Raquiel despertó al sentir unos húmedos besos por toda la cara, y al abrir los ojos se encontró con los penetrantes zafiros de Vlad que lo miraron con profundo amor y devoción. Sí, ya estaba claro que los dos estaban profundamente enamorados. Hace años, cuando la cuestión de las fusiones mentales empezó, creían que eran unos simples amigos con derecho y que la cosa se quedaría ahí, que incluso follar físicamente no haría que se enamoraran, pero ahí estaban, mirándose con adoración, o como Jelena lo diría, con caras de “idiotas enamorados”. Ni siquiera tenían sexo todas las noches, a veces solo se conformaban con dormir abrazados y darse una buena sesión de besos al despertar. -Buenos días, cosita bonita - susurró Vlad, dándole un pico en los labios. -Buenos días, alteza - respondió Ra