Capítulo 2

2500 Words
- Es impresionante cuánto ha crecido en un año – dijo, mientras hacía muecas y caras divertidas para el bebé. - Lo sé, mi querido niño ya está creciendo. - ¿Y tú cómo te sientes, Sara? – pregunto mirándola – Sabes que puedes contar conmigo en todo, puedes dejarme cuando quieras al bodoque, yo encantada de cuidarlo. - Lo sé amiga, creo que te tomaré la palabra, encontré trabajo en la pastelería del centro y habrá veces que trabaje en la tarde y mi madre se va a esa hora. - Yo lo cuidare – volvió su mirada al bebé - ¿Verdad que si Oliver? Tú y yo nos vamos a divertir mucho. - Oye – tomó su mano – Te noto diferente – la miró – Tienes un brillo en los ojos algo diferente. - Volví a escribir – le sonrió – Supongo que ya era hora. - Me alegro Emma – le dio un beso en la mejilla – Escribir te hacia muy feliz y que lo hagas de nuevo me alegra – le sonrió – Bueno tenemos que irnos, debo ir a casa de mi madre – Emma dejó al bebé en la carriola – Te llamaré cuando quiera que lo cuides. - Claro – suspiro – Cuídate mucho, espero ir a verte pronto. Emma se quedó mirando como su mejor amiga se iba, la extrañaba tanto, pero desde que tuvo al bebé se fue de ahí y ahora la ve muy poco. Se levanta y camina con dirección a la biblioteca, quiere iniciar algo nuevo y, si, seguirá con las novelas románticas clásicas. Aunque antes tuvo que ayudarle a Carlos a limpiar y acomodar las sillas y los meses, ya que el club de lectura infantil iniciaba ese día y quería que todo estuviera perfecto. - Emma, hola. - Beni – lo miró - ¿Listo para iniciar tu club de lectura? – le sonrió. - Claro que sí – bajó la mirada un poco sonrojado - ¿Me vas a acompañar? - Creo que ya estoy vieja para estar ahí ¿no? – sonrió divertida. - Vamos, nadie lo notara – le guiño un ojo – Si quieres ir, sabes donde estaré. No era secreto que el nuevo profesor de preescolar y viejo amigo de la escuela de Emma, estaba totalmente enamorado de ella e incluso ella lo sabe, pero le ha dicho que solo lo ve como un amigo y no han intentado nada. Son solo amigos. Aunque Beni no se da por vencido. Emma estaba recorriendo los pasillos llenos de libros, mirando los nombres y sonriendo con admiración, le gustaría que un día su propio nombre estuviera en una de esas colecciones. Se detuvo en el pasillo de romance. Sus dedos pasaban por todos los libros, sintiendo el borde de todos ellos, su mirada recorría los nombres y esperaba el momento en el que dijera, ese es el indicado. Pero ninguno le llama la atención. […] Nicolas tenía que entregar el libro de Romeo y Julieta, se había tardado un día en darlo por estar metido en los planos de la casa donde viven e investigando sobre ella. Siempre que llegaban a una nueva casa, él se dedicaba a investigar sobre ella para saber si era interesante o una casa más de ricachones. Saludo amable a Carlos quien recibió el libro, le informo que estaría recorriendo la biblioteca para ver que era de su atención. Mientras recorría los pasillos su mente no pudo evitar pensar en Emma. No la ha visto en todo un día y extraña su ausencia, quiere verla de nuevo y hablar con ella, es lo único que pide. Pero no todo en esa vida se hace realidad, no como en los libros. O puede que sí. Su radiante sonrisa apareció cuando la vio pasando sus dedos por todos los libros del estante, su mirada recorría el título de cada libro. Como si buscara uno que le dijera, “hey espera soy el indicado léeme.” Quito su mirada de ella y comenzó a mirar los libros en busca de uno que a ella le gustara. Y sin buscarlo tanto, lo encuentra y lo toma en sus manos. - La casamentera Emma Woodhouse – su voz asustó un poco a Emma – Lo siento, no era mi intención asustarte – sonrió divertido. - Nicolas – su gran sonrisa no pudo ocultarla, así como el fuerte latir de su corazón al verlo, una vez más - ¿Qué haces aquí? - Quería atraer a una mujer increíble – la miró con una pequeña sonrisa – Y Emma fue de mi agrado. - ¿Cómo? – pregunto demasiado confundida. En cuanto escucho eso su corazón casi se sale de su pecho. Pero en cuanto vio que Nicolas subió el libro con el nombre de Emma se sintió como una tonta. - ¿No lo has leído? - Si, lo tengo en mi casa – le sonrió – Me lo regaló mi papá en mi cumpleaños. - Tienes un grandioso padre, ha sido una de mis obras favoritas de Jane Austen, pero claro que Orgullo y Prejuicio lo tengo en un altar. - ¿De verdad? – sonrió un poco más al escuchar eso. Nicolas retrocedió unos pasos, acomodó su camisa de cuadros que tenía puesta y la miro. - En vano he luchado – comenzó a decir con una voz un poco más grave lo que provocó una gran sonrisa en Emma – No quiero hacerlo más. Mis sentimientos no pueden contenerse – se acercó a ella, lo suficiente para estar frente a frente – Permítame usted, señorita Emma, que le manifieste cuan ardientemente la admiro y la amo. Un ligero sonrojo apareció en las mejillas de Emma, bajó la mirada y sintió su desbocado corazón latiendo con fuerza. Sintió las manos de Nicolas en sus brazos dándole suaves caricias y la atrajo poco a poco, dándole un afectuoso abrazo. Emma no se opuso, sintió el aroma embriagante del perfume de Nicolas, escuchando como el corazón de él estaba igual que el de ella, latiendo con fuerza y muy rápido. Una sonrisa apareció en sus labios. ¿Eso era sentir el amor del cual Shakespeare escribió en su trágica historia? Porque si es así, se siente totalmente bien. Son demasiadas sensaciones raras, algunas no las había sentido antes y otras eran familiares para ella. Las manos de Nicolas acariciaron su cabello, disfrutando el aroma a cerezas de su perfume. No era imposible el amor del cual Shakespeare escribió, era totalmente real y verídico, podía confirmarlo ahora. - Nicolas – la nerviosa voz de Emma lo saco de su fantasía en el mundo de Shakespeare, rompieron su abrazo para poder mirarse - ¿Qué tan fanático eres de la lectura infantil? – pregunto. - No leo mucho el género infantil – soltó una risita - ¿Por qué? – la miro con ternura. - Se inicia un club de lectura ¿quieres venir? Lo inició un viejo amigo de la escuela. - Claro, todos los días hay que probar nuevas cosas – dejó el libro de Emma justo donde lo encontró y la siguió. Emma sentía como sus manos sudaban, estaba muy nerviosa, hace mucho que no se ponía así con alguien y menos con un “desconocido''. Cuando llegaron al lugar donde sería el club de lectura, los niños ya estaban sentados en sillas pequeñas, Beni estaba al frente con un libro en sus manos cuando la vio le sonrió, sonrisa que se esfumó al ver que venía acompañada. Tomaron dos de las sillas grandes y se sentaron hasta atrás en un rincón para que no fueran distracción para los niños. Nicolas no era fan de estar entre niños, ni mucho menos de lecturas infantiles, pero por Emma, por estar más tiempo con ella y ver cómo era su vida, estaba ahí. Pero sí que se llevó una gran sorpresa, no era la típica lectura infantil, era algo de terror, terror que consumiría en una película como la noche del demonio. Le pareció realmente interesante, se inclinó para escuchar mejor la historia. Emma lo miró con una sonrisa divertida, ella conocía bien los “cuentos” para niños que Beni leía para los niños, pero jamás creyó que le gustaran a Nicolas. No lo negaría, le gustaba Nicolas y le parecía totalmente absurdo ya que ella no es así, no es de las que aman a un tipo solo porque es guapo. No siente nada de esa atracción, hablando con su yo interior, podría decir que Shakespeare no estaba tan loco después de todo, el amor a primera vista es realmente posible. - No entiendo cómo me pudo gustar mucho una lectura infantil – dijo Nicolas mientras ayudaba a Emma a acomodar las sillas – Te lo juro, no me gustan las lecturas infantiles, pero esta. - ¿Verdad que sí? Opino lo mismo, cuando Beni dijo que tenía un libro de cuentos para niños me imagine lo típico. Pero cuando leí el primer cuento que fue este, dije, esto no es para niños o al menos no del todo. - Exacto, si te pones a pensar sería más como para niños un poco mayores, aunque tiene ese toque de terror para grandes, es un cuento para niños – sonrió mirándola, podía quedarse una eternidad mirándola y jamás se cansaría. - Oye, iré por un té ¿gustas uno? - Claro, estaré aquí – le sonrió. Emma tenía una extraña sonrisa en la cara, estaba feliz, su corazón latía con fuerza cada que estaba cerca de él. William Shakespeare, quiero que me digas una cosa ¿es esto el amor a primera vista? Porque si es así, juro disculparme por haberte maldecido cuando termine de leer Romeo y Julieta. Tomo las dos tazas de té n***o con un poco de miel y volvió a donde estaba Nicolas, al acercarse lo vio sentado frente a la gran mesa y pudo ver que le libro que tenía en sus manos era Romeo y Julieta. Su corazón volvió a latir con fuerza, se acercó y dejó ambas tazas sobre la mesa. - Espero te guste el té n***o – le sonrió y se sentó a lado suyo. - Es uno de mis tés favoritos – le dio un pequeño sorbo para saborear el té - ¿Miel? - Si – sonrió dándole un sorbo a su té, podía sentir la mirada de Nicolas lo que la ponía más nerviosa – Tienes el libro – dijo mirando el libro frente a ellos. - Lo tengo – lo tomo – Me gustaría hablar sobre el libro, mi crítica. Emma le sonrió, y le dio la oportunidad de que explicara y diera su opinión. Él la escuchó antes, era su momento de que lo escuchara. El amor intenso que sintieron Romeo y Julieta al verse, lo podía sentir al estar con Nicolas, verlo y escucharlo hablar del libro era algo que jamás podría dejar de escuchar. Estaba más que encantada. - A ti te jodio el amor a primera vista – Emma se sonrojó, porque ya no creía eso – Pero su amor, ellos decidieron seguir juntos a pesar de saber que eran de las familias enemigas. Un amor imposible, no solo amor a primera vista – tomó el libro y busco algo que le gusto – Mira aquí – señaló con su dedo – “Mi único amor surgido de mi único odio” – la miro – Esto era una clara prueba de que su amor no sería posible. - Pero ellos lo hicieron posible, nada los separaría – dijo Emma señalando el libro – Romeo quedó fascinado con ella desde el primer instante – tomó el libro de sus manos y busco una de sus partes favoritas – Mira que dice aquí – se acomodó en su silla para acercarse un poco más a él – “Creía conocer el amor hasta que tu belleza sedujo a mis ojos.” Romeo la adoro desde el primer segundo. Justo como lo estoy yo. Pensó Nicolas. - Entonces, Emma – la miró - ¿Aun piensas igual sobre el primer amor? Emma apretó los labios, podía escuchar su propio corazón latir con fuerza. Tenía clara su respuesta. - No – susurro. Nicolás bajo la mirada, tenía una sonrisita, podía verse seguro de sí mismo, pero sentía que su corazón le salía del pecho, sus manos le sudaban y sentía que la voz le temblaba. Pero sabiendo que constantemente se cambian de residencia y de lugar, necesita decirlo y esperar tener la suerte de Romeo. Tomó el libro en sus manos, abrió el libro y busco la página que recordaba con exactitud, al encontrar el párrafo, levantó la mirada y le sonrió, se inclinó un poco para que ella también pudiera leerlo. - Antes de tocar tus labios quiero tocar tu corazón y antes de conquistar tu cuerpo quiero conquistar tu amor – trago saliva y la miró – Emma, yo no creía en el amor a primera vista, eso solo era para los libros – sonrió de lado – Pero comprobé que el amor a primera vista es real y puede ser tan intenso y fuerte como el de ellos, porque en cuanto te conocí no hago más que pensarte, admirarte y amarte cada vez más. - Nicolas… - Se que esto es demasiado loco, muy repentino y que solo han pasado dos días desde que nos conocimos, pero de verdad – tomo su mano, calmando su nerviosismo – Mi corazón ha sido tuyo en cuanto te vi de pie en ese pasillo de libros, te ruego me des una sola oportunidad. Emma sentía como si su corazón se le fuera a salir del pecho, apretó la mano de Nicolas. No podía decir nada, su voz había desaparecido. Solo se acercó y lo abrazó como si quisiera decir algo a través de su abrazo. - Emma – soltó una risita mientras acariciaba su espalda - ¿Me dirás algo? - Si, si – carraspeo y se separó de él para verlo – Nicolas – sonrió nerviosa – Tuviste esa oportunidad en cuanto escuchaste mi primera conspiración contra William Shakespeare – los dos rieron – Cualquiera me vería como una loca. - Creí que me dirías que no - soltó una risa nerviosa – No te voy a decepcionar – tomo sus manos y las beso. - Eso espero – sonrió mirándolo. - Oye, no quiero arruinar el momento, pero ¿tu madre no estará buscándote? - Oh no, ella sabe que estaría aquí todo el día – le sonrió. - En ese caso – se levantó – Vamos a comer, tú conoces el pueblo y yo no conozco más allá que la biblioteca y mi patio trasero. - Espera – se levantó - ¿No conoces el pueblo? – Nicolas negó con la cabeza – Pues si quieres comer – se puso su suéter – Te voy a llevar a mi lugar favorito de comida.
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