Daniel Torres, el actual presidente de los Estados Unidos, y el primero de ascendencia latina en lograr aquella dignidad política. Sus abuelos eran mexicanos y emigraron a Estados Unidos desde muy jóvenes, lograron obtener la ciudadanía americana, y por lo tanto él había nacido como un norteamericano más. Demócrata amado tanto por los latinos como por los norteamericanos pura sangre, ya fuesen blancos, afrodescendientes, comunidad LGBT+, él era amado simplemente por todo el mundo, y por supuesto que ese “todo el mundo” es en todo el sentido de la palabra, puesto que incluso personas de otros países lo admiraban por ser tal vez el único presidente de Estados Unidos que no haya querido iniciar una guerra contra alguien, o auspiciado una, y el primero en mucho tiempo en lograr mejorar aquella tensionante relación con Rusia que aunque se había mejorado un poco tras el cataclismo de hace 24 años, aun habían seguido las provocaciones de Rusia con sus “pruebas” de armas nucleares y su incondicional apoyo a Estados problemáticos como Corea del Norte, China y Venezuela, países con los que Estados Unidos no tiene buena relación. Fue con Daniel Torres y el también manso y pacifico presidente ruso, Alexei Ivanov, que ahora ambas potencias mundiales tenían una buena relación diplomática y comercial. También en países de escasos recursos como algunos de la región latinoamericana y de África amaban a Torres porque hacía hasta lo imposible para convencer al congreso de destinar recursos para donación de dinero, comida e implementos de salud y educación para los más necesitados, y fue el creador de un programa especial para conceder becas a latinoamericanos en las mejores universidades de Estados Unidos con todos los gastos pagos. En fin, para todo el mundo Torres fue un ángel enviado del cielo, y por ende todos tenían sus ojos puestos en los televisores, celulares y demás aparatos tecnológicos que transmitían lo que estaba sucediendo en la Casa Blanca. Lo único que el Departamento de Defensa reveló a la prensa fue que se trataba de un joven cercano a la familia presidencial y que por eso había tenido la facilidad de entrar a la Casa Blanca, pero por supuesto que aquello no se lo creyó la prensa ni mucho menos el resto de las personas, puesto que era inaudito que un solo hombre, y desarmado, pudiera haber dejado tantos heridos y muertos en tan pocos minutos, burlando al Servicio Secreto.
Raquiel, autorizado por Jasper de comandar la retoma de la Casa Blanca y por ende tomar las decisiones que considerara pertinentes, ordenó levantar una carpa al lado de la que habían levantado para el General, puesto que quería un espacio solo para su comando. Aparte de los 20 altos y fortachones soldados que había escogido para el programa, mandó a llamar a 30 hombres de las fuerzas especiales, que también en su mayoría eran hombres altos, fornidos, ágiles y versátiles que estaban entrenados para las misiones más difíciles. Pero claro, Raquiel sabía que en realidad ningún soldado en su mundo, ni aun en el mundo mágico, estaban entrenados para enfrentarse contra un alienígena, que ya quedaba claro que tenía poderes parecidos a los suyos, a los de un ángel. Ahora el nefilim por fin entendía por qué a los Pleyadianos les decían que eran hermanos de los ángeles.
Mientras sus hombres se alistaban y cargaban sus armas, Raquiel se concentró lo mejor que pudo para invocar a su padre. Sabía que sería difícil contactarlo si estaba a demasiados años luz de distancia, pero lo intentó. Desde pequeño Monder les había enseñado a sus hijos como invocar a un ángel, que era un rito parecido al de invocar a un demonio, pero sin tanto misticismo ni protocolo, solo con el poder de la mente, pero requería de tiempo, y eso era con lo que no contaba Raquiel en esos momentos.
Se dio por vencido, y optó por terminar de alistarse para la retoma de la Casa Blanca, poniéndose los implementos que le faltaban en su uniforme de combate.
-Fred ¿por dónde ves más factible nuestra entrada? - le preguntó al joven soldado que estaba frente a un ordenador, observando las imágenes que captaban las cámaras de seguridad de la Casa Blanca.
-Si lo que queremos es entrar rápido y no darle mucho tiempo al objetivo de reaccionar, lo más recomendable es por el ala oeste - respondió Fred, dubitativo -, pero considerando que este hombre en un segundo ya puede causar mucho daño, creo que ninguna estrategia será exitosa, y disculpe si no tengo nada de optimismo, jefe, pero estamos tratando con alguien que no es de este mundo, y a todos aquí nos entrenaron para tratar con amenazas humanas – aprieta los labios y observa el monitor con temor -, hasta hace una semana yo no creía en los extraterrestres, y henos aquí ahora, tratando de lidiar con uno.
-Tienes razón, no nos entrenaron para esto – se asegura de que su arma esté bien cargada -, pero tenemos que hacer de cuenta que sí, por el bien de la ciudadanía.
-¿Lo van a matar? - preguntó el joven soldado que no pasaba de los 20 años. Había sido seleccionado en la lista de aspirantes al programa por el simple hecho de medir dos metros y que era bueno en sistemas, ni siquiera fue por su nivel de entrenamiento -, porque la única solución que le veo a esto es aniquilarlo.
-Matar no siempre es la mejor solución, podría traer más problemas – dijo Raquiel, por supuesto sabiendo las implicaciones que tendría matar al príncipe de un reino de otro mundo, pero claro, eso no lo sabían los demás humanos -, siempre hay que intentar negociar.
-Entonces es cierto lo que dicen de usted – dijo el muchacho, sonriendo con admiración -, es cristiano y por eso nunca ha disparado una bala en contra de alguien, prefiere hacerlo recapacitar – palpa la cadenita de oro que trae bajo el uniforme, que tiene como dije una cruz -, también soy cristiano, no quería unirme al ejército, pero no tuve opción, la universidad es muy cara y no conseguí una beca.
-Ser soldado no implica siempre tener que levantar un arma – se acerca al muchacho y le aprieta el hombro amistosamente -, a veces nuestro trabajo también implica intentar que nunca se levante un arma, y me uní al ejército con la plena convicción de que puedo hacerlo - sonríe al recordar que una vez le dijo a Merlín que quería ser médico igual que él -, y bueno, a mí tampoco me fue muy bien con las solicitudes de becas, pero estamos jóvenes, aún tenemos toda la vida por delante, podemos estudiar cinco carreras si así lo deseamos.
-Comandante, con todo respeto, pero usted en vez de ser soldado podría haber sido modelo o actor, es usted muy...atractivo - reconoció el muchacho, sonrojándose, y Raquiel también se sonrojó.
-Qué osado eres si te atreves a decirles a todos tus superiores lo atractivos que son - bromeó el rubio, poniéndose su casco -, avísame si hay algún movimiento extraño por parte de nuestro objetivo.
-¡Espere! - lo llamó el más joven antes de que Raquiel saliera de la carpa, y entonces el rubio regresó -, si salimos vivos de esto...- lo mira con cierta pena - ¿podríamos salir a tomar un café?
Raquiel sonrió, pareciéndole muy valiente que el muchacho tomara el riesgo de prácticamente proponerle una cita a su superior, y aunque sabía que a Vlad no le haría nada de gracia, la verdad no le veía nada de malo en salir por ahí con compañeros del trabajo, es como si saliera a tomar un café con Merlín o Jelena.
-Por supuesto - respondió con gusto el comandante, y salió de la carpa.
Justo cuando iba a ver si sus hombres ya estaban listos y así dar la orden de realizar un primer acercamiento según lo dispuesto en el protocolo Invasión, sintió una inconfundible presencia angelical. Su padre.
Rastreó al ángel caído por medio del vínculo que tenían y lo encontró al lado de una carpa en donde estaban descargando las armas que necesitarían. Como siempre, Monder estaba con algún traje que lo camuflara, y en esta ocasión estaba vestido igual que su hijo, con un uniforme de soldado estadounidense, solo así pasaría desapercibido.
-Padre - saludó Raquiel a Monder con un asentimiento de cabeza, y este correspondió dándole una caricia mental.
-Hijo, me has llamado – mira alrededor, dándose cuenta de lo grave de la situación -, y en un mal momento.
-El individuo al que nos enfrentamos es un Pleyadiano, papá - dijo el nefilim, y el ángel apenas suspiró -, hirió y mató a más de 50 personas en seis minutos, de por sí eso lo hace muy temible, y me han pedido comandar a un grupo de soldados para enfrentarlo, pero no quiero enviarlos a morir.
-¿Es Daryon Weklster? - preguntó el ángel, y el rubio asintió -, los rumores de que ha caído en la Tierra y que lo han tenido en cautiverio ya se han expandido por todos los rincones del universo, no me sorprendería que el rey Waryon esté planeando una invasión, por más pacifica que sea su r**a, él no lo es.
-Por ahora no ha intentado nada contra la familia presidencial, pero no podemos esperar a que lo haga, y si es tan poderoso como dicen que son los Pleyadianos, podría acabar con toda esta ciudad, eso es lo que quiero evitar, pero sin tener que usar esto - señala su fusil de asalto -, sabes que prefiero resolver todo con el dialogo.
-Como tu antepasado Salomón - recordó Monder en una sonrisa al rey que también tuvo que custodiar, pero volvió a poner gesto serio y continuó -: en efecto, los Pleyadianos son tal vez los que más poderes físicos y mentales tienen de todos los seres humanoides del universo, poderes incluso equiparables con los de nosotros los ángeles, no podrás enfrentarte a él sin que destruyan todo Washington en el proceso, así que tendrás que optar por el dialogo, que es lo que siempre haces.
-Él solo quiere salir de aquí, regresar a su planeta ¿no pueden ustedes Los Vigilantes simplemente llevárselo? Hacen eso con los seres mágicos que resultan aquí o los seres de aquí que resultan allá.
-En este caso, fueron los humanos los que lo capturaron, y no podemos hacer nada ante eso, no podemos inmiscuirnos en asuntos humanos, así sean hechos que vayan a causar una sanguinaria guerra – acaricia la mejilla de su hijo y lo mira con profundo cariño -, los humanos son una especie de por sí agresiva, pero tengo esperanza en que hombres como tu logren un cambio – le envía otra caricia mental y Raquiel le corresponde -, y si de algo te diferencias a los demás jóvenes nefilim, es en tu mansedumbre, no eres impulsivo como sí lo son ellos, porque incluso tu hermana no se salva de tener uno que otro arrebato, más con sus poderes mágicos, los magos por naturaleza son impulsivos – le quita el casco para darle un beso en la frente -, eso y muchas cosas sin duda se las heredaste a tu madre, y no puedo estar más orgulloso de ti, hijo mío. Sé que sabrás qué hacer en esta y todas tus misiones.
Raquiel tuvo ganas de llorar. Si en algo se había esmerado su padre era en tratar de mejorar la relación, por más turbulenta que esta fuera en la época adolescente del nefilim, y era entendible para ambos; Monder sabía que su hijo había sido un típico adolescente que le gustaba discutir por todo y por nada, y a su vez Raquiel sabía que su padre no era un padre normal, era un ángel y por más exiliado que estuviera del cielo, aún seguía teniendo deberes en todos los rincones del universo.
-Invócame si me vuelves a necesitar, aprovecharé que estoy por estos lares de la galaxia para visitar a tu hermana, hace rato que no la veo – se despide de su hijo con un fuerte abrazo -. Te quiero hasta el infinito – le dijo en lengua angelical.
-Te quiero hasta el infinito - respondió Raquiel, para luego ver a su padre desaparecer tras unas carpas.
El rubio sonrió, sabiendo que su padre se encontraría con las bellas buenas nuevas de que Sariel está embarazada. No se volvió a poner el casco, haciendo caso a lo advertido por Monder de que lo mejor sería dialogar y no atacar, y entró en la carpa en donde estaba el General Boomer.