Almas gemelas

Futura cuñada

EMILY

Cuando vi bajar a la chica descalza y corriendo, no sabía qué hacer, parecía que estaba huyendo de alguien, y cuando me vio entrar tal vez pensó que era la pareja de alguno de los chicos; no sé exactamente de qué dirección venía corriendo, porque aunque los chicos comparten la casa, cada quien cuenta con su propio espacio, así que no sabía con quién había pasado la noche; al parecer estaba muy avergonzada. ¿Pero de quién huía? Le pregunté su nombre porque de verdad me intrigó y cuando se marchaba le grite que podía llevarla, porque quería conocerla. En cuanto la vi a los ojos, note algo, aunque no pude identificar qué, pero su taxi ya estaba fuera, esperándola. Me quedé por un momento ahí parada, entré a la casa y cuando vi a mi querido hermanito parado en la parte alta de la escalera con su toalla en la cintura y el cabello aún mojado, supe que huía de él; se veía molesto y desconcertado.

—¡Dios!, ¿pero que le hiciste?, ¿acaso la obligaste o algo así? —le pregunte riéndome, quería sacarle la sopa; sabía que me costaría trabajo, pero me terminaría contando. Ya había pasado mucho tiempo desde la última vez que nos acercamos para hablar de nuestros problemas.

Desde su relación fallida con... la zorra innombrable, se había vuelto cerrado, odioso, seco; ya no me abrazaba, ya no me contaba nada, siempre estaba enojado, todo le molestaba; dejó de ser el Alexander cariñoso y adorable, para convertirse en la persona más fría, cruel y calculadora que alguna vez conocí. Aunque es mi hermano, tengo que reconocer que cambió mucho.

—Cállate Em, además, ¿qué haces aquí? —no sabía que contestarle, no podía decirle lo que estaba pasando o me mataría.

—Te hice una pregunta Emily King —conocía su voz cuando estaba molesto y en este momento lo estaba y mucho, aunque no sabía si era porque yo estaba ahí o por Evangeline, aunque apostaba mi vida que era lo segundo.

—Bueno, yo también te hice una pregunta y no me has respondido —contra ataque— además, ¿quién es esa chica?, ¿por qué no la invitaste a desayunar?, es muy bonita, ¿le dijiste alguna de tus tonterías y por eso salió corriendo?, ¿la echaste? —No me sorprendería si lo hubiera hecho— ¿por qué no te has vestido?, ¿es mi futura cuñada? —Le sonreí y le alce las cejas juguetonas— y lo más importante ¿por qué de entre todos los lugares que tienes disponibles, la trajiste aquí? —me miró con sus ojos como platos.

ALEXANDER

¡Dios!, dame paciencia, con mis dedos me pellizque el tabique de la nariz, cerré los ojos y respire profundamente.

—¿Por qué tengo una hermana tan cotilla? Y no me pongas esa cara porque no te voy a decir nada, estamos —puso sus ojos en blanco— pensaste que podrías desviar la conversación, ¿no es así?, así que dime, ¿qué haces aquí? —me miró, si cree que me puede engañar está muy equivocada, ya sé a lo que viene, pero quiero que ella me lo diga, ¿acaso no sabe con quién está tratando?, o ¿de verdad piensa que no me daría cuenta de nada?

—Si tú me explicas lo que quiero saber, yo te diré lo que tú quieres saber —me miró, con la frente en alto, sabía que no hablaría, si no le daba un poco de información— y no me digas que no es nadie, te veías... desesperado cuando te diste cuenta de que se había ido, y ya sé que se llama Evangeline, así que no intentes chantajearme con solo decirme su nombre —¡maldita mocosa!, es astuta, tendré que darle otro tipo de información o no me dejará en paz— vamos a sentarnos —camine detrás de ella.

—¿Qué quieres saber? —le di carta blanca para preguntar lo que quisiera, tal vez ni yo sé la respuesta.

Cuando salí de la ducha, pensé que seguiría dormida, en mi cama, quería preguntarle muchas cosas, quería conocerla, pero cuando vi su nota sobre la mesa, la leí y salí corriendo a buscarla; sin embargo, ya era demasiado tarde, se había ido, tal vez fue lo mejor. Además, ¿por qué supuso que únicamente la quería para una noche?, aún no había terminado con ella.

—¿Por qué salió huyendo? —me sacó de mis pensamientos.

—No lo sé —y era verdad—, me dejó esta nota —se la mostré, me la quito de entre mis dedos y la leyó.

—Tal vez se arrepienta por dejarte esta nota —sonreí, porque no estaba tan seguro.

—Quizá fue lo mejor —ni yo mismo me creía esa absurda mentira, sino porque estoy ahora hablando de todo esto con mi hermana menor.

—¿De verdad supones que te creeré?, ¡por favor!, se nota que te encanta Evangeline —no lo podía negar, pero tampoco quería afirmarlo.

—¿Desde hace cuánto la conoces? Y lo más importante, ¿por qué no me habías hablado de ella? —y ahora que le digo.

—La conocí… ayer —no la miré cuando se lo dije y no tenía idea de lo que cruzaba por su mente.

—¡¿Queeeee?! ¿Estás hablando en serio? —me miró boquiabierta— ¿Dónde la conociste?, ahora entiendo por qué apenas la mencionas —se rio sarcástica, no quería contarle nada, pero a la vez quería entender por qué hice lo que hice.

—Anoche la... ayude, cuando pase por el Palace para tomar unas copas con los chicos —le explique mirándola a los ojos.

—¡Por Dios!, ¿quién eres? Y ¿qué le hiciste al todopoderoso Alexander King? —salto del sillón, gritando y alzando las manos al aire.

—¡Shhhhh!, quieres bajar la voz, acaso ¿quieres que todos se enteren? —por Dios es tan escandalosa.

—Tú jamás ayudas a nadie, ¿por qué lo hiciste? —volvió a sentarse junto a mí.

—La verdad, no lo sé, jamás en mi vida la había visto, solo quería que se encontrara a salvo —en mi cama, pensé.

—¿Por qué la trajiste aquí?, de todos los lugares que tienes y tenía que ser precisamente ¿aquí? —ni yo sabía por qué la había traído aquí.

—No lo sé —me observó y puso los ojos en blanco.

—¡Asshhh!, ¿acaso no sabes decir otra cosa que no sea? —y me remedo— no lo sé — parecía malhumorada.

—No lo sé —le volví a contestar de esa forma, para hacerla reír y funcionó, hacía tanto tiempo que no sonreía, que ya no me acordaba de la última vez que lo había hecho, también hacía mucho que no le contaba mis cosas a mi hermana; solíamos ser muy unidos. Espero que con ella, con Evangeline, todo cambie, aunque no quiera admitirlo, creo que ella puede llegar a ser algo positivo en mi vida y no quiero perderla tan pronto.

—Tal vez... —se quedó pensativa mirándome—, sea la cuñada que siempre soñé —sonrió.

—¡No!, sabes que no quiero estar nuevamente en ninguna relación con nadie —¡rayos!, ni yo mismo me entendía, por un lado, quería conocerla y que no se fuera de mi lado; pero por el otro, mi cerebro me decía que lo mejor que pudo haber hecho es irse y yo no buscarla, aunque no sé si lo logre.

—¿Sabes?, cuando la vi, pude notar algo en ella, pienso que ella es... la indicada —pero y está loca, ¿de qué demonios habla?

—¿Y ahora de que hablas? —ya sabía a lo que se refería, pero me negaba a aceptarlo.

—Ella es la indicada para ser mi, cuñada —anuncio orgullosa de su observación, me pare de golpe y me fui, tenía muchas cosas que hacer y no podía estar perdiendo el tiempo con Em y sus tonterías.

—¿Por qué te vas? —, preguntó— aún no he terminado mi interrogatorio —me gritaba mientras me seguía escaleras arriba, así que me gire de golpe.

—Tú no has terminado, pero yo sí —, espeté— y tú y yo tenemos una conversación pendiente, señorita, que no se te olvide; así que prepárate, porque ahora seguirá el mío- solo así dejo de seguirme, me di la vuelta y me fui rumbo a mi habitación.

Necesitaba concentrarme en otra cosa, como por ejemplo en la reunión que tenía dentro de una hora; necesito dejar de pensar en Evangeline, en su cuerpo, en sus ojos, en su boca, en sus gemidos, mierda, me volveré loco, quería cancelar esa reunión porque sabía que no estaría concentrado al cien; no obstante, es muy importante así que me empecé a alistar.

Solo una pregunta rondaba mi mente, ¿por qué la traje aquí?, ni siquiera a la zorra de... la traje nunca, ¿por qué a ella sí?, que tenía de especial, solo la conocía de hace cuanto ¿unas horas?, por Dios esto es ridículo.

Le llamé a Jake y le dije que estuviera listo, nos iríamos en 10 minutos.

EMILY

Por poco y me descubre, o ¿ya lo sabrá y solo me estaba poniendo a prueba para ver si le decía la verdad? De cualquier modo no desaprovecharía la oportunidad, ya me encontraba aquí, así que, qué más da. Y subí a la habitación de Tyler.