A la semana siguiente Isabella regresa a ciudad Bolívar en un avión comercial, con la promesa que Gabriel llegaría después, Mientras espera en el aeropuerto, su mente se llena de pensamientos sobre la mansión y los misterios que la rodean. Siente un cierto nivel de ansiedad mezclado con determinación, ya que sabe que está regresando a un lugar lleno de peligros y secretos ocultos.
Una vez en el avión, Isabella aprovecha el viaje para reflexionar sobre todo lo que ha descubierto hasta ahora. La revelación de su verdadero origen, su conexión con Alexandra y la importancia de descubrir la verdad detrás de la mansión la impulsan a seguir adelante, a pesar de los riesgos involucrados.
Al aterrizar en Ciudad Bolívar, Isabella alquila un vehículo rústico para su trayecto hacia la mansión. Esta vez, decide evitar hospedarse en la posada del pueblo de Villa Esmeralda, optando por ir directamente a la mansión. Sabe que cada minuto cuenta y que no puede permitirse distracciones o retrasos innecesarios.
El camino hacia la mansión es largo y lleno de desafíos, pero Isabella se mantiene concentrada en su objetivo. A medida que se acerca al imponente edificio, su corazón late con fuerza y una mezcla de emoción y temor la embarga.
Finalmente, Isabella llega a la mansión. Estaciona el vehículo rústico cerca de la entrada y se toma un momento para contemplar el majestuoso, pero ominoso lugar. Suspira profundamente y se prepara mentalmente para lo que está por venir. Sabe que está a punto de adentrarse en un territorio desconocido y peligroso, pero también se siente determinada a descubrir la verdad y ayudar a Alexandra, si es que puede.
Nuevamente está allí, pero pareciera que fuera la primera vez. El sol brilla intensamente en el cielo despejado mientras Isabella se acerca una vez más a la imponente mansión. La luz diurna ilumina cada detalle arquitectónico, revelando la majestuosidad y el misterio que rodean el lugar. Aunque no hay penumbras y sombras inquietantes, la tensión persiste en el aire, ya que Isabella sabe que se adentra en un territorio desconocido y lleno de secretos.
El camino que conduce a la entrada principal está flanqueado por árboles altos y frondosos, cuyas hojas danzan suavemente con la brisa. Isabella toma nota de los detalles de la fachada de la mansión: las columnas elegantes, las ventanas ornamentadas y los detalles tallados en la piedra que dan testimonio de la antigüedad del lugar.
Al acercarse a las puertas principales, Isabella nota la intricada talla de madera que adorna los paneles de las puertas. Los detalles meticulosos parecen contar una historia, aunque ella aún no comprende su significado. Con una mezcla de nerviosismo y curiosidad, empuja las puertas y entra al interior de la mansión.
La luz del día penetra a través de las ventanas, iluminando los pasillos y las habitaciones con una calidez que contrasta con la atmósfera cargada de misterio. Isabella observa los detalles de los muebles antiguos, los tapices desgastados, el cuadro sobre la chimenea, sintiendo que cada objeto cuenta una parte de la historia de la mansión.
A medida que explora las diferentes habitaciones, Isabella se detiene a observar los detalles que capturan su atención. Los candelabros ornamentados en el comedor, las sillas tapizadas con intrincados patrones en la sala de estar y los retratos colgados en las paredes, todos parecen susurrar historias de vidas pasadas y secretos ocultos.
El sol ilumina los rincones oscuros y revela los destellos de polvo suspendidos en el aire, mientras Isabella camina por los pasillos. Las alfombras gastadas bajo sus pies y las ventanas altas con cristales empañados añaden un aura de misterio y decadencia al lugar.
Cada paso que da, Isabella se sumerge más en la historia de la mansión. Observa las inscripciones talladas en las puertas, examina los objetos antiguos que decoran las repisas y se detiene frente a los retratos de aquellos que alguna vez habitaron estas habitaciones.
Aunque no es de noche, la tensión persiste en el aire. Isabella sabe que incluso en plena luz del día, la mansión guarda secretos profundos y peligros ocultos. Cada detalle que observa, cada rincón que explora, la acerca más a la verdad que busca y a los desafíos que deberá enfrentar.
Isabella avanza por los pasillos familiares de la mansión, notando que todo parece estar en su lugar, tal como lo recordaba de su visita anterior. No hay señales de intrusos ni indicios de que algo haya cambiado desde su última visita. Sin embargo, su determinación no flaquea y se dirige directamente al despacho que había visualizado en sus sueños.
Al abrir la puerta del despacho, una sensación de familiaridad la invade. Los muebles de madera oscura, los estantes llenos de libros antiguos y el olor de las páginas envejecidas crean una atmósfera que evoca el pasado. Isabella se acerca al escritorio y compara cada detalle con la imagen que su sueño le había mostrado.
Allí, como si el tiempo se hubiera detenido, encuentra el escritorio donde Loana Leroy Meyer había estado sentada, escribiendo una carta en su sueño. Los pliegues del papel y la pluma descansan en el tintero, como si estuvieran esperando a que alguien los retomara. Isabella se siente transportada al pasado, como si pudiera vislumbrar los pensamientos y las emociones que una vez llenaron esa habitación.
Con cuidado, Isabella se sienta en la silla detrás del escritorio, intentando imaginar cómo se sentiría estar en los zapatos de Loana. La madera crujiente de la silla bajo su peso y el silencio reverente del despacho la envuelven. La vista desde la ventana muestra los jardines bien cuidados y el paisaje que se extiende más allá, como si el mundo exterior estuviera ajeno a los secretos ocultos dentro de la mansión.
En ese momento, Isabella siente una conexión inexplicable con Loana y la historia de la familia Leroy Meyer. Sin embargo, a pesar de la emoción que la embarga, no encuentra ninguna pista adicional o revelación en el despacho. Todo parece estar en su lugar, como si el tiempo se hubiera detenido desde la última vez que alguien estuvo allí.
Mientras ella experimentaba una transportación al pasado de aquella que algún día se sentó en esa silla, de pronto se sobresalta al escuchar la voz masculina que rompe el silencio del lugar. La sorpresa y el desconcierto se reflejan en su rostro mientras se gira para enfrentar al chamán que ha aparecido repentinamente diciéndole:
-Entonces no entendieron el mensaje y regresó de nuevo, aquí no es bienvenida, no queremos a los intrusos que no dejan a los muertos descansar en paz --
Las palabras del chamán resuenan en su mente, reafirmando la hostilidad hacia su presencia en la mansión. La advertencia de que los muertos deben descansar en paz la deja perpleja y llena de interrogantes. ¿Qué mensaje no habían entendido? ¿Por qué su visita podría perturbar la tranquilidad de los difuntos?
El chamán continúa hablando, esta vez en el dialecto pemon, antes de repetir su mensaje en español. La solemnidad y el tono serio en su voz transmiten una profunda convicción en sus palabras.
Isabella, consciente de que está frente a alguien con un conocimiento y una conexión especial con la espiritualidad y las tradiciones locales, respira profundamente y trata de responder con respeto y sinceridad:
-Lamento si mi presencia aquí ha causado perturbación. No tenía la intención de faltar al respeto o interferir con los difuntos. Estoy buscando respuestas y una mejor comprensión de la historia de esta mansión y de aquellos que la habitaron en el pasado. Mi intención es honrar y preservar la memoria de quienes vinieron antes que yo. ¿Hay algo que deba hacer o entender para rectificar esta situación? Estoy dispuesta a aprender y respetar las tradiciones y creencias de esta tierra-
Isabella espera que sus palabras demuestren su respeto por las creencias y la sabiduría del chamán, con la esperanza de que pueda ayudarla a comprender la situación y encontrar una manera de avanzar en su búsqueda sin causar más perturbaciones, pero el Chaman responde
-No es muy difícil de entender, solo váyase y no regrese más nunca, o de lo contrario tomaré otras medidas en su contra – dice el chamán amenazando a Isabella
En eso otra voz masculina se escucha
-¿O que le hará? No le da pena amenazar a una mujer en una propiedad que no le pertenece, Isabella está aquí, porque el dueño de la mansión así lo quiere – dice Gabriel con voz muy firme y en actitud desafiante
-La mansión no les pertenece a los vivos, les pertenece a los muertos – refuta el chaman
-Los muertos, muertos están ¿Para qué quieren una mansión? el muerto lo único que necesita es entierro y ud Chaman debe retirarse ahora mismo
El chamán enviste a Gabriel con furia, como si lo estuviese retando a pelear, pero Gabriel lo enfrenta de la misma manera. En ese instante Isabella los observa temiendo que se fueran a pelear con golpes, pero nota que hay un cambio en los ojos de ambos, que se tornan amarillos