Nicholas
Estoy tan jodido, cuando la vi entrar del brazo de James estoy seguro que mi respiración se cortó por varios segundos. No podía dejar de verla y a pesar de que estaba un poco molesto por verla con él no podía dejar de pensar que se veía como una maldita maravilla.
Ese vestido era una tortura, como se amoldaba a su figura dejando ver en su escote que no llevaba nada debajo y eso sin mencionar la abertura que tenía en una de sus piernas que dejaban mi imaginación trabajando poderosamente.
Creo que sentí mi m*****o palpitar con solo verla y cuando me acerque a saludarla su exquisito aroma me embriago. Necesitaba tenerla, necesitaba sentir sus labios sobre los míos y poder comprobar la suavidad de esa piel que llevaba noches imaginando.
Sabía que estaba mal por muchas razones, pero no podía evitarlo, quería que fuera mía. Es que el día que la volví a ver no me imaginé que se había convertido en la exquisita mujer que era. Su boca, sus ojos y su increíble cuerpo me hechizaron al instante. ¿Era una locura? Si claro, no dejaba de ser la hermanita menor de mi mejor amigo. Había una enorme diferencia de edad y otras cuestiones que ella no sabía. Pero este juego de seducción que empecé fue casi sin pensarlo y ahora no puedo dejar de pensarla.
El día que la encontré borracha y la subí hasta su cama sentí cada fibra de mi ser estremecerse cuando le saqué la ropa para ponerle algo mas cómodo. Su cuerpo es jodidamente perfecto y mi erección apareció al instante. Después de acostarla debí irme, pero no pude, me acosté a su lado observándola dormir. Se veía como un ángel, todo en ella era delicado. Claro que le mentí al otro día cuando le dije que dormí en el living porque después de hacerle el chiste que dormimos juntos casi muere ahogada de los nervios.
La noche de nuestro encuentro en el pasillo de mi piso cuando fue a agradecerme por las flores que le envié, cosa que fue un impulso porque si soy honesto jamás le envió rosas a una mujer ni siquiera con las que me acuesto, me sobrepase al decirle que no se me iba a escapar tan fácilmente. Realmente no quería asustarla ni ser tan directo pero las palabras salieron solas.
Sé que no debe creer nada de lo que le digo y debe pensar que soy un mujeriego ya que tuve la mala suerte de que me encontrara con dos mujeres distintas la misma semana. Y si lo piensa tiene razón soy un mujeriego, sé que puedo tener a la mujer que quiero y no puedo cambiar lo que soy.
Pero hoy la quiero a ella, sé que pueden pensar que soy una persona horrible y que esto es un juego para mí, pero siempre me gustaron los desafíos. Y Amalia no se da cuenta que al huir de mi lo único que logra es que yo me interese más.
¿Debería parar con esto? Totalmente, llevo semanas preguntándomelo y respondiéndome que sí, pero no me la puedo sacar de la cabeza. Ocupa casi todos mis pensamientos ya sea de día o en la noche. En ocasiones me siento como un adolescente impulsivo al querer ir a verla, luego calmadamente me reprendo por eso.
Pero anoche cuando la acaricié y sentí su piel y pude ver como se estremecía ante mi tacto supe que Amalia iba a ser mi jodia perdición. Si mi teléfono no hubiera sonado estoy seguro que ya no me habría contenido de probar esos labios. Pero el momento se interrumpió y cuando me gire ella ya se había ido de la fiesta.
Ahora estoy en mi cama sabiendo que en el piso de abajo ella está sola. Y comienzo a pensar en cómo sería tenerla debajo o sobre mi gimiendo y gritando mi nombre. Mi erección palpita y llevo mi mano imaginado que es ella la que me toca, pero al cabo de un rato no es suficiente. No es ella. Asique decido darme una ducha y salir a tomar algo, quizás tenga suerte y encuentre una servicial mujer que me quite estas ganas que tengo.
Hoy recién inicia la semana y yo tengo un día imposible por delante, nunca pensé que volver de Londres iba a ser tan complicado. No estaba en mis planes hacerlo, no ahora al menos pero cuando mi padre me dijo que debía hacerme cargo del estudio porque él se iba a retirar no tuve mucha opción. Ahora no solo debo manejar las cosas acá sino también todo lo que deje allá lo cual me demanda una cantidad insana de horas.
Estoy frente a un montón de papeles sin mirar realmente a ninguno. Mi mente viaja a Amalia, esa morocha esta en mi cabeza como una foto fija y me pregunto que estará haciendo, sé que debe estar en la universidad y no sé porque pensar que algún tonto universitario se quiera propasar me exaspera. Mi instinto de hombre primitivo me supera porque quiero ser solo yo el que la toque.
Dios tengo que dejar de pensar tantas estupideces y parar esto antes que se haga más complicado porque si Thomas se llega a dar cuenta lo más leve que me puede pasar es que me mate. Quizás si evito verla y pensar en ella una semana logre quitarme esta pequeña obsesión.
Es una semana nada más puedo hacerlo, soy un hombre grande y fuerte, no puedo permitirme hacer tonterías por una chiquita de dieciocho años.
¡Pero que chiquita por dios!
Basta Nicholas piensa con la cabeza de arriba. Piensa en todas las mala consecuencias que esto podría tener en vez de estar pensado en todas las cosas malas que quieres hacerle en tu casa, en la de ella y hasta en esta jodida oficina.
¡Mierda! ¿Enserio? ¿No puedo contralar mis hormonas ahora?
Maldita Amalia por ser tan inocentemente sexy.
-Doctor Grey, tiene reunión en cinco minutos- La voz de mi secretaria me saca de mis pervertidos pensamientos.
-Anuncia que unos minutos estoy allí-Le informo.
-Por supuesto doctor, algo más?
-No eso es todo- Corto la comunicación.
Acomodo un poco mi ropa, me coloco el saco y tomo los papales que había dejado para irme a la reunión. Hoy iba a ser un día largo pensé para mí.
Pero antes de salir me repetí como un mantra una semana… una semana nada más Nicholas. Tu puedes hacerlo.
Amalia Altaman iba a volver a ser lo que nunca debió dejar de ser... la pequeña hermana de mi mejor amigo.