–¡Mami! –gritó Michelle al ver a Hilary llegar, se bajó de la silla y corrió hacía ella. Se notaba que la había extrañado todo este tiempo, Hilary la levantó para abrazarla. –Estás hermosa, mi niña –le dijo mientras la besaba –. Pero has comido demasiado, estás más pesada. Yo me levanté del lugar y tomé el libro, lo lleve al dichoso espacio donde estaba el licor, ya era como un buzón para Warren y para mí, –Warren. –Hilary no pudo disimular su sorpresa al verlo en la cocina. –Que gusto verte, Hilary. –Eso fue lo único que dijo antes de salir por la puerta y desaparecer. –Nos alegra mucho que haya venido, señorita Freeman –le sonrió Sarita –.El señor Tanner también la acompaña. –No, él tiene unos pendientes y no pudo viajar conmigo. –Aún así, nos alegramos de usted si pudiera