Megan Taylor
Después de una noche entera revolcándome en la cama sin poder dormir por culpa de la noticia que recibí de mi padre, que en realidad es más bien mi verdugo, estuve mirando las estrellas por la ventana toda la noche, preguntándome por qué tengo que pasar por todo esto. ¿Por qué las cosas tienen que ser así? Cuando pienso que voy a conquistar mi libertad, el mundo me da una embestida.
Me levanto de la cama prácticamente agotada, pero no puedo quedarme aquí todo el día, tengo que ayudar con las tareas de la mansión, antes del desayuno, para que la familia perfecta pueda desayunar con una mesa bien puesta y agraciada.
Entro debajo de la ducha y me baño rápidamente, porque sé que no puedo llegar tarde y luego tengo que ir a la universidad, arreglo mi cama rápidamente y me cambio poniéndome mi ropa sencilla para después ponerme mi uniforme de la universidad.
— Ya te levantaste, querida, todavía es temprano, puedes seguir en la cama. — Amelia dice entrando en la habitación. Le sonrío medio.
— Sí, ni siquiera pude dormir. — respondo.
Ella respira profundamente y se acerca a mí.
— Me enteré ayer, cuando serví la cena, sobre la decisión de tu padre. — dice tristemente. — Quería venir a buscarte para cenar conmigo, pero tu padre me lo prohibió.
Las lágrimas empiezan a formarse en mis ojos. Pero me mantengo fuerte, debo serlo para enfrentar todo hasta encontrar una forma de vivir lo que tanto sueño.
— Era de esperarse que hiciera eso. — digo con la voz entrecortada.
— Mi pequeña. — ella me abraza y me hace sentar en la cama.
No aguanto y lloro en su regazo, porque delante de ella me permito no ocultar mis debilidades, ella siempre ha estado ahí para acariciarme el cabello hasta que deje de llorar, como siempre hacía cuando era un niña.
— Megan, no puedes quedarte así, sabes que si alguna de tus medio hermanas te ve llorando, se lo va a contar a él y... — interrumpo las palabras de Amelia.
— Mi padre me vendió, Amelia, hizo un buen acuerdo económico para la familia y aprovechó esta oportunidad para deshacerse de mí, diciendo que solo le causo pérdidas. — digo.
Ella respira profundamente. Y yo seco mis lágrimas, ese hombre horrible no merece mi sufrimiento.
— Tu padre debe estar siendo influenciado por tu madrastra, no puedo creer que cerrara un acuerdo para deshacerse de ti, si no te habría dejado escapar hace años. — dice con disgusto.
— Mi papá me odia, no importa si mi madrastra tiene o no algo que ver en esto, él lo está haciendo conscientemente y fue muy claro al respecto ayer, sin piedad para negarlo. — digo. — Él solo ama a mis medias hermanas, mientras yo siempre seré la hija despreciada de la que quería deshacerse y lo logró. - Digo con visible desprecio en mi voz.
María niega con la cabeza, sin estar de acuerdo con mis palabras.
— Tu padre está ciego, ama a tu madrastra y a tus hermanas, pero eso no significa que no te ame a ti. Sin embargo, te culpa por algo totalmente ilógico. — responde.
Sonrío ante sus palabras.
— Amelia, ayer él estuvo mirando un montón de documentos mientras hablaba conmigo, sabes que hasta un pedazo de papel tiene más valor que yo en esta casa. Además, entré a la universidad más tarde porque tuve que hacer un trato con Isabela para sacar a pasear a su perro todos los días, y aún así trabajo contigo para poder comer y muchas otras cosas más, así que por favor no digas que él me ama, ya me he acostumbrado a eso, solo no esperaba ser obligada a casarme tan joven, solo porque él quiere deshacerse de mí de esta manera. — digo.
Ella se queda callada unos minutos antes de responder,
— Quisiera poder protegerte, princesa, para que nadie te pueda hacer daño. — dice — Pero creo en la fuerza que tienes Megan, soportaste que tu padre te humillara y maltratara durante tantos años, creo que un hombre cascarrabias como el que vas a casarte no te va a derribar, siempre cree en lo mejor y recuerda que la fuerza para cambiar tu destino está dentro de ti. — dice — ¿Dónde está la Megan sonriente que siempre enfrentó los problemas de frente? — pregunta. — ¿Vas a dejarla morir ahora?
Siento mi corazón apretado por sus palabras, pero Amelia tiene razón, siempre he tenido una gran sonrisa en mi rostro, no puedo permitir que mi brillo se apague por causa de este matrimonio no deseado.
— Tienes razón, Amelia, debo pensar positivo, no puedo dejarme entristecer por esto. — digo levantándome de su regazo y secando las lágrimas que siguen cayendo.
Ella asiente con la cabeza, y luego acaricia mi rostro.
— Todo saldrá bien, querida, solo tienes que creer. — dice.
Sonrío.
— Lo aguantaré, Amelia, y cuando esté bien encaminada, si Dios quiere y sé que él lo quiere, lograré todo en la vida, porque creo que algún día encontraré la verdadera felicidad y no me importa lo que digan las personas. — digo. Ella sonríe con mi hablar, pero antes de responder somos interrumpidas por el ruido de mi estómago y acabo abriendo una media sonrisa avergonzada.
- Ah querida, vamos a tomar café, antes de que esas víboras aparezcan.
Balanceo la cabeza asintiendo.
- Solo voy a dejar mi ropa de la universidad encima de la cama, solo me llevará unos minutos. - digo haciendo un movimiento con un dedo.
Amelia se ríe de mi hablar.
- A veces pareces una niña Megan. - dice.
Antes de que podamos salir camino a la cocina de la mansión, me sorprendo al ver a Isabela entrar apresuradamente en mi habitación junto a Tiffany, por su cara parece estar completamente fuera de sí, antes de que pueda decir algo, me golpea directamente en la cara, quedo completamente paralizada por su actitud sin siquiera saber qué está pasando.
- ¿Tú crees que ganaste la lotería porque te casarás con Ricci? - pregunta irritada.
Abro la boca impactada, pero sin entender nada de lo que está hablando.
- Yo no quiero casarme con nadie, loca - me defiendo a punto de ir a por su cuello sin importarme las consecuencias. Esta zorra piensa que es mejor que yo.
Ella sonríe con ironía.
- Cuenta otra, Megan, Ricci es rico, guapo, no entiendo por qué papá quiso que te cases con él. - dice enfadada. - Escucha bien lo que voy a decirte, Megan, nunca permitiré que seas feliz con él, nunca - habla.
- No entiendo esta reacción tuya, Isabela, sabiendo muy bien que yo jamás querría casarme con nadie. - hablo.
Ella sonríe sin humor.
- Yo era quien iba a casarse con él, no tú. Es conmigo con quien sale, mi cuerpo fue el que siempre usó y le gustó, ahora papá viene y elige a una indigente como tú para ocupar un lugar que debería ser mío. - dice extremadamente fuera de sí. - Esto es un absurdo. - habla nerviosa gritando.
Ahora puedo entender a dónde quiere llegar, ya he visto a Isabela cerca de él cuando íbamos a algunas fiestas solo para mantener las apariencias, pero no pensé que hubieran llegado tan lejos.
Me detengo a pensar y una luz se enciende en mi cabeza, tal vez esta sea la solución.
- Excelente, entonces habla con papá, tú puedes casarte con él. - digo llena de esperanza.
Ella se ríe histéricamente como si hubiera dicho una gran locura.
- Papá cree que sufriría en sus manos, pero estando con un hombre como él no me importaría mucho. - habla con una sonrisa estúpida en el rostro. - Escucha lo que te digo, Megan, nunca serás feliz, haré todo lo posible para que esto termine antes de que siquiera comience. - habla nerviosa saliendo de mi habitación, seguida de Tiffany que no ha dicho nada desde que entró.
Miro a Amelia, que está completamente en shock por todo lo que escuchó, luego me mira a mí y dice,
- Ven aquí, mi querida, vamos a desayunar y olvidar a esas dos tontas.
Balanceo la cabeza asintiendo. Aun siento mi rostro arder, pero de rabia ya que la bofetada no fue muy fuerte. Si Isabela quiere tanto a Ricci, que se quede con él, porque yo solo quiero mi libertad, aparte de eso no quiero nada más.
- Megan, no dejes que las personas te quiten esa sonrisa de tu rostro, ¡jamás! - dice Amelia antes de salir de la habitación. - Yo creo en el poder del destino, y él se encarga de dar a todos el final que merecen. - habla.
Balanceo la cabeza asintiendo con ella, luego salimos y ayudo a ordenar la mansión antes de la hora de la universidad, realmente es increíble que Isabela se haya levantado solo para tomarse la molestia de decir todo aquello, por cierto, por su cara, creo que ni siquiera durmió, pero no iba a aparecer en mi habitación de madrugada para armar un escándalo, ya que su madre odia que la despierten sea quien sea, y eso incluye ella.
Antes de ir a la universidad, me enteré por el chofer de la mansión que Isabela no autorizó mi entrada al auto, dijo que iría a pie hoy, pero como no puedo ser una persona común cuando salgo a la calle, mi torturador al que llamo “padre” dejó a Amelia encargada de llamar a un auto por una aplicación, no me quejé de su decisión, las dos hacen que el ambiente sea hostil, un guardia de papá vino en un auto siguiéndome todo el tiempo, sabía que no estaría sola, aunque quisiera, al menos cuando salgo de casa voy bien vestida solo para mantener las apariencias ante la sociedad, pero agradezco eso, imagínate estar en este frío caminando como estoy con la ropa de casa, seguro me congelaría.
Siempre me pregunto por qué no les cuento a todos lo que me pasa, pero recuerdo que una vez le conté a un amiguito cuando era niña en una fiesta de la sociedad y mi papá dijo que yo era una niña y no sabía lo que decía, ese día sufrí las consecuencias. Aprendí a guardar todo eso para mí, solo una amiga mía sabe lo que paso, su nombre es Ewellin Born, ella no tiene familia ni una gran posición económica, está estudiando en la universidad porque obtuvo una beca y eso no impidió que tuviéramos una gran amistad, creo que el brillo no está en las cosas materiales, sino en lo que las personas llevan dentro de sí mismas. Bajo del auto, agradezco al conductor y camino hacia la puerta de la universidad.- Megan - Ewellin se acerca a mí cuando me ve en la puerta y me abraza.
- Hola amiga, ¿cómo estás? - pregunto sonriendo.
- Estoy bien, estaba esperando que llegarás para que entremos, llegas tarde la prueba ya debe estar por comenzar. - responde ella.
Respiro profundamente pero continúo con mi sonrisa.
- Hoy tuve que esperar porque vine en un auto de aplicación. - digo.
Ella arquea una ceja y luego abre la boca sorprendida.
- ¿Por qué te hicieron eso ahora? - pregunta y analiza mi rostro. - ¿Quién te hizo esto Megan? - pregunta.
Mis ojos se llenan de lágrimas, pero las controlo.
- Después de la prueba de la profesora te contaré lo que está sucediendo. - digo.
Ella mueve la cabeza asintiendo.
Las horas pasan rápido, y antes de irnos, empiezo a contarle a Ewellin todo lo que sucedió.
- ¡Dios mío! Ellos merecen la muerte - dice sorprendida cuando termino de contar.
Respiro con fuerza.
- No es para tanto. - digo.
Ella sonríe irónicamente.
- Imagínate, cuando pensamos que las cosas se arreglarán, descubres que te casarás con el tipo que se acuesta con tu media hermana. - dice indignada.
Me siento incómoda por lo que dice, pero no puedo negar que es verdad, creo que Isabela no mentiría al respecto.
- No me importa eso. - digo.
Ella mueve la cabeza en desacuerdo conmigo.
- Megan, no importa lo que pase, nunca aceptes que tu hermana sea la otra en la cama de tu futuro esposo. - dice con rabia en su voz.
Mi corazón se aprieta y decido cambiar de tema.
- ¿Escuchaste que él tiene la peor fama de la ciudad? - pregunto.
Ella mueve la cabeza asintiendo.
- Sí, puedo no ser rica, pero estoy bien informada. - responde. - ¿Quieres huir Megan? - pregunta y abro los ojos sorprendida.
- ¿Estás loca Ewellin? - pregunto.
- Tienes una familia horrible Megan, ahora te van a vender a un hombre horrible, que se acuesta con tu media hermana, juro que no sé qué has hecho para merecer esto, tal vez si hubieras sido criada en un orfanato como yo, hubiera sido mejor. - responde.
Mi corazón palpita en el pecho con tanta tristeza, pero tal vez mi amiga tenga razón, a veces aquellos que no tienen nuestra sangre pueden tener más amor que aquellos que sí la tienen.
- Todo saldrá bien Ewellin, no voy a huir, sabes que nunca es una buena opción. - digo. - Ya te dije lo que pasó la última vez, pero voy a estudiar y cuando esté preparada encontraré una solución para mi vida. - digo llena de esperanza.
Ella mueve la cabeza negando.
- A veces huir es la mejor opción amiga, sé que eras una niña cuando sucedió, pero debes pensarlo bien, si quieres huir estaré aquí para ayudarte, no tengo mucho, pero te daré el dinero que tengo para que te alejes lo más posible de aquí Megan, solo tienes que aceptarlo. - dice.
Muevo la cabeza asintiendo, pero sé que nunca huiría, incluso porque mi madrastra me encontraría en cualquier lugar, ella lo dijo la última vez, que si desaparecía no volvería a casa y sí a un cementerio y ni siquiera mi padre podría impedirlo.
- Está bien Ewellin, pero pensemos en las cosas positivas, no quiero que solo las negativas inunden mi mente. - digo.
Ella mueve la cabeza en desacuerdo.
- Megan, admiro mucho tu situación, y aún así tienes una alegría capaz de contagiar a todas las personas buenas a tu lado. - dice. - Creo en el poder del universo amiga, y este aún hará justicia por todo lo que has pasado en toda tu vida. - dice.
Sonrío con sus palabras, pero es verdad, nunca quiero perder mi brillo, aunque todo a mi alrededor sea oscuridad, creo en días mejores.
>> TIEMPO DESPUÉS
- Levántate estúpida - soy despertada con un balde de agua fría que me lanzan. Miro asustada y veo a Isabela mirándome con una gran sonrisa en los labios. - Levántate, hoy es el día de tu boda hermanita, el día en que deseo que seas condenada al infierno.
Me levanto asustada, pero siento que mi cuerpo tiembla de rabia y de gran tristeza al saber que mi padre realmente no retrocedió en esta locura, y hoy es el día de una boda totalmente no deseada.
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