A la mañana siguiente tomé una pequeña maleta y me fui a la casita, me despedí de Sarita que era la única persona despierta a esa hora, le encargue mucho a Michelle y a Warren, creo que tenían la misma edad mental y requerían cuidados parecidos. Cómo imagine la casita era una capa de polvo, le escribí a Fabiola y a Trina que llegaron cuando apenas había terminado de limpiar lavar el piso, mi pobre jardín estaba seco, tanto que me había costado hacerlo. Trina llevó unos sandwiches que no tengo idea, en qué momento le dio tiempo hacerlos y terminé pidiendo algunas cosas a domicilio. –¿Y cómo está el jefe? –preguntó finalmente Fabiola, ya se había tardado en preguntar. –Bastante bien, comenzó a caminar y su condición es bastante buena. –¿Crees que volverá a trabajar? –¿Por qué no