Julius Ricci
—Julius, esta semana llegarán los camiones de carga al muelle. Es imperativo que te ocupes personalmente de ello — le dijo Ángel.
Julius, desinteresado, respondió: — Ángel, no me entusiasma para nada el asunto de los embarques. Deberías encargarte tú, ya que tanto te gusta ese tipo de cosas.
— ¿Por qué debería hacer todo tu trabajo? Tú nunca estás al tanto de los negocios familiares, siempre detrás de esas mujeres con las que te relacionas — replicó Ángel, mientras estaba frente a su laptop. Julius lo miró de reojo con una expresión cargada de odio.
— Yo soy quien se encarga de manejar todo lo relacionado con el negocio del bar. ¿Tienes idea de cuánto dinero movemos con las mujeres que trabajan allí? — dijo Julius.
— Por supuesto que lo sé, porque soy yo quien se encarga de lavar ese dinero. Pero eso no es el punto, y lo sabes bien — respondió Ángel.
— Siento un poco de celos por la nueva chica, por Loraine. De hecho, la cambiaré de nombre la próxima semana y le haré aumentar el tamaño de los senos — añadió Julius con una sonrisa maliciosa.
— ¿Qué intenciones tienes con ella? ¿Te gusta de verdad o solo quieres divertirte como siempre? — inquirió Julius, mirando a su hermano con suspicacia.
— Eso no es asunto tuyo. Solo puedo decirte, hermanito, que con esta mujer las cosas son diferentes. Me ha causado una especie de obsesión. El simple hecho de que sea la esposa de un abogado hijo de un político me encanta. Haré que se rinda ante mí — respondió Ángel con determinación.
Julius revisaba su teléfono mientras conversaba con su hermano, y justo en ese momento recibió el video que Loraine le había enviado.
— ¿Cómo puedes decir que hay algo diferente para ti? Si siempre te has comportado de la peor manera con las mujeres — comentó Ángel con cierto recelo. Loraine no solo había captado la atención de Julius, sino también la de su hermano.
— Mira lo que acabamos de recibir — dijo Julius acercándose a Ángel y presionando el botón de reproducir en el video. Cuando Ángel empezó a ver las imágenes, desvió la mirada de inmediato.
— ¿Le pediste que se grabara teniendo relaciones sexuales con su esposo? Eres un enfermo de verdad. Además, no tenías por qué mostrármelo — recriminó Ángel.
— No puedo evitar compartir lo erótica y sumisa que es. Aunque su cuerpo no sea exactamente como me gustaría, sigue siendo muy atractiva. ¿Te imaginas cómo se vería con unos cuantos centímetros más en el trasero y en los senos? — dijo Julius, sin apartar la vista del video.
— Nunca me ha gustado hablar de las mujeres de esa manera. Es abusivo por tu parte. Pero si ella está cumpliendo tus deseos, es su problema. No quiero hablar más del tema, ni para bien ni para mal — respondió Ángel.
— ¿Estás seguro de que no quieres verla desnuda? Te va a encantar — insistió Julius.
— No, no quiero verlo — contestó Ángel, con un tono algo nervioso. La idea de que Loraine hubiera accedido a los deseos sexuales de su hermano, a pesar de sus advertencias, lo dejaba desilusionado. Sin embargo, sentía una leve curiosidad por ver cómo complacía a Julius.
— Bueno, sé que en el fondo deseas verlo. He visto cómo la miras, cómo la defendiste aquel día en el bar. Así que te lo enviaré — dijo Julius mientras compartía el video con Ángel. Este lo recibió y estuvo a punto de borrarlo, pero finalmente decidió dejarlo ahí.
Esa noche, invadido por la curiosidad, Ángel se sintió tentado a ver el video. Así que, en la intimidad de su habitación, presionó el botón de reproducir.
Al comenzar a ver a Loraine y su manera de entregarse ante la cámara, Ángel no pudo evitar imaginarla frente a él. Todos sus deseos más íntimos comenzaron a surgir en ese momento. Aunque su cuerpo reaccionaba ante aquel espectáculo, Loraine no solo despertaba un simple deseo s****l en él. En toda su vida, ninguna mujer había captado su atención de la manera en que lo estaba haciendo ella.
Sentía un fuerte impulso de satisfacer sus deseos mientras veía el ardiente video que su hermano le había compartido. Sin embargo, sus principios estaban por encima de sus instintos masculinos.
A pesar de ello, esa noche no pudo dejar de pensar en ella ni por un instante. Dando vueltas en la cama, fue incapaz de conciliar el sueño. Loraine ocupaba cada rincón de su mente, dejándolo sumido en un mar de pensamientos y emociones confusas.