CAÍDA CINCO Timbo oyó la voz de Dios. Con los pies desnudos golpeando el mármol frío giró alrededor de la estación del metro. “Fuera”, dijo la voz de Dios. Timbo miró hacia arriba, registró cada esquina, el techo era tan alto que al voltear la cabeza demasiado, cayó sentado de culo. “Dije, ¡Fuera!” La voz de Dios resonó por todas partes. Timbo Salió disparado y corrió unos pocos pasos y luego se escondió tras una esquina. Seguro que Dios no lo podría ver ahora. “Todavía puedo verte”, dijo Dios con una voz clara que salía de todas partes. Crujía como un mal radio, como el que su abuela solía escuchar. Timbo necesitaba obtener algunas monedas para ese día. En realidad no sabía cuántas tenía pero las tenía en su mano y podía sentir su peso. Era muy poco peso y el phuro le daría una pa