Las pocas palabras que el príncipe Yun le había dicho a Siu la dejaron anonadada. ¿Ella, ir a la ciudad Real acompañada por el príncipe? Jamás se le hubiese pasado por la cabeza y nunca había soñado siquiera con conocer ese lugar, a pesar de que algunos de la aldea decían que era maravillosa. «Ni hablar, no puedo aceptar... ¿Qué haría una chica como yo en ese lugar? Soy una aldeana, él un príncipe. Debo buscar a mis padres por los alrededores, quizá estén cerca. Aunque, siendo sincera... Por alguna extraña razón no quiero dejar de verlo». —Yo... —musitó Siu con las mejillas coloreadas de carmín, las palabras no surgían, estaba bloqueada y confundida; además la debilidad no la dejaba pensar con claridad. Siu no alcanzó a decir una sola palabra más, porque un mareo le nubló la vista por e