Capítulo 2 (Parte I): Novia

1846 Words
NICOLE Mi prima me vio con cierta consternación y yo tenía un nudo atorado en el pecho. — ¿Cómo está mi mamá Lidia? —Le pregunté intentando sacar la verdad. Las manos me estaban sudando por la preocupación. Ella se removió su asiento incómoda, era un síntoma de que me iba a decir algo que no me iba a gustar y yo me puse nerviosa hasta la última punta de mi pelo. — Verás sobre eso... —Aspiró aire por los nervios. — ¿Pasa algo con mi mamá? Dime la verdad. Mi corazón estaba palpitando, nervioso. — Ella está en casa —. Me dijo con cautela, yo respiré aliviada porque eso significaba que estaba bien—. Perdóname, de verdad perdóname —. Puso sus manos a manera de rezo, cerrando los ojos con fuerza—. Es que mi tía me hizo prometerle que te traería lo más pronto posible por... una reunión familiar. Abrí la boca tanto que bien podía tragarme una vaca entera. — ¡No puedo creer el grado de manipulación que te has atrevido a hacerme! —Le grité como un gato en el agua—. ¿¡Mi mamá está bien!? Abrió los ojos suplicantes porque en verdad me había poseído el demonio y estaba por colgarla. — Eso parece, pero Niki tu mamá te extraña horrores. Me desabroché el cinturón de seguridad con toda la intención de salir corriendo en ese momento de ahí. No pensaba volver a casa, no después de cómo habían quedado las cosas entre mi papá y yo. — Me voy. No pienso regresar ahí. Lidia se desabrochó el cinturón al ver que estaba abriendo la puerta. No me importaba en ese momento caminar el resto de la avenida para ir a una parada y tomar un taxi de vuelta al aeropuerto. Salí del auto y mi prima fue tras de mí. — Niki, por favor, no habría hecho estos si no supiera que para tu mamá esto es importante. Por favor, por favor —. Puso de nuevo sus manos a manera de súplica—. Por favor hazlo por mi tía, mira que si mi tío se pone intenso, juro que voy a ser yo la que le dé un buen jalón de orejas. Me quedé parada un momento meditando si sería buena idea o no llegar a casa luego de estar cuatro años afuera. Al final solté aire resignada regresando sobre mis tacones. Mi mamá no habría recurrido a tal locura, sino fuera importante para ella. — Ni una sola palabra, no estás perdona y no sé si algún día pueda hacerlo —. Me metí al auto echando chispas por todos lados. Ella dio un brinquito de triunfo y subió al auto. — A tu mamá le va a dar mucha emoción verte —. Aseguró mi prima dando marcha de nuevo al auto. — ¿Crees que a Iria le emocione verme también? — Definitivamente. Si ella no te buscó es porque piensa que tienes un tipo de resentimiento hacia ella luego de la pelea que tuviste con Lorenzo. Me callé el resto del camino intentando poner especial atención a la canción de "Billie Jean" de "Michael Jackson" que estaba sonando. Estaba segura de que Lidia había agregado clásicos a su lista de Spotify por mí con tal de que mi perdón hacia ella llegara más rápido. A medida que avanzábamos sobre la carretera, el sol se iba ocultando, dando paso a los colores púrpura del cielo para dar paso a la noche, que ya se estaba asomando con las estrellas sobre nuestras cabezas y el alumbrado público. Media hora más tarde habíamos llegado a nuestro destino. La casa en la que había pasado casi toda mi infancia se anteponía a mis ojos como el monumento enorme que era. No me agradaba la idea de regresar, pero ahí estaba de nuevo. — Bienvenida de nuevo a casa —. Me anunció mi prima extendiendo los brazos hacia la mansión. Como si una pu**ñetera casa, perdón por el francés, me fuera a ser feliz. Por algo había huido. El lugar no había cambiado nada. Las paredes estaban iluminadas por las lámparas del jardín que estaban junto a los arbustos que adornaban la casa por fuera. Suspiré resignada, decidida a entrar y esperar porque no hubiera drama. Lo único que quería era descansar luego de un largo viaje. — ¡Niki espera! —Gritó Lidia, pero era demasiado porque al abrir la puerta y caminar hacia el vestíbulo me encontré con un montón de pe**nes por todas partes. Sí, como están leyendo, había de todos los colores y tamaños. Estaban en la pared, en las paletas, los pastelillos e incluso en los chocolates... no hace falta tener mucha imaginación para saber que estaba hablando de que había llegado a una fiesta con temática del m*****o masculino en cuestión. Mis primas estaban celebrando con copas que tenían popotes o pajitas, como le llamen, en forma de... ya saben bebiendo bebidas exóticas. — Te dije que esperaras —. Lidia estaba sin aliento detrás de mí. Ninguna de las mujeres me había visto llegar. — ¿Qué esto Lidia? —Volteé a ver a mi prima sin saber qué otras sorpresas me iba a encontrar. Pero antes de colgar a Lidia con mis propias manos fue Iria la que, literalmente, paró la fiesta por mí. — ¡Nicole! —Gritó emocionada y me fue a abrazar con toda la emoción del mundo. No sabía cuánto la había extrañado hasta ese momento en que la vi abrazándome con fuerza y al borde de las lágrimas—. Me alegra mucho que estés aquí, no tienes idea de cuánto te extrañé. — Iria yo... yo también te extrañé —. La abracé de vuelta. — ¡Niki! ¡Qué emoción que estés aquí! —Todas me rodearon para saludarme. Marina me abrazó con la misma emoción que Iria. — Espero que esta vez puedas estar en las bodas de todas —. Me abrazó Melissa con la misma emoción que las anteriores. Me quedé confundida y cinco de las mujeres que estaban ahí presentes me mostraron su anillo de compromiso. Abrí la boca por la sorpresa al ver que había muchas bodas por delante, y yo había decidido ser una soltera exitosa, el cual único amor que tenía era hacia el vino, y la cerveza en secreto. Vi a mi prima la menor. — A mí no me veas, yo solo tengo diecisiete y no tengo planes de formar una familia —. Alzó las manos. Lidia llegó a mi lado tratando de ocultar la cara por la vergüenza de no haberme dicho todo a tiempo. — Lidia, ¿cuándo pensabas contarme todo? Mi prima sonrió nerviosa. — Venga Nicole, tómate una copa con nosotras que mañana tenemos boda, y tú eres dama de honor. Por el vestido y todo lo que conlleva no te preocupes, lo tenemos todo solucionado —. Marina y Lidia fueron las que me llevaron dentro de la fiesta. Iria me puso un chocolate en forma de "ya saben" en la boca. — Vamos diviértete un rato —. Me sonrió—. La fiesta no va a durar mucho, mañana es el día grande. No tuve otra opción que entrar a la fiesta y relajarme un rato. Al menos sabía que mi papá no se aparecería por ahí en una fiesta de mujeres, y en efecto la fiesta no había durado más de dos horas adicionales, en los que platiqué acerca de mis viajes alrededor del mundo y la decepción que tuve al ir a Noruega a ver las auroras boreales y no encontrar más que un cielo lleno de nubes. Al final de la noche, cuando todas fueron a dormir y yo subí a mi habitación, pude notar que me habían dejado el vestido con el que sería dama de honor. Lidia ni siquiera me había dicho que había sacrificado parte de su fiesta con tal de ir por mí. Sentí nostalgia de estar ahí de nuevo. Mi mamá había conservado todo lo mío. Mi habitación seguía intacta. El personal había puesto mis maletas en la habitación, y me dispuse a sacar lo necesario para pasar una noche cómoda. Una vez que me puse la pijama y me preparé para dormir, mi mamá tocó a la puerta. La emoción de verla fue tal, que corrí a abrazarla. — ¡Mamá! —. Volver a sentir su abrazo había sido lo mejor que me estaba pasando en mucho tiempo. Había pasado por tantas cosas y las mantenía ocultas, ahí enterradas en el fondo de mi ser, esperando a que se desintegraran en el olvido. — No iba a perderme la llegada de mi hija. Por dios, Nicole tiene cuatro años a que no te había visto. No tienes idea de cuánto te extrañé mi niña —. Esta vez fue mi mamá la que me volvió a abrazar con fuerza—. Me alegro de que Lidia te haya convencido de venir aquí, no sabes lo importante que es para mí tener a mi familia reunida de nuevo. — Pues Lidia no me convenció, me trajo a engaños —. Me despegué de ella para verla a los ojos—. Me dijo que estabas internada en el hospital y vine tan pronto como pude. Mi mamá desvió la vista un tanto apenada. — No creí que Lidia hubiera sido tan radical al traerte de esa manera. La tomé de los hombros porque sabía que ella tendía a guardarse las cosas para no "molestar" a nadie. Siempre trataba de luchar sus peleas sola sin que nadie le eche una mano. — Mamá, ¿estás bien? —Busqué su mirada porque me preocupaba mucho por su salud. — Tuve una crisis hace seis meses y es verdad que estuve en el hospital, pero ya todo está bien. Tu papá me ha cuidado muy bien y el doctor dice que voy mejorando. Escuchar que mi papá había cuidado a mi mamá me ponía mal, pero sabía que lo importante era el bienestar de ella y su salud. Las cosas con él en verdad no estaban para nada bien. — ¿Estás segura? —Quería asegurarme de que estaba bien. — Sí, estoy segura, no te preocupes cariño —. Me sonrió y me volvió a abrazar—. Me alegro de que estés de vuelta por acá. Te extrañé mucho. — Yo también mamá, yo también te extrañé mucho. La visita de mi mamá fue breve. Tan solo pude platicarle sobre que mi sueño de ser pintora se había hecho realidad y que había estado viajando durante esos dos años por el mundo. No entré en detalles, pues la noche iba avanzando y había una boda que presenciar al día siguiente. Me despedí de mi mamá y me fui a la cama con la cabeza hecha un lío por todos los sentimientos encontrados que estaba teniendo estar en el lugar que había dejado de visitar durante cuatro años.
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