CAÍDA SEIS Diego se rascó la costra de su brazo. Casi podía oír la voz de su mamá diciéndolo que parara, pero continuó hasta hacerlas sangrar. No podía evitarlo después de haber comenzado a hacerlo. Balanceándose sobre las puntas de sus pies, esperaba en el callejón. Estaba oscuro y no podía ver un carajo, registró sus bolsillos buscando su linterna. Le tomó bastante tiempo darse cuenta que la había vendido el día anterior. La había cambiado por una línea de coca que necesitaba. Se rascó la costra por encima de la manga. ¿Dónde estaba el maldito ucraniano? El tipo era sospechoso como el carajo y no lo trataba bien, pero siempre era puntual. La puntualidad era una característica positiva rara de los buenos mafiosos. Si no llegabas a tiempo, la gente se ponía ansiosa y sacaba su pistola.