Merlín miraba impacientemente el reloj digital que estaba sobre su escritorio. Ya solo faltaban cinco minutos para que finalizara su jornada laboral, y no se quedaría a hacer horas extras como cirujano de urgencias. Sería su última noche con Jelena en quien sabe cuánto tiempo, y no pensaba perdérsela. Por supuesto que la decisión de separarse temporalmente no la había tomado en cuestión de minutos. La había sopesado muy bien la noche anterior, en la cual no pudo dormir, no después de que lo tuvieran por más de una hora en la comisaría interrogándolo. Antes de casarse con ella, a él le habían advertido que esto podría suceder. Que la abismal diferencia de edad y de culturas pronto haría estragos. Que Jelena entraría en la edad en la que quería comerse el mundo y experimentar nuevas cos