Mi pierna tiembla demasiado, no la puedo controlar, intento calmarme pero es imposible, esa chica con ese comentario me dejo pensando cosas nada éticas, pero si con una salida muy pertinente.
—Su tío Guido pide verlo.
—Pensé que estaba demasiado ocupado gastando su dinero en chicas de 20 años.
—¿Eso piensas de mi sobrino? —entra sin que Alfonsina le de el permiso.
—Si y cosas aún peores. ¿Qué quieres?
—Saludarte.
—¿Qué quieres?
—Que hablemos, tienes que enfrentar tus problemas Lorenzo y cada día, desde hace un año se hacen más y más grandes.
Rasco mi cabeza y suspiro.
—Siéntate —le señalo la silla—. Habla.
—Tu primo sabe lo de la clausula, nos quedan 3 meses y el ya tiene a sus abogados listos.
—¡Maldita sea! Eso nos llevaría a la ruina.
—Si, pero tu tía insiste en que él es el más indicado para dirigir este barco.
—Mi tía ¿la que solo sabe gastar dinero?
—Si, mi hermana y aunque la amo y amo a tu primo. No soy estúpido, no tengo hijos, pero tengo que cuidar mi dinero. Soy el menor de los tres, por ende tengo más esperanza de vida y no quiero llegar pobre a lo que queda de mi vejez.
—Claro, porque como harías para mantener a todas tus novias.
—No son tantas.
—¿3? ¿4?
—5 ¿y eso que importa?
—Es verdad, eso a ti no te importas. Puedes meter dos mujeres al tiempo en tu cama y no te importa.
—Lorenzo, no todos los hombres estamos hechos para el amor.
—¿Cómo sabes que yo si?
—Si fuese diferente, te aseguro que hace mucho estarías saltando de cama en cama. Se que tiene sexo, pero solamente cuando tus necesidades te llevan al extremo de usar a una mujer, de lo contrario te mantienes tan alejado como puedas, casi parece que les tienes miedo.
—No les tengo miedo.
—Tienes miedo de enamorarte.
—Nunca va a existir una mujer igual a Marena.
—Sólo porque no quieres ver más allá de Marena, no te pido que la olvides porque se que un gran amor no se olvida y menos el primero. Pero puedes mirar otros horizontes Lorenzo.
—¿Otros horizontes? La hija de los Ferrara.
—Si, la hija de los Ferrara. Esa mujer es implacable en los negocios, es la gerente y representante comercial, nada se negocia sin su autorización, es indomable y los hombres le tienen miedo, no trabaja con hombres y todos...
—Dicen que es por que la dejaron plantada en el altar.
—Así es.
—No me voy a casar con nadie tío. Tal vez tenga el heredero que tanto necesito, pero no me pienso casar.
—Lorenzo, no seas estúpido y no sufras por placer.
—¿Sufrir por placer?
—Si, sufres porque quieres, porque te gusta verte al espejo mientras cargas las cruces que no son tuyas y las cargas porque no sabes como vivir sin ellas, aunque ellas ya no hacen parte de ti. Estoy seguro de que Marena con todo lo que te amaba, estaría feliz y orgullosa de verte con una gran familia.
Cuando quiero responderle, me doy cuenta de que ya se ha marchado y sigo solo en la oficina, un pensamiento nada agradable cruza por mi cabeza, Alessandra esta en mi cabeza y no la puedo sacar, sin duda es una mujer hermosa y está tan cansada como yo de la intromisión de sus padres en su vida.
Pero no puedo proponerle algo tan corrompido y miserable como lo que estoy pensando. Sin embargo las dudas me asaltan y llamo a mi abogado.
—Lorenzo, aquí estoy.
—Siéntate.
—¿Qué sucede? Nunca me pides que me siente.
—Es algo que quiero consultarte.
—¿Mataste a alguien? porque si es así, mejor no me cuentes.
—No. Y si mato a alguien, nunca te vas a enterar.
—Gracias —el viejo sonríe y me mira curioso.
—¿Podemos hacer un contrato de matrimonio? Uno en el que mi dinero no se vea comprometido y el dinero de la otra parte tampoco, donde lo único que nos una sea un hijo y ese hijo lo vamos a criar entre los dos, clausulas que por supuesto quedaran en el mismo contrato, además sería algo por un año, máximo dos.
—Lorenzo...
—No quiero que me juzgues y tampoco que me aconsejes. ¿Se puede o no? —me pongo de pie y camino hacía la ventana—. Sólo quiero que mis padres me dejen en paz, quiero seguir haciendo mi trabajo y que la gente no me cuestione por cada decisión personal que tomo. A veces parece que estoy pidiendo un milagro.
—Lorenzo, si la mujer con la que piensas hacer esta locura esta de acuerdo. No existe ningún impedimento. Ahora lo que debes saber es que nadie, bajo ninguna circunstancia se debe enterar.
—¿Por qué...
—Porque tu herencia se vería seriamente comprometida, podrías perder lo que te corresponde por engañar para conseguir el premio mayor.
—Pero si nadie se entera.
—Si nadie se entera —se pone de pie—. No pasa nada, te divorcias y ya está. Lo que le importaba a tu abuelo era el heredero y si es hombre tendrás no solo en 51%, te harás acreedor del 70%, dejándote como el m*****o con más poder en toda la familia.
—¿Es una broma?
—No, es así. Simple, entre más hombres tenga el linaje, mayor porcentaje les corresponde.
—Es injusto, una mujer tiene las mismas capacidades que yo.
—Si, pero tu abuelo no pensaba así. Lorenzo piensa bien las cosas, tu idea no solo es descabellada, también es irracional y peligrosa. Si alguien se entera te quedas sin nada. Además, debes elegir a una mujer igual de inteligente que tu, no puedes idealizar esto en una mujer ignorante o que no sea de este mundo al que perteneces. Podría arruinarlo más rápido que tarde.
—¿Por qué?
—Porque es mucho dinero y una presión social que solo una mujer a tu altura podría soportar.
—Gracias, viejo amigo.
—Adiós.
Escucho el sonido de la puerta al cerrarse, aprieto mi mandíbula y sonrío, puede ser una locura, pero es una opción.
—Alfonsina, consigue el numero de la oficina de la señorita Ferrara y comunícame directamente con ella.