Megan Taylor
Golpeo tres veces la puerta antes de escuchar la voz alta y autoritaria del otro lado de la puerta que autoriza mi entrada, la abro lentamente y encuentro a mi padre sentado en su silla, con su postura implacable y al lado está el hermano de mi madrastra que me mira con una sonrisa repugnante en los labios.
- Megan, ¿te tomaste tanto tiempo en terminar tus tareas hoy? - pregunta totalmente irritante.
Me acerco a él.
- Buenas noches, papá, bendición - digo, esperando que responda, pero no sale nada de su boca, así que decido seguir hablando. - Desafortunadamente, hoy las ventanas estaban más sucias debido al invierno, pero logré terminar buena parte, mañana, cuando regrese de la universidad, termino de limpiar el resto. - respondo.
Él me mira de una manera que no puedo explicar, nunca sé lo que piensa cuando me tiene delante de sus ojos, menos cuando no está enfadado conmigo, sin embargo lo único que si noto es la ira, ya que siempre es visible en su rostro, lo veo acomodarse en la silla.
- Ahora voy a explicarte por qué te llamé aquí. - dice.
- Claro. - digo apartando la silla para sentarme, pero me detengo a mitad de camino cuando el grito de mi padre retumba en mis oídos.
- ¡No te dije que te sentaras! - dice en tono más alterado.
Bajo la cabeza y miro mis pies, me duelen por haber estado varias horas de pie afuera de la mansión, además de que todo mi cuerpo me duele de tan cansada que estoy.
- Me quedé durante horas limpiando el exterior de la mansión, papá, estoy muy cansada y solo quería sentarme - digo en voz baja.
- ¡No me importa! - responde. - Te quedarás de pie. - concluye.
Las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos, pero las contengo con fuerza, sé que llorar frente a mi padre nunca es bueno, porque siempre dice que soy una llorona y no me parezco en nada a su hija.
- Está bien, puedes hablar. - digo sin mirarlo.
Veo a través de su sombra cómo se levanta y pone las manos en los bolsillos de su pantalón.
- Mírame cuando te esté hablando - dice.
Hago lo que me pide antes de que se acerque a mí como la última vez.
- Sí, papá. - digo.
- Estás aquí solo para que te comunique que he arreglado un buen matrimonio para ti. - responde.
Mis ojos se abren de par en par con sus palabras, ¿un buen matrimonio? ¿Qué significa eso? - pienso.
- Papá, no puedo casarme, estoy al comienzo del curso en la universidad y... - él golpea la mesa con mucha fuerza y cierro la boca asustada.
- Cállate - responde. - No opinas nada aquí, Megan, yo dije que te casarás, no pedí tu opinión, te casarás y solo te queda aceptarlo. - dice nervioso.
- Por lo visto, tu pequeñita cree que tiene autoridad para cuestionar algo, Nylo. - dice el hermano de mi madrastra, dejando a mi padre aún más nervioso.
- No es eso, pero papá... - intento cuestionar, pero él se pone delante de mí y me da una bofetada en la cara, siento el ardor en mi rostro, la fuerza fue enorme y me hizo caer al suelo, escucho la risa del hermano de mi madrastra, que parece divertirse con eso.
- Sabes que cuestionarme nunca fue una buena opción, Megan. - dice enfadado.
Ya no puedo contener las lágrimas que caen, solo las dejo fluir por mi rostro, sin poder evitarlo.
- Megan nunca aprende. - dice el idiota, sentado en su sillón mientras lleva un vaso de whisky a su boca.
- Te casarás con Liam Ricci - cuando menciona ese nombre siento como si estuviera a punto de quedar atrapada con el mismisimo diablo.
- Papá, por favor, no hagas esto. - pido prácticamente suplicando.
Liam Ricci es el CEO de una de las empresas Ricci, una de las más grandes de Estados Unidos en el mundo de las inversiones financieras, lo que se dice sobre este hombre no es bueno, es el mayor de tres hermanos, Liam no es un CEO amable, los rumores, dicen que destruye a cualquiera que se cruce en su camino, porque es un hombre sin corazón, es conocido como un león en los negocios, no escatima esfuerzos para obtener poder, incluso hay rumores de que su prometida desapareció días antes de la boda y a él ni siquiera le importó, actuó como si nada estuviera sucediendo. Me pregunto quién es lo suficientemente loco como para aceptar estar al lado de un hombre así.
- Te casarás con él, cerré un acuerdo muy bueno para nuestra familia y además nunca haces nada útil. Solo me estás dando pérdidas con esa universidad tuya, ¿no ves que eres inútil y que no lograrás nada de lo que deseas? - pregunta mi padre.
Las palabras de mi padre siempre me destrozan por dentro, pero siempre intento ignorarlas.
- Papá, puedo trabajar en la tienda de la esquina cerca de la universidad, no tendrás que pagar nada más, y si es necesario, dejaré de comer aquí, déjame trabajar afuera como ya te pedí antes, así no tendrás ningún gasto conmigo. - digo. - Pero, por favor, no me entregues a ese hombre. - imploro. Él se aleja rápidamente de mí, como si yo tuviera alguna enfermedad contagiosa.
- ¿Crees que un trabajo en la venta de esquina va a ayudar en algo, Megan? - pregunta con ironía. - He cerrado un acuerdo grandioso, tú serás parte del trato, así que aguanta tu maldito llanto y desaparece de mi vista, solo te llamé para comunicarte sobre tu matrimonio y no para pedir tu opinión. - dice.
Me levanto del suelo lentamente, sin poder contener el llanto y siento el dolor en mi rostro, pero mayor es el de mi alma, lo miro y digo:
- ¿El señor se está deshaciendo de mí vendiéndome a su familia, es eso? - pregunto.
Mi padre ni siquiera se molesta en responderme, simplemente se queda mirando algunos documentos en su escritorio, seguramente esta pila de papeles tiene más valor que yo. - pienso.
- Papá, ¿por qué me odias tanto? - pregunto. - Soy tu primera hija y me estás vendiendo como si fuera nada. Sabes de los rumores que circulan sobre Liam, él es un hombre que solo piensa en el poder, ni siquiera se preocupó por su prometida desaparecida, ¿no tienes miedo de que yo también desaparezca? - pregunto.
Mi padre simplemente mueve la cabeza en desacuerdo con mis palabras.
- Hablé con Liam, él no va a perder el tiempo desapareciendo a alguien como tú, lo único que quiere es nuestra empresa y si te obtuvo, no importa mucho. - dice mirándome con asco. - Ahora sal de mi oficina, ya he perdido suficiente tiempo contigo. - concluye.
Permanezco paralizada sólo mirando a mi padre, no puedo creer que esté haciendo esto conmigo.
- Eres realmente atrevida. - induce el hermano de mi madrastra.
- Te dije que salieras - dice mi padre con rabia, acercándose a mí, sujeta mi brazo y me arroja fuera de la oficina, cierra la puerta con fuerza y me quedo allí sola.
Me dirijo hacia mi habitación, que está en el área de los empleados de la casa y cuando entro, simplemente me arrojo a la cama. Dejo que las lágrimas me dominen, nunca pensé que mi padre tendría el coraje de hacer esto conmigo, sé que me odia, pero ¿venderme a uno de los hombres más fríos de la ciudad? Ahora veo que mi sueño de libertad se acabará, porque estoy condenada a un infierno permanente hasta que alguien me libere de esto.
Continuará...