Raquiel estaba que caía dormido en su improvisado escritorio. Ya llevaba una semana en la enigmática Área 51 y no era mucho lo que podía hacer, ya que todo el trabajo pesado de reconstruir la nave averiada (o más bien, atacada) de Daryon lo estaban haciendo los ingenieros. Él lo único que podía hacer como jefe era supervisar que todos estuvieran cumpliendo con lo suyo, y evitar que ciertas parejitas tuvieran sexo en los baños. Porque claro, no faltaban los jóvenes soldados y las jóvenes ingenieras que para liberar tensiones recurrían al desfogue s****l. Cuando se dio cuenta de que estaba cabeceando, reaccionó y se sacudió lo suficiente para darle la orden a su cuerpo de que tenía que mantenerse despierto. Miró las tres latas vacías de energizante en su escritorio. Estaban vacías. Igualm