, apenas le entendí; ahora lo recuerdo, el bastardo se lo dijo. ¡Por todos los cielos!, tiene que ser una maldita broma. Y de repente comenzó a gemir, ¡carajo!, la droga está haciendo efecto; no sé qué hacer, no quiero follarla, bueno, si quiero, pero no en estos términos. —¡Por favor, ayúdame!, ¿por qué me siento así? —cada vez era más difícil resistirme. Recargo su cabeza en mi hombro y se acercó más a mí, parecía que trataba de resistirse al efecto de la droga, pero por más que lo intentaba, no podía. Puso una de sus manos en mi muslo, iba subiendo poco a poco, me tensé en ese momento y le detuve su mano. —¡Por favor! —me volvió a suplicar, estaba a nada de ceder; mi autocontrol, con esta chica, es imposible, mi polla parece tener vida propia. —Jake... —no necesitaba decirle a dónde dirigirse, lo supo desde mucho antes que yo hablara, al parecer se había dado cuenta de nuestra interacción en la parte trasera; subí la ventanilla, para tener más privacidad y mi autocontrol se fue al carajo. La senté a horcajadas sobre mí y se pegó a mí; la comencé a besar, me moría de ganas por probar esos labios, ella se movía contra mí para tener más fricción. Puso sus manos en mi cuello y me besaba al mismo ritmo que yo. El oír sus gemidos hacía que me pusiera cada vez más duro. Así seguimos durante algún tiempo, con besos demasiado apasionados y manoseos por todos lados. No sabía cuánto tiempo había pasado, cuando Jake me aviso que habíamos llegado. La bajé del auto cargándola, con sus piernas abrazando mi cintura. Jake me abrió la puerta y se fue, como si nada hubiera pasado. En cuanto cruzamos la puerta, la situé contra la pared, se empezó a quitar la ropa y yo hice lo mismo. Tuve que detenerla un momento, necesitaba saber su nombre, y sobre todo necesitaba subir a mi recámara. Vivo junto con los chicos, cada quien tiene su espacio, lo único que compartimos es la sala común, la cocina y el centro de operaciones, pero pueden llegar en cualquier momento y verla desnuda, por supuesto, eso jamás sucederá. Acomode mi frente contra la de ella, y jadeando le pregunté —¿Cómo te llamas? —pareció pensar un momento. —Evangeline —respondió, no es un nombre ordinario y debo admitir que me gustó. La volví a cargar, sus piernas me volvieron a abrazar la cintura y la llevé arriba, directo a mi habitación. La única ropa que le quedaba era la interior, yo aún tenía mis pantalones puestos. Me iba a besar, pero la detuve, la quería ver totalmente desnuda. —Quítatelo —obedeció al instante, ¡santo Dios! Es mejor que un jodido ángel, es una maldita diosa, tiene sus tetas redondas y sus pezones saltaron al contacto con el frío, cintura estrecha, caderas anchas y ese culo, me divertiría con él. Al parecer a ella también le gustó lo que miraba— ¿te gusta lo que ves? —movió la cabeza de arriba abajo —Sí, mucho —se volvió a ruborizar, me encanta esa inocencia, aunque sus ojos y su cuerpo me transmitían puro fuego. Lleve mis manos al botón de mi pantalón, su mirada se fue justo a donde estaban mis manos, lo desabroche y me baje todo de golpe, se pasó la lengua por sus deliciosos labios mientras miraba mi polla. —Recuéstate en la cama y abre las piernas —la quería probar, así que eso será lo primero que haga. Primero la comencé a besar, fui bajando poco a poco hasta llegar a su cuello, baje más hasta llegar a sus tetas y me quedé ahí un momento, chupándole el pezón y amasando la otra teta, con una de mis manos; seguí bajando hasta llegar a su ombligo y poco a poco, recorriendo un camino con puros besos llegué hasta su coño. Le abrí más las piernas y la empecé a besar, ya se encontraba mojada, sentí su sabor en mi lengua, quería oírla gemir más, quería oír cuánto le estaba gustando esto, puse un pulgar en su clítoris y lo empecé a frotar. —¡Oh, Dios, sí, sigue así, no te detengas! —comenzó a balancear sus caderas, colocó su mano en mi cabeza y finalmente sentí su estallido en mi boca. La acomodé para que quedara boca abajo, rompí el envoltorio del condón, me lo coloque y la penetre, fuerte y rápido, como a mí me gusta —¡ah! —gimió, estaba tan estrecha, que sentí que no podría durar mucho. Ella seguía gimiendo, hasta que sentí, que se aproximaba su segundo orgasmo —¡Ah! Más fuerte —la obedecí, y al igual que ella, mi orgasmo ya se encontraba cerca, hasta que estalle. No sé a qué hora terminamos, parece que esa droga era demasiado fuerte aunado al alcohol que ya tenía en su sistema; por eso la dejé descansar, yo también necesitaba hacerlo, puesto que tenía una reunión por la mañana y tendría que madrugar. Hasta durmiendo es hermosa, se pegó a mí, me abrazo y caí en un sueño profundo. EVANGELINE Me dolía todo mi cuerpo, parecía que me había pasado un elefante encima como unas cien veces, además tenía un dolor de cabeza espantoso. Poco a poco fui abriendo mis ojos, me daba la luz del sol en mi cara y no recordaba absolutamente nada. Cuando pude abrir por completo mis ojos, no reconocí nada, esta no era mi casa y mucho menos mi habitación, escuche como caía el agua de la ducha; no sabía quién se encontraba dentro, ni tampoco sabía cuánto tiempo llevaba ahí. Salte de la cama y comencé a vestirme, no encontraba mis bragas, así que solo me puse el sostén y enseguida el vestido, busque en mi bolso una pluma y mi celular para pedir un taxi, necesitaba una hoja de papel, pero no encontraba nada; había una pequeña mesa, me acerqué y encontré donde anotar. "No sé cómo llegué aquí, pero gracias por lo de anoche, si alguna ocasión me ves por la calle, haz de cuenta que no sucedió absolutamente nada" E Agarré mis tacones y salí huyendo de ahí, pero justo cuando iba bajando las escaleras se abrió la puerta. Entro una chica, era hermosa, tenía los ojos azules y estaba muy bien vestida, quería que me tragara la tierra, solo me suceden este tipo de cosas a mí. Quería regresar; sin embargo, tampoco podía hacerlo, ya me había visto, así que terminé de bajar el tramo de escaleras que aún me faltaba; la chica se me quedó viendo, y yo a ella, pensé que tal vez era la esposa del tipo con el que llegue anoche, ¡Dios santo! Me sentía la puta más puta de toda la historia, me quería morir; ninguna abrió la boca, hasta que ella habló. —¡Hola!, soy Em, ¿y tú eres? —anunció con una hermosa sonrisa, sentí que me quitaba un gran peso de encima cuando me dijo esas palabras, hasta que recordé que necesitaba irme lo antes posible. —Evangeline —le contesté con una media sonrisa y un poco avergonzada, parecía que quería saber más de mí, pero la corté. —Lo siento Em, pero me tengo que ir —y salí como alma que lleva el diablo. —Espera, te puedo llevar —me gritó —Gracias, pero pedí un taxi y ya me está esperando —salí de la propiedad y me subí al taxi, gracias a Dios ya estaba fuera. Em se quedó en medio de la puerta esperando a que regresara, pero no lo haría, no podía, ni siquiera recordaba al tipo con el que me había acostado, ¿por qué no podía hacerlo?, lo único que recordaba eran sus hermosos ojos, sus besos, besaba divino y su forma de follar, creo que me estoy volviendo loca. ¿Por qué rayos recordaba solo eso?, porque no mejor su cara, o su cuerpo, o su nombre. ¿Me habrá dicho su nombre?, ni siquiera lo recuerdo, ¡maldita sea!, debí dejarle mi número de teléfono. ¿Por qué le dejé esa maldita nota?, debí haber escrito mi número para que me llamara, pero... ¿Y si solo quería sexo y ya jamás quería volverse a topar conmigo?. Pensándolo bien, qué bueno, que mejor le deje la nota, no quiero parecer alguien desesperada, además ni siquiera me acuerdo de su cara, así qué, qué más da.
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