ALEXANDER
Me encontraba en el Palace con Logan, mi hermano mayor, esperando a Tyler, Liam y Elliot, en nuestra cabina privada, quedamos de vernos esa noche para tomarnos unos tragos. No me gusta estar en el área común, hay mucha gente, por eso tenemos nuestra cabina única y exclusivamente para nosotros y por lo general las chicas se nos acercan para ver en que se pueden beneficiar. No obstante, esta noche todo cambiaría.
Salí de la cabina porque necesitaba atender una llamada urgente, de negocios, por supuesto, si no, no habría contestado. Estaba de espaldas, hacia el pasillo que daba al sanitario de damas, así que vi pasar a unas cuantas chicas que me miraban, como siempre con lujuria y deseo, pero esa noche yo no buscaba nada de eso, quería pasar un tiempo con los chicos y hablar sobre algunos nuevos negocios que tenía en mente.
Cuando terminé mi llamada iba a fumar un cigarrillo, de pronto sentí como alguien chocó contra mi pecho, la escuche lloriquear y me quería reír por ser tan torpe, al parecer pensaba que había chocado contra una pared; en ese momento sentí como una de sus manos comenzó a recorrer mi pecho; me puse tenso ante el contacto, pero a la misma vez experimente una sensación diferente, puesto que todo mi cuerpo se erizó, jamás me había sentido de esa forma, ni siquiera con... bueno, no tiene ningún sentido acordarme de ella. Mis pensamientos se fueron en otra dirección; sin embargo, fue entonces cuando ella se dio cuenta de lo que en realidad era; nos quedamos viendo, estaba algo preocupado porque se había pegado en su nariz, parecía doloroso, pero al mismo tiempo estaba enojado porque se encontraba con sus manos sobre mi cuerpo; me encontraba bastante confundido por la reacción que mi cuerpo tuvo solo con el toque de una de sus manos.
No obstante, en cuanto la mire, ¡por Dios santo!, parece un maldito ángel, tiene unos ojos hermosos, sus labios son carnosos; se encontraban un poco abiertos, ya que estaba jadeando por el dolor, y eso que aún no había visto su cuerpo completo, me quedé hipnotizado ante su belleza. Se notaba que estaba avergonzada porque retiro su mano en cuanto me vio, pero nuestras miradas siguieron ahí, aunque todo se fue a la mierda cuando me llamó señor.
¿Pero qué diablos le pasa?, ¿en qué estaba pensando cuando me llamó señor?, no tengo ni una maldita cana, no tengo ni una maldita arruga, estoy en forma; la quería matar ahí mismo, aunque después me percaté que estaba un poco, más bien, se hallaba más que pasada de copas, aunque no lo suficiente porque corrigió su error al verme a la cara y me llamó guapo, le di una media sonrisa antes de que desapareciera por la escalera y me diera un último vistazo.
Tal vez si su amiga no nos hubiera interrumpido la habría besado, la habría estampado contra la pared más cercana y la habría follado o estaríamos rumbo a mi departamento y... ¿Pero qué rayos me pasa?, yo no soy de esos que se llevan a chicas borrachas; no, a mí me gusta que estén en sus cinco sentidos, que sientan todo lo que les puedo hacer sentir y ofrecer mientras las follo.
Sin embargo, no podía dejar de ver a esta chica, tenía un cuerpo delicado, pero a la vez delicioso, cuando me dio la espalda al irse, pude mirar su perfecto trasero y ese micro vestido no dejaba nada a la imaginación.
La seguí con la mirada hasta que llegó a su mesa, quería saber si venía acompañada con algún hombre, pero para mi sorpresa, solo venía con puras chicas; supongo que eran sus amigas, porque salieron a bailar todas juntas y brindaban con todas las diferentes copas que se encontraba sobre su mesa.
Necesitaba refrescarme con extrema urgencia, entonces fue cuando la vi bailar, quería sacarle los ojos a todos los tipos que la observaban con lujuria; se movía de una manera sensual, pero no vulgar, su sonrisa era contagiosa, no podía dejar de mirarla; sus movimientos eran exquisitos; la quería en mi cama, sobre mí o yo sobre ella, no importa cuál fuera el caso, pero la quería esta noche exclusivamente para mí. Ver sus perfectas tetas rebotar, darle unas cuantas nalgadas a ese perfecto culo, ¡por Dios!, necesito calmarme, la montaña sobre mis pantalones es muy notoria.
Fue entonces que empecé a echar un vistazo alrededor, la mayoría de los idiotas ahí presentes la observaba; hasta que me di cuenta de que había un tipo que la miraba con rabia y deseo a la vez, llamó a un camarero y le pidió que le entregara una bebida a ella, solo a ella, pero antes de dársela le echo algo a la bebida.
Pensé que no se tomaría lo que cualquier imbécil le ofreciera, pero para mi sorpresa, si lo hizo, ¿acaso es tonta?, que no sabe que no puede aceptar bebidas de cualquiera. Me repetí mil veces, que no era mi problema, no la conozco, y no me importa, pero tampoco podía dejar que le sucediera algo, así que hice lo impensable.
En cuanto la vi salir fuera y me di cuenta de que el tipo la seguía, yo hice lo mismo. Jake venía tras de mí, es mi chófer, guardaespaldas, o lo que necesite en el momento oportuno; él también observó lo mismo que yo y sabía hacia dónde me dirigía, así que no tenía que decirle ninguna palabra.
La busqué con la mirada, pero no la vi por ningún lado, hasta que logre visualizarla del otro lado del estacionamiento, donde para su mala suerte, no se veía ningún alma y además estaba un poco oscuro.
Camine lo más rápido posible, quería correr; sin embargo, no quería llamar la atención del bastardo. Lo tomaré desprevenido, es la mejor forma de vencer a un sujeto como él. No alcance a escuchar toda su conversación, además de que ella arrastraba las palabras un poco, no sabía si era por la droga, por el alcohol o por ambos.
Aunque cuando me encontraba más cerca, escuche lo que ella le decía; el muy idiota la había engañado el mismo día de su boda; ¡qué tragedia!, pero que lástima, por él, se notaba que quería recuperarla, no obstante, ella ya no quería nada. Mejor para mí, la dejo libre para un depredador como yo y no desaprovecharé la oportunidad de por lo menos conocerla, aunque no fuera esta noche, debido a su condición.
Y cuando le dio justo en las bolas, pensé que quizá podría huir y con eso dejar pasar, lo que estuviera pasando, pero como estaba muy drogada, parece que no le dio con la suficiente fuerza y el muy idiota la tomó por el cabello y la volvió a acorralar contra la pared, sentí como toda mi ira subía por mi cara y me le fui encima.
Como no me vio venir, le solté un puñetazo en su cara y cayó al piso, le dije a Jake que la llevara al auto y la ayudara. Quería quedarse, pero se lo impedí; esto lo acabaría yo, con mis propias manos, no suelo ensuciarme con cualquier bastardo; pero esto valdría la pena, una y mil veces, mientras, el cabrón aprovecho para levantarse.
Lo tomé por el cuello y lo azote con todas mis fuerzas contra la pared, donde hace un momento había estado ella, note su cara de dolor, pero no me importó en absoluto y hable con mi voz más gélida que nunca
—¿Así que te gusta drogar chicas hermosas y violarlas? —Puso los ojos como platos— ¿creíste que nadie se daría cuenta?, ¿pensaste que la follarías contra su voluntad y después regresaría corriendo a tus brazos, para quedarse a tu lado? —me encontraba enojado y no entendía por qué, si ni siquiera conozco a esta chica.
—¿Quién eres?, ella se casará conmigo, métete en tus propios asuntos, ella es mía —afirmo el muy bastardo y yo reí con burla.
—Según lo que yo escuché no quiere saber nada más de ti, así que aclaremos algunos cuantos puntos; primero, al engañarla, perdiste tu oportunidad de estar cerca de ella, segundo, no te importa quién soy y tercero, ella ya no es libre, ELLA.ME. PERTENECE —le recalque palabra por palabra para que lo entendiera de una buena vez— ¿comprendes?, no te lo volveré a repetir, así que déjala en paz y no la vuelvas a buscar más, si me entero de que lo sigues haciendo, no te gustaran las consecuencias Tomás Jones —entonces lo recordé, él se quedó estupefacto.
—¿Cómo sabes quién soy?, yo jamás te dije mi nombre, ¿fue ella? —le sonreí, sin ningún tipo de humor.
—No fue ella, así que no lo volveré a repetir, déjala en paz o pagarás las consecuencias muy caras, salúdame a tu padre y dile que tal vez no haga negocios con él, debido al hijo bastardo que tiene —trago saliva y se quedó quieto como el perdedor que es, le di un último puñetazo en su estómago y se tiró al suelo, quejándose y maldiciéndome.
Jake ya estaba esperándome en el auto, así que me subí y salimos inmediatamente del estacionamiento; según yo, nos dirigíamos rumbo al hospital, jamás me imagine que la noche terminaría de otra manera.