-General, no podemos atacar – le dijo Raquiel con convicción a su superior. -¿Por qué? - preguntó el General, bebiendo un vaso de agua con aspirina efervescente. Tal situación lo tenía cardiaco. -Creo que ya nos ha quedado claro que este ser de otro mundo puede contra cualquier arma, no sabemos si en una rabieta pueda destruir toda Washington – deja su rifle a un lado, y se quita el cinturón con todas las provisiones -. Señor, me ofrezco como voluntario para entrar solo y negociar con el objetivo. -No, de ninguna manera – negó de inmediato el General, sirviéndose más agua y echándole otra aspirina efervescente -, no enviaré a uno de mis mejores a morir – siente una agriera en el estómago al recordar tan terrible hecho de la muerte de su hijo -, no otra vez. -General, si por alg