14.

2633 Words
Para este fin de semana, exactamente después de tres semanas, de conversar con el niño diariamente sin parar, fue que me di cuenta de que debía tomar una decisión pronto, antes de que todo se me saliera de las manos y por un simple error, amoroso, jodería todo el plan y estropearía los años de planeación. Toda la semana siguiente, seguimos hablando en cada momento, pero el domingo, noté que se había enojado de nuevo conmigo, pero esta vez no fue como la ocasión anterior, esta vez fue en serio. Creo que aún no me había dado cuenta de lo mucho que cambiaron las cosas entre nosotros, de cómo nos habíamos acostumbrado tanto a escribirnos, contarnos todo y que, de alguna manera que no podía comprender, se había formado una especie de “conexión, por decirlo de alguna manera, entre nosotros. No sé ni cómo explicarlo, no es que yo le hubiese dicho nada aún y mucho menos él a mí, pero creo que por tanta cercanía y confianza, ya se había establecido, sin decirlo, un vínculo. Por supuesto, nada amoroso de mi parte, pero sé que el no lo veía de esta manera y después de esa mañana de domingo, lo confirmé. El día anterior me excedí, por primera vez en mucho tiempo. Estaba algo estresado por el trabajo, la semana que había pasado me tocó trabajar cerca de once horas diarias y es por eso que el sábado, quise entretenerme y tratar de despejar mi cabeza un poco. Entonces salí con mis hermanos a un bar del centro, un poco de mala muerte debo aceptar porque Danilo insistió muchísimo, pero cuando llegamos, nos arrepentimos de inmediato porque en ese lugar, solo ponían música de despecho que sólo le gusta a la gente del interior. Era una porquería, pero ya habíamos venido y no nos podíamos ir. Pasó el rato y bebíamos cerveza, Danilo pidió aguardiente y bebí a regañadientes. La verdad es que ese trago no me gusta para nada, me sabe cómo la mierda, pero cuando empiezas a beber, cervezas que es lo que suelo consumir, ya como que te deja de importar y todo se vuelve más tolerable. Pasamos un rato agradable, mis hermanos bromeaban y fue divertido ver a Moritz con unos tragos de más. Él jamás se embriaga, dice que le cae mal y al día siguiente quiere morirse, pero esa noche decidió beber en grandes cantidades y dejó al menos por un rato, de ser tan correcto como siempre. Como mencioné alguna vez, él es muy nervioso, tímido ante muchas cosas y siempre trata de hacer las cosas de manera correcta, es algo como el santurrón de los cuatro. Cuando empezó a hacerse tarde, a eso de la medianoche, revisé mi teléfono y me di cuenta de que me había olvidado de responderle al niño. Le había dicho que iba a salir en la tarde y desde allí, no volví a responderle. Lo peor, es que no me encontraba muy bien en ese momento, estaba mareado y cuando bebo, me confundo un poco y tenía varios mensajes del trabajo, de los compañeros, pero nada de trabajo, eran solo conversaciones normales y creí responder bien en ese momento, pero cuando desperté a la mañana siguiente, fue que me di cuenta de que no fue así. Desperté a eso de las nueve con un leve dolor de cabeza. No es algo extraño, me pasa siempre. Me levanté, tomé una ducha y me vestí. Cuando me senté en la mesa y comía el desayuno que preparó Danilo, fue que me percaté de los mensajes. Le había enviado varios mensajes equivocados al niño, los cuales estaban destinados a Miriam, una de mis ayudantes y él, no me respondió nada. No dije nada malo en sí, pero se notaba que no iban dirigidos hacia él porque le dije: “nena”, y sé que eso debió hacerlo enojar, pero lo que no tenía idea es de cuánto podría enojarse por esto. Más tarde, cuando acabé de desayunar, decidí llamarlo y explicarle mi confusión, pero le marqué una vez, luego dos y tres, pero no contestó mis llamadas. Entonces, me senté, indeciso sobre qué hacer y fruncí el ceño. Yo sé que suelo tener mal temperamento casi siempre y no hay algo que deteste más que me ignoren adrede, por eso me molesté la vez anterior con él, pero esta vez fue diferente. No me sentí molesto, ni nada parecido. Me sentí preocupado, mucho y no sabía por qué me sentía de esta manera. -¿Y esa cara de parsimonia?-Dijo Danilo sentándose a mi lado. Puso el canal de deportes, había una pelea de kickboxing.-¿Lo dejó la novia o qué? -Mmm, el niño no me contesta ni los mensajes ni las llamadas. -¿Y por qué? ¿no había dicho que todo iba bien con él? -Sí, es que… anoche como estaba un poco tomado, confundí los chats y le envié los mensajes a él que estaban destinados a una compañera del trabajo, en que bromeaba con ella. -Jajá, no, qué embarrada parce. Obvio no le va a contestar. -¿Por qué?-Pregunté confundido. -¿En serio lo pregunta Sebastián? -Sí. -¡Es obvio que debe estar enojado! Debe estar celoso, no va a querer que el novio esté hablando por ahí con otras viejas, digo, bromeando con otras viejas. -Mira, primero cállate. No somos novios, ni hemos hablado de nada así y segundo, ¿eso lo haría enojarse? -Claro que sí. -¿Quién se enojó?-Preguntó Moritz mientras mordía una manzana. -El niño como que ya le cortó los suministros al Sebas.-Se burló Danilo y le pegué. -¿Ya terminaron? ¿qué le hiciste?-Se quejó Moritz y exhalé, irritado. -Él no me ha terminado.-Dije y al escuchar sus risas, me di cuenta de que me había equivocado mucho al decir eso. Me irrité aún más y me puse de pie. -Jajá, esto de verdad es increíble.-Dijo Danilo, parecía que se ahogara de la risa.-¿Tan rápido y ya se enamoró? -No Sebastián, pero cómo es que después de viejo, ¿marica?-Dijo Moritz y decidí mejor irme antes de que terminara pegándoles a los dos. Tomé las llaves de la moto y mi chaqueta, siempre uso una para protegerme del sol. -Oiga, son las diez apenas. ¿A dónde va tan temprano un domingo?-Preguntó Danilo y resoplé. -A ver a Juan José.-Respondí y sus risas irritantes aumentaron en extremo, por lo que me fui de inmediato. Conduje por un rato, cerca de cuarenta minutos hasta llegar a su casa. Es lógico que vivimos bastante lejos y al llegar, estacioné en la entrada, donde por supuesto vi a los dos enormes tipos que tiene como guardaespaldas. -¿Qué quieres?-Preguntó de manera hostil el más alto de ellos, el calvo. -Vine a ver a Juan José. -No está.-Respondió el otro, el no tan calvo. -Sé que si está, veo la camioneta en que se moviliza estacionada ahí dentro.-Dije al ver la enorme camioneta blanca donde siempre llega al instituto. -Pues no está y no insista, váyase. -Ah.-Exhalé.-Maldita sea, de algo tendrán que morirse. Retrocedí un par de pasos y me apoyé en la motocicleta. Tomé mi teléfono y volví a marcarle y a pesar de que timbraba, no respondía mis llamadas. ¿En verdad estás tan enojado conmigo por eso? Ese día transcurrió y no hice nada en específico, decidí descansar y sólo me dediqué a leer un poco. Para mi sorpresa, no me respondió en todo ese día e incluso, en la noche, cuando se había vuelto costumbre el dejarnos un mensaje antes de dormir, no lo hizo. Así que al día siguiente, decidí tomar cartas en el asunto. Llegué temprano al instituto y como era de esperarse, me encontraba irritado y de un genio terrible. Encendí un cigarrillo y me importó una mierda la gente que pasaba y me miraba mal al verme fumar en un espacio cerrado. Esperé por un rato y al final lo vi llegar, junto a su grupo de amigos, los engendros. Exhalé el humo y apagué el cigarrillo, lo arrojé a la caneca. Cuando se acercaron para entrar, solo di dos pasos y el chocó conmigo. Iba metido entre sus amigos y sé que lo hacía a propósito. Se detuvieron y tomé su antebrazo, podía notar la forma en que nos miraban, parecían confundidos y más aún, desconcertados. -Tú y yo, tenemos que hablar.-Le dije y él intentó esquivarme, pero lo sujeté de nuevo.-Niño, tenemos que hablar.-Juan José evitaba mirarme a los ojos, parecía molesto, pero su molestia no es como la de la gente común. Él no es de irse a los gritos, ni estallar. Su molestia la relaciono más con… ¿tristeza? Y hace pucheros como niño pequeño. Iba a hablarle, pero al sentir la mirada de esos tres, volteé a verlos y huyeron al ver como los miraba. De algo me sirve esta cara con la que nací. Le dije que bajáramos al primer nivel cerca del jardín, no quería hablar delante de ningún compañero, y, además, no sabía si esos tres nos estaban espiando tras la puerta. -Niño.-Lo miré y el mantenía la vista fija en el piso. Evitaba mirarme, se veía muy triste. -¿Qué pasa Sebastián? -Has estado ignorándome, sabes que eso no me gusta.-Admití, era jodidamente cierto. -Mmm.-Rodó los ojos, se veía más triste aún, por lo cual me acerqué, lo abracé por su cintura y apoyé mi barbilla en su hombro. Él me abrazó a regañadientes. -¿Estás celoso?-Pregunté y él me miró alterado, aún no lo soltaba. -¿Por qué estaría celoso? -¡Ah! Eres un pésimo mentiroso.-Reí y él, desvió la mirada, nervioso.-Lo que pasó es que esa noche, estaba tomando y confundí los chats al ver un poco borroso. La persona a la que le enviaba esos mensajes, era a una compañera de trabajo. No pienses nada extraño, que sé que habrás pensado. -Mmm.-Sonrió levemente, más nervioso aún.-Soy tan tonto, creerás que soy de lo peor haciéndote shows por celos. -Ya como que voy conociendo tu modo de operar. -¿A qué te refieres? -Te molestas conmigo y me castigas con el látigo de la indiferencia. -Jajá, estoy muy avergonzado.-Admitió.-Lo siento, ¿me perdonas por no responderte? -Ah, es que eres increíble. Incluso me prohíbes la entrada a tu casa. -Soy muy inmaduro a veces, intento cambiar eso.-Respondió y me miró a los ojos.-No soportas que yo esté molesto contigo, ¿verdad? -¿Por qué dices eso?-Lo miré de reojo, enarcando una ceja. -Las dos veces que me he molestado contigo y desaparezco, vas siempre a buscarme a mí casa. -Mmm.-No supe qué decir, tenía la jodida razón. No entendía qué me estaba sucediendo, debo pedirle a Jason que me patee en la cabeza a ver si reacciono. Esto no es normal. -Eres tierno. -Cállate.-Respondí y de nuevo, su mirada cambió y exhalé, debo controlar mi cambio de temperamento, él no creo que pueda tolerar mi forma de ser. No me gusta cuando me dicen ese tipo de cosas, me incomoda e incluso a María Camila, le he dicho que jamás me diga cosas románticas ni nada similar, lo detesto, y por eso reaccioné de esa manera.-Lo siento, me incomoda un poco cuando me dicen cosas así, no estoy acostumbrado. -A veces eres aterrador.-Confesó y asentí, era cierto. Me lo dicen todo el tiempo y no sé si algún día pueda mejorar al menos en ese aspecto.-Pero, ¿cómo es que nunca te han dicho cosas así? -He advertido de antemano que no me digan nada así bajo ninguna circunstancia. Lo odio. -¿A tus anteriores parejas?-Asentí.-¿Y han accedido a eso? -Sí. -¿Cuántas parejas has tenido Sebas? -Mmm, una relación oficial como tal, una sola. De resto, solo cosas casuales o que no pasaban de un mes. -¿Era chico o chica? -Chica. -¿Y con quienes saliste antes también eran chicas?-Asentí.-De verdad creo que eres completamente heterosexual, es que se te nota en todos los aspectos.-Pareció de nuevo, desilusionado. Creo que en ese aspecto son muy mal mentiroso, no puedo evitar lo evidente. Nunca salí con ningún hombre antes, la posibilidad jamás me pasó por la mente y ahora, que debía hacerlo bajo presión, era lógico que se notaría mi verdadera orientación s****l. Debo aparentar ser más evidente, que crea que en verdad me atrae, con actos, palabras, no lo sé… porque sé que si sigo siendo de esta manera, terminaré aburriéndolo tarde que temprano. Llevamos varias semanas solo hablando y sé que ya deberíamos haber salido o tener algún tipo de contacto más cercano, pero me cuesta. No sé cómo haré cuando deba… besarlo. Creo que me drogaré, no encuentro otra forma posible de que lo haga o bueno, al menos eso pensaba en ese momento. -Niño.-Me miró a los ojos.-Las relaciones que tuve antes, las que no duraban, fue adrede. Más por cuestiones económicas. Nunca tuve una relación seria hasta que pude conseguir un trabajo decente, me limité mucho en ese aspecto. Cuando ya me permití hacerlo, ya de mayor, se dio la casualidad de que me llevé bien con una mujer que conocí en el trabajo. -¿O sea que tu ex novia es compañera de trabajo tuya? -Mmm, así es.-Mentí. -¿Era a quién le escribías los mensajes?-Preguntó dudoso, casi como si no quisiera escuchar mi respuesta. Negué con la cabeza. -No, le escribía a otra compañera. Es algo mayor, podría ser tu mamá. -Mmm, está bien.-No sé por qué no pareció conforme con mi respuesta. Le dije la verdad, al menos en lo relacionado a mi compañera, pero… no sé si fue buena idea decirle que trabajaba con quién “solía” ser mi pareja. No sé como vayan a ser las cosas después, pero bajo ninguna circunstancia, se puede presentar en mi lugar de trabajo. Sería desastroso, María Camila vigila todos mis movimientos y no, no lo dice ni me reclama, pero sé que lo hace de todas maneras, no sé por qué y si viera, que un chico totalmente desconocido, va a buscarme o pregunta por mí, empezarían las mil preguntas y no sabría qué responder. Ella sabe de antemano que no tengo muchas amistades, que esto no se me dan esas cosas y menos, un chico de esa edad, con su apariencia y menos, la vestimenta, porque debo admitir que Juan José es muy, muy llamativo. He notado que cuando camina, la gente lo mira, tanto su ropa, como su cabello y sé que en general le debe pasar esto en todos lados. No tiene sentido que yo conozca a alguien como él, no habría forma de que pudiera explicárselo sin que se notara que estoy mintiendo. -¿Qué harás el sábado en la noche?-Pregunté y él pareció confundido. -No lo sé aún, supongo estar en casa. ¿Por qué? -¿Quieres salir?-Pregunté y su mirada, no la comprendía. Se veía completamente sorprendido y… feliz. Fue muy extraño lo que sentí al ver esa mirada, como sus ojos parecieron brillar de repente. No supe reconocer qué era lo que sentí y no, no me gustaba para nada esa sensación.-Digo, si quieres… -¿Quieres salir conmigo?-Preguntó dudoso y desvié la mirada. Por algún motivo, me sentí muy nervioso y me molestaba mucho sentirme así, no lo entendía. ¿Qué me estaba sucediendo? -Mmm, bueno si no quieres, no.-Rompió en risas de repente. -Salgamos.-Me miró con una sonrisa dibujada en el rostro y sujetó mi mano. No supe qué decir, me bloqueé. Era la primera vez en toda mi vida, que me sentía de esa manera, tan nervioso y a la vez, tan asustado.
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