¡POV DE FABIEN!
Esto de las fiestas no va conmigo. Jamás le encontré sentido a realizar un gran banquete por la llegada de alguien, desperdiciar tanto dinero en comida, licor, arreglos y tanta vaina, para que todos se sirvan y aún así al salir vayan criticando, que faltó esto, que faltó lo otro, que aquello estaba demás. Porque así sucede, así somos los humanos, jamás nos conformamos con lo que vemos y recibimos, siempre buscamos el mínimo error para criticar.
Por eso fue que cuando volví, le pedí a mi madre no hiciera tal recibimiento por mí, era algo que no me gustaba y nunca me va a gustar. Si hoy han decidido realizar una gran fiesta para presentarnos ante la sociedad, y sobre todo por el regreso de Iker, no puedo hacer nada para impedirlo, solo tengo que bajar un par de horas, hacer presencia y ya luego me desaparezco, porque entre trasnochar en una fiesta y dormir como en mí cama, elijo lo último. No es que no me guste bailar, solo que no me gusta hacerlo tan a menudo.
Estoy casi listo cuando Iker ingresa a mi habitación y se para a mi lado frente al espejo. Está vestido exactamente igual a mí, se tira el cabello hacia el mismo lado que tengo el mío, ajusta su esmoquin —Somos muy galanes—, dice y se va.
—Espera—, lo detengo porque el infeliz se ha cortado el cabello. Que se lo haya cortado no es el problema, el problema es que lo ha cortado con el mismo corte que tengo yo —¿No había otro modelo que no fuera el que tengo yo? ¿O por qué no lo dejaste como lo tenías antes? —, frunce los labios en una media sonrisa.
—Somos gemelos, podemos vestirnos iguales, incluso peinarnos igual ¿Qué hay de malo en eso? De pequeños mamá siempre nos vestía igual, a los tres, incluso teníamos el mismo corte, no le veo ningún problema.
—Pues yo si lo veo, ya no quiero que nos vistamos igual o que nos peinemos igual, ya suficiente tengo con tener la misma cara que tú—, suelta una carcajada —Estoy hablando en serio Iker, no estoy bromeando. Ya somos dos adultos y debemos tener nuestro propio estilo—, me acerco y le alboroto el cabello —Usa tu propio estilo. No porque hayamos nacido del mismo vientre, el mismo día, hora, tenemos que siempre estar iguales. Deja de copiar mi estilo, busca el tuyo.
—No te copio nada, simplemente es la ley de los gemelos.
—No somos gemelos, somos trillizos, y si es la ley de los que nacemos juntos, entonces Emilia debería vestirse como nosotros y peinarse igual, o nosotros vestirnos como ella, y peinarnos por igual ¿Por qué no vas e intentas vestirte igual que ella y dejas de intentar imitar todo lo que hago? Te quedarían bien unos tacos y un vestido ajustado.
—No mames. Es absurda tu comparación, Emilia es mujer, nosotros somos hombres y deberíamos seguir usando el mismo estilo.
—No quiero, ya te dije que quiero tener mi propio estilo, quiero ser yo, aunque me parezca a alguien más quiero ser Fabien Lanús ¿Entendido?
—Como quieras, pero nada evitará que nos confundan esta noche, es tan divertido ver cómo la gente trata de distinguirnos y no puede—, culmina y se va arreglando el cabello a un costado—. Muevo la cabeza y suelto un suspiro, él parece infantil, no madura y cree que aún es un niño.
¡POV DE IKER!
Fabien es tan aburrido, que incluso podría aburrir a un payaso, pero a mí no logrará aburrirme, porque esta noche es mía, y tengo que estar al cien para levantarme unos cuantos culitos.
Rocío un poco de perfume sobre mi cuerpo, paso los dedos por mi cabello y una vez listo salgo de la habitación, en el pasillo encuentro a mi hermosa hermana, caray, está tan hermosa la condenada, creo que esta noche debo tener los ojos bien abiertos por si algún individuo se quiere pasar de listo con ella —No dejaste ni para las moscas.
—Para que dejar para ella, si puedo mostrarle al mundo esto.
—Mmmm—, no me gusta que sea muy coqueta.
—Deja los celos de hermano a un lado, taradito. Tarde que temprano me conseguiré un macho y tendrás que acostumbrarte a verme con él.
—Vaya, no sabía que él que tenías no era macho—, sonríe ampliamente.
—Si te contara, pero esas cosas solo las hablo con mi querida amiga, Eli.
—¿Eli? ¿Cuál Eli?
—Por favor, has venido de Inglaterra que no recuerdas a Eli Basol.
—No vengo de Inglaterra, pero si del extranjero, y no, no recuerdo a Eli Basol, aunque el apellido me suena ¿Es la hija de Jhos? —, asiente —¿Está soltera? —, inquiero mientras caminamos enganchados de los brazos.
—Si, pero no te hagas ilusiones, porque a ella no le gustan los hombres como tú.
—Mmmm, interesante, me gusta que sean difíciles—, Emilia rueda los ojos. Continuamos caminando y al llegar a las gradas nos encontramos con Fabi. Está con la mirada fija en la entrada, y creo que está justamente puesta en la joven que acaba de ingresar —¿Quién es esa hermosura? —, pregunto y Fabi me fulmina con la mirada.
—Es la hija menor de Jhos—, sonrío y no dejo de observar esos radiantes ojos que nos observan fijamente —Vamos—, dice Emilia enganchándose de ambos. Mientras vamos bajando, papá hace la presentación de nosotros y la gente aplaude. Al llegar hasta ellos nos soltamos y nos paramos a los lados, para así capturar ese momento familiar. Esta es mi familia, mi maravillosa familia Lanús, la cual amo y adoro, quienes siempre estarán por encima de cualquier otra persona.
Jhos se acerca a saludarnos, primero saluda a Emilia, luego a Fabi y al finalizar a mí. Me presenta a sus hermosas hijas y a su hijo. Solo me las presenta a mi, porque Emilia e Iker ya las conocen, pues ellos han vivido más años aquí, que yo. Aunque a la mayor si la conocía cuando éramos niños, pero a raíz de que nos fuimos de aquí no la volví a ver. Aquella semana que estuve en casa, cuando sucedió el acontecimiento con la novia de Fabien, no la vi, menos a la menor. Ambas son hermosas, pero la menor es más linda y creo que ya encontré a mi compañera de la noche.
Seguimos saludando a más personas, las cuales no dejan de resaltar el gran aparecido de los tres, aunque Emilia sea mujer, igual tiene mucho parecido, solo que su largo cabello y sus finos rasgos la hace ver diferente. Cuando al fin terminamos de saludar a los invitados me acerco a ella.
—¿Champán? —, extiendo una copa y sonríe.
—Gracias, joven… Iker—, dice y frunzo el ceño.
—¿Cómo sabes que soy Iker? —, suspira y dirige la mirada a Fabi que habla con varios hombres, supongo que de negocios. Por un instante me mira y entrecierra los ojos.
—Porque mi jefe que es su hermano, jamás se acercaría a mi, menos me brindaría un trago—, explica al lamer de los labios.
—¿Trabajas con Fabi? —, asiente y agarra otra copa, la levanta y la bebe de un solo. Su hermana se acerca, deja ambas manos en los hombros de ella y le susurra no sé que cosa al oído, luego se va sin detenerse a mirarme, giro mi rostro para verla por detrás, y vaya que tiene un rico trasero, pero es toda seria, parece que fuera…
—Es policía—, dice con una sonrisa —Por eso muestra seriedad.
—Mmmm, ya decía yo que tenía pinta de militar—, la música se enciende. Todas las parejas caminan hasta el centro de la pista. Regreso la mirada a ella y le pido bailar, acepta y le tomo de la mano para dirigirnos a la pista.
¡POV DE AMAYA!
Antes de caminar hacia la pista con Iker, miro a mi jefe. Está conversando de lo más centrado con varios hombres, y ni siquiera me regala una mirada como la que me dio al momento de llegar. «Apenas ingresaba y lo vi parado en lo alto de las gradas, nuestras miradas se conectaron e hizo revoletear mi corazón, lo volvió tan loco que el sonido del golpe subía a mi oído dejándome completamente sorda». Esa fue la única vez que me miró, después de eso hizo de cuenta que no existía, tal cual lo hace en la oficina.
Bien, pues no iba afligirme por eso, cómo dice Eli, es un idiota y no debo darle importancia. Aunque esta noche había venido decidida a deslumbrarlo, tener un mínimo acercamiento con él que no fuera laboral, conversar como dos jóvenes, conocer más cosas de él y que conocieron más de mí, que me diera la oportunidad de demostrarle que puedo hacer buen café, solo que siempre le pongo menos azúcar porque me gusta escuchar su hermosa voz, me encanta verlo molesto. Pero en vista de que no lo conseguí, que continúa ignorándome como si me odiara, desistí.
La música que bailo con Iker es muy movida. Él toma mis manos y no logra ni siquiera descontrolarme, no entiendo por qué ¿por qué siendo idéntico a él no logra hacerme sentir lo mismo? Si Fabien me rosara un tantito la mano, yo caería desmayada ante su toque, si solo su mirada me pone a volar en los pensamientos, solo saber que está en el mismo lugar que yo, me mantiene helada, nerviosa y con el corazón acelerado.
—¿Cuántos años tienes Amaya? —, Inquiere muy coqueto —¿Tienes novio? —, se acerca más a mi rostro para preguntarme. Este parece ser un mujeriego empedernido que piensa que por tener una cara bonita todas caerán rendidas ante él.
—Acabo de cumplir dieciocho, y no, no tengo novio—, digo al mirar hacia donde estaba Fabien, pero resulta que ya no está, que ha desaparecido del lugar donde mis ojos lo vieron por última vez.
El teléfono de Iker suena, se detiene para contestar y yo aprovecho para recorrer la mirada por todo el salón, incluso la elevo a lo más alto para ver si está allí, sin embargo, no aparece por ningún lado, imagino que se fue a dormir. Sería muy mal educado si se fue a meter a su habitación mientras hay cientos de invitados aquí abajo. Suelto un suspiro desilusionado —Ya vuelvo—, dice Iker y se va. Yo regreso con mis padres, y no dejo de buscar a Fabien con la mirada. Al cabo de varios minutos me levanto y salgo del salón, camino hacia la alberca y ahí lo encuentro, está parado con la mirada centrada en las lejanas luces de la ciudad y las manos guardadas en los bolsillos de su pantalón. Mi corazón va de prisa, mis piernas tiemblan y mis manos están completamente heladas. Al notar una presencia gira su cabeza y sobre el hombro me mira. Trago grueso ante esa mirada que impacta mi corazón y lo vuelve más loco de lo que ya está.
¡POV DE EMILIA!
«Había pasado toda la tarde en el salón de belleza arreglándome porque esta noche quería verme más hermosa de lo que ya soy. Compré un vestido ajustado a mi cuerpo, corto y despampanante cómo me gustan, porque a mí me gusta lucir lo que se me ha dado, no soy de las que cubre sus atributos por vergüenza a lo que digan, me vale tres hectáreas de popo lo que digan las personas, no vivo ni como por ellos, vivo mi vida como me plazca, porque es mi vida y no le permito a nadie que fisgonee en ella. Después de que mi padre hizo la presentación de sus hijos y todo ese show me alejé con Eli. Era la primera vez desde que volvimos que se realizaba una fiesta en esta casa, ya llevamos tres años aquí, y no habíamos tenido el privilegio de organizar algo como esto. No porque no pudiéramos, si no que mi padre es tan anticuado que odia la fiestas, y Fabi lo apoyaba. No entendía cómo dos hombres que están frente a una agencia de modelaje y publicidad, por la cual siempre están presentes en eventos y desfiles, no les gusten este tipo de fiestas. Quizás es por eso que no les gusta, porque están cansado de asistir a tantos eventos. En fin, son dos amargados».
Paso unos minutos hablando con Eli, poniéndonos al día en los chismes, pues ella es una mujer muy ocupada y casi ya no tiene tiempo para salir a divertirnos como antes. A pesar de que Eli muestra seriedad con los demás, ella conmigo se desata, es una loca de mierda, camuflada bajo ese imponente uniforme.
Todo iba bien hasta que aparece ese idiota en la fiesta. Ruedo los ojos al verlo ingresar, agarro una copa de champán y la bebo, le doy la espalda y camino hacia la salida, no quiero hablar con el idiota de mi ex, si ha venido por mi, que se largue por dónde vino. Voy en busca de mi guapo guardaespaldas, que por cierto no he visto desde que regresamos del salón.
Al salir recorro la mirada por todo el jardín frentero de la casa, si no está vigilando dentro debería estar a fuera. Cuando lo diviso, le veo conversando, más bien como discutiendo con un hombre, Eduany se ve algo molesto, por un segundo me mira y luego se dirige al hombre delante de él, este asiente y se va. Cuando estoy por acercarme, soy sujetada del brazo y llevada a la fuerza en la oscuridad. Ali me apega a la rocosa pared de mi casa y acerca su rostro al mío, lo empujo con ambas manos.
—¿Qué te pasa tarado? ¿Crees que puedes llegar y besarme cuando te de la gana?
—Aun estás enojada gatita.
—No me llames así—, le apunto con el dedo —¿Qué diablos haces aquí? ¿Quién te invitó?
—Vine para arreglar las cosas.
—¿¡Arreglar!? —, sonríe porque pone la cara de idiota, es que es un completo idiota, no sé cómo pudo gustarme ese estúpido, aunque después de todo no es feo, es muy guapo el infeliz, pero no soporto su inmadurez —No tenemos nada que arreglar, tú y yo terminamos y está vez es para siempre—, trato de pasar por su lado, pero vuelve agarrarme —Suéltame.
—Debemos hablar Emilia.
—¿Necesita ayuda señorita? —, pregunta Eduany. Ali le mira con odio y refuta.
—No, no necesita ayuda, porque está con su novio—, dice y Eduany me mira sobre bajo.
—¿¡De que novio hablas!? —, digo al soltarme —Tú y yo no somos nada, absolutamente nada ¿comprendes? —, doy media vuelta e intento irme, pero Ali sigue de necio y me agarra, pero en esta vez Edu interfiere empuñándole el brazo.
—Ya escuchaste. Terminaron, no quiere hablar contigo—, lo dice curvando los labios con una media sonrisa, que por cierto lo hace ver tan guapo.