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1247 Words
― ¿Cómo te sientes? ― pregunta el vampiro recostando su cabeza sobre las piernas de la pelinegra.   ― Bien, mejor al menos ― suspira viéndolo ― ¿Qué tal todo en el consejo?   ― Pues tranquilo, los nuevos miembros están ansiosos por comenzar con sus tareas y he visto muchas nuevas ideas de parte de ellos que creo tendrán un buen avance ― le sonríe.   ― Me alegra saberlo ― lo ve curiosa ― ¿Qué es lo que te preocupa entonces? Te siento... extraño.   ― No lo sé, tengo una sensación que no logro identificar del todo ― se incorpora.   ― ¿Estás así por nuestro compromiso? Porque si es así podemos posponerlo, si no estás seguro o... ― no puede terminar de hablar ya que el muchacho ha reclamado sus labios como de su propiedad.   ― No te atrevas a volver a decir algo como eso porque no es así, nada ni nadie va a impedir que te cases conmigo Evelyn ― susurra contra sus labios ― Aun no has bebido sangre ― le tiende su brazo con la camisa arremangada hasta arriba.   La mestiza toma con cuidado el brazo observando la piel, rápidamente se saborea ansiosa para posteriormente deslizar su lengua por la extensión de piel al mismo tiempo que sus colmillos asoman lentamente para clavarse en la carne y beber el líquido tan ansiado de su compañero. Por su parte Ivoh se dedica a observarla casi como si estuviera adorándola, pensar que hace un año estuvo a punto de perderla, que descubrieron juntos su verdadero origen y acabaron con quien amenazaba su vida hace que se plantee realmente lo frágil que ella había sido y que aun así se plantó ante todo y todos demostrando que su humanidad no iba a detenerla en su objetivo y lo enorgullece de sobremanera.   Calendra bebe una copa de sangre mientras sus sirvientes Sibil y Cecil reportan el avance de sus nuevos sirvientes los cuales han sido elegidos con el fin de volverse cazadores para ella, orgullosa de sus chicas –ya que todas y cada una de las siete vampiras que la sirven son excepcionales gracias al entrenamiento y dedicación que les ha brindado- decidió agregar a su "equipo" dos muchachitos de tan solo dieciséis años –quienes habían sido sentenciados a muerte por hurto entre los humanos y ella logró ver cierto potencial escondido- a los cuales somete al duro entrenamiento de habilidades y conducta que solo ella sabe dar.   ― Estoy orgullosa del avance, pueden descansar y recrearse de la manera que deseen hoy ― las observa con cariño, las aprecia de demasía.   ― Pero, debemos protegerla ― responde Cecil decidida.   ― Hoy no, descansen ― les agradece con un asentimiento de cabeza y se dirige a la enorme sala de estar donde los catálogos para la boda de Evelyn reposan flamantes.   ― ¿Descansando? ― Aléh la sobresalta.   ― Algo así, mis niñas necesitan un receso y yo no soy tan frágil como aparento ― sonríe.   ― Eso me ha quedado claro ― asiente tomando la muñeca de la vampiresa con la copa para llevarla hasta su boca y beber sin dejar de verla. ― Delicioso.   ― Me alegra que te guste ― responde mientras no dejan de verse.   ― ¿Saben? Destilan tanta tensión s****l que no sé qué carajos hago aquí ― Draco sonríe divertido desde el umbral de la entrada.   ― Podrías irte entonces ― Aléh voltea a verlo molesto. ― ¿Por qué espías a las personas?   ― Me divierte, me da perspectiva y suelo ser el que nota lo que los demás no ― se encoge de hombros ― Ustedes, tortolos, deben salir una de estas noches y apagar el fuego que los consume.   ― No hay ningún fuego ― rueda los ojos Calendra. ― Deja de decir estupideces. ― Su hermano se marcha carcajeándose por los pasillos de la casa.   ― Que chico ― niega suspirando.   ― Ignóralo, mi hermano a veces dices estupideces y cosas que realmente no son ― la vampira deja de lado la copa para observar los libros. Aléh se acerca aún más a ella cerrando el libro quedando prácticamente a unos dos o tres centímetros de distancia entre sus bocas. ― ¿Qué haces?   ― ¿En verdad crees que no hay nada entre nosotros? ― pregunta serio.   ― ¿Cómo podría haberlo? Ambos hemos perdido lo que más amábamos ― responde con un deje de amargura.   ― De eso hace ya muchos siglos, no tiene nada de malo querer ser feliz nuevamente ― agrega viéndola ― No estamos traicionando a nadie, ellos no querrían que nosotros viviéramos eternamente infelices o llenos de dolor y tristeza porque estaríamos condenándonos a nosotros mismos.   La castaña desvía la mirada, no puede admitir nada en estos momentos y el dolor que siente, aun cuando haya menguado con el paso del tiempo sigue estando allí, incrustado, latente...   Se aleja del joven inmortal marchándose con rapidez, las cosas no parecen ir como ellos quisieran pero quizás, con un poco de dedicación y esfuerzo el corazón de Calendra pueda dejar de sufrir y dejar que otro le dé algo de felicidad, tal vez, en algún momento ella pueda perdonarse así misma por lo que ocurrió.   En un par de días deberán viajar a la mansión de Kauris donde se celebrará un acontecimiento que parece mantenerse bajo secreto, si bien las cosas entre el Ivoh y el descendiente de Erosh no están del todo bien ya que aún hay ciertos matices de desprecio y heridas que difícilmente serán borradas deben dar lo mejor de sí ante las familias más importantes de la sociedad vampírica; para Evelyn es la oportunidad perfecta para poder insertarse en la sociedad y con ello tener los recursos para ayudar a los suyos.   El menor de los varones Coll se mantiene en el despacho que alguna vez perteneció a su difunto padre, suspira cansado de sentirse incomodo consigo mismo y de no poder quitar de su pecho esa atormentadora sensación de presión, de dolor, de temor en cierto modo... Al menos lo consuela el hecho de que en un par de meses estará yendo al altar con Evelyn y la esperanza de poder llevarla lejos, enseñarle el mundo y disfrutar con ella le llenan de alegría; aunque él no sepa aún que la celebración de estos días cambiará rotundamente sus planes y no solo para él ya que sus hermanos pasan por situaciones personales que también desean resolver y qué mejor que una reunión donde estarán todos juntos para que el encaprichado y revoltoso destino haga de las suyas con sus vidas.   ― Espero estar a la altura de lo que viene... ― susurra mientras su brazo cubre sus ojos y su cabeza reposa en la enorme y mullida silla.   Parado frente a la entrada de la enorme casona se encuentra Milo quien dubitativo y sin saber si realmente debe preguntar por su hermana se debate fervientemente en llamar o no a la puerta, siente la advertencia de sus sentidos al percatarse de la presencia de Ivoh y los suyos sabiendo que no les agrada y que seguramente lo odian por todo lo ocurrido con Armes pero a él poco y nada le interesa la opinión de los demás, solo necesita saber que su Sophie se encuentra bien. Para el mestizo las cosas han sido un tanto confusas, complicadas, como si de una encrucijada se tratara, sus sentimientos son complejos como el querer a Sophie para él solo y a la vez odia que sea exactamente como él, algunos indebidos como el especial interés amoroso que tiene hacia ella y la distancia que intenta poner a ellos para darle fin al tema, aunque no esté funcionando.  
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