CAÍDA DIECISIETE “¿Es ella?” Dijo Tony, lamiéndose los labios, espiando hacia el cuarto. “Obviamente, está desmayada ahora, debe estar sufriendo mucho, pero no lo quiere admitir”. Héctor destacó la futilidad de todo eso con un trago de ouzo. Tony entró con alguna reticencia y se tomó un selfie con ella. Se rió cómo un chiquillo fanático grandulón. Regresó a la cocina y le mostró la foto a Héctor. Este sacudió la cabeza para negar. “¿Sabes? Podrías hacer algún dinero extra, incluso en ese estado. Conozco a gente en línea, sólo necesito hacer correr la voz y ellos morderán la carnada” Héctor se levantó y caminó hacia él. Se detuvo justo frente a su cara, asegurándose que exhalaba un aliento tibio con sabor a ouzo en su nariz. “Si vuelves a sugerir algo como esto, te cortaré las bolas