-No me quiero ir.-Dijo en un acento extraño, el niño, mientras lo sujetaba intentando que se subiera en la camioneta, pero se negaba. Sus amigos se habían ido con sus parejas, quién sabe a hacer qué tipo de porquerías que no podía ni imaginar, pero a él, le veía las intenciones de hacer todo un berrinche. Suspiré.-Otro rato, ¿sí?
-Estás muy ebrio, niño. Tienes que dormir ya.
-Pero, pero…-Lo interrumpí.
-Vamos.-Lo obligué un poco a subirse. No es que yo fuera controlador ni mucho menos, pero él ya había hace mucho, sobrepasado sus límites de alcohol y sé que no podía beber más. Ya estaba quedándose dormido, se trababa al hablar y si bebía un poco más, podría ser peligroso para él y no quisiera eso. Un momento, ¿estoy preocupándome por él?
-Bebito, sube.-Negué con la cabeza y cuando iba a cerrar la puerta, él lo impidió.-Sebas, ¿no quieres acompañarme a mi casa?
-Sí, es que… me incomoda subirme en tu camioneta, sabes como soy. Lo siento.-Era cierto, me incomodaba subirme, no quería hacerlo.
-Mi amor, no quiero irme solo a casa, ¿sí? Acompáñame.
-Niño, es que…-Me interrumpió.
-Estoy muy tomado, lo sé. Necesitaré ayuda para subir, ¿quién mejor para cuidarme que mi novio?-Dijo y de inmediato, pareció arrepentirse. Me sentí incómodo un poco también, no habíamos hablado ni siquiera del tema.-Lo siento, estoy diciendo estupideces. Puedes irte, perdón.
-No, está bien.-Rodé los ojos.-Iré contigo.
Me subí a regañadientes y cerré la puerta. Afortunadamente, la discoteca era al norte. Es decir, era muy cerca de la casa del niño, por lo cual, el trayecto no tardó mucho. Durante todo el tiempo, él intentaba besarme, pero me incomodaba el hecho, porque no estábamos solos, ambos guardaespaldas estaban adelante y una cosa era besarlo, pero otra muy diferente era hacerlo delante de la gente y por supuesto, no estoy listo para algo como eso.
Llegamos un rato después y como era de esperarse, le costó bajarse, por lo cual lo sujeté en todo momento, para que no tropezara y cayera. Al parecer, esto era muy divertido para él, por lo cual me quejé.
-No pues, qué chistoso es cargar a un ebrio que se ríe de mí.-Me quejé.
-Lo siento, es que es la primera vez que estoy tan tomado, y me cuesta hacer cualquier cosa.-Se excusó y asentí, al menos en eso podía darle la razón.
Lo ayudé a entrar. Incluso, me tocó ingresar las llaves de su casa, porque él estaba tan mareado, que no podía insertarlas, no lo hacía ni cerca. No pensaba entrar en su casa y menos, estando tomado, porque a pesar de que no estaba ebrio, tenía varios tragos de más encima, y si veía a alguien de su familia, sería muy malo para ellos, pero el niño me dijo que sus padres, solo vinieron por ese fin de semana y regresaron a la ciudad donde viven, Santa Marta como ya sabía de antemano.
Luego de abrir, lo acompañé hasta su habitación. No sabía dónde era, pero él me indicó. Tuvimos que subir al segundo piso, pero se veía muy poco, la casa estaba oscura. Al llegar a su habitación, abrí la puerta y casi que cargándolo con mi brazo, lo ayudé a recostarse en su cama y suspiré. Lo miré, parecía tener mucho sueño, por lo cuál le quité los zapatos, las cosas, adornos o yo no sé, que llevaba en las muñecas, así como la chaqueta. Hacía frío, el aire acondicionado era muy fuerte. Lo cubrí un poco con la cobija y justo en ese momento, reaccioné. ¿Qué carajos? ¿por qué demonios estoy cuidando de él? Deben ser los tragos de más, sí. Justo eso debía ser.
Iba a irme en ese momento, pero justo cuando terminé de acomodarlo en su cama, él se dio la vuelta y me miró.
-Ya te vas, ¿verdad?-Preguntó entre pucheros y yo, me agaché a su altura, muy cerca y lo miré.
-Son casi las 3:30am.
-Pero, pero… has estado toda la noche conmigo. ¿No podrías, al menos por hoy… quedarte conmigo?-Preguntó dudoso y sentí que mi rostro comenzó a arder.
-¿Qué estás insinuando?
-Nada, nada, es que… no quisiera despertar solo.-Acarició mi brazo.-Duerme conmigo, ¿sí?
-No sé por qué, pero te noto las negras intenciones.
-Wow, yo siempre soy el que anda pendiente de las más intenciones de otros hacia mí, pero es la primera vez, que alguien está alerta, alrededor de mí.-Dijo entre risas.
-Quién sabe, puedes ser un ebrio pervertido.
-¿Pervertido? Pero si ni conozco de perversiones, tengo cero experiencias y sí, sé que soy una vergüenza para mi género.
-¿Qué?
-Ya sabes, la mayoría de hombres se jactan por sus conquistas, la experiencia s****l y demás. Ocurre tanto en heterosexuales, como en homosexuales.
-El hombre que más se jacta, es por lo general, quién tiene menos o cera experiencia.
-No tengo intenciones ocultas contigo, confía en mí, ¿sí, mi amor?-Lo miré y asentí.-Quédate hoy conmigo, sólo dormiremos. ¿Te parece bien? Estoy muy tomado, caeré rendido en menos de dos minutos.
-Yo…-Dudé unos segundos, pero moría de sueño también.-¿Cómo es que siempre te sales con la tuya?
-Me adoras.-Respondió.-Siempre cedes ante mí.-Rodé los ojos, no respondí.
-Si duermo contigo, debes saber que duermo en ropa interior y no dejaré de hacerlo, por más que esté contigo o no podré dormir.-Le advertí y su sueño pareció esfumarse. Era cierto, era una costumbre que tenía desde niño. Si dormía con ropa puesta, debía levantarme a medianoche y quitármela, me incomodaba. No sabía cómo dormir con ropa puesta y tampoco confío en ningún hombre, que compre pijamas para dormir. ¿Qué carajos? ¿se creen mi pobre angelito o qué?
-Sebas, pues… está bien.-Asentí y empecé a desvestirme. Me quité primero la camisa, luego los zapatos y todo lo demás, hasta quedar sólo en ropa interior. No miré al niño, no sabía de qué manera podría estar mirándome, pero no tenía ninguna intención al quitarme la ropa justo ahora. Era cierto lo que dije, no puedo dormir con ropa puesta, es una costumbre de hace más de veinte años que no puedo erradicar y menos porque esté un poco tomado.
Al terminar de desvestirme, me tiré a su lado y él, se dio la vuelta y me miró. Me cubrió un poco con su cobija. No sé por qué esperaba que lo hiciera. Conociendo al niño, sabía que sería tan cursi de hacerlo. Lo miré.
-Sebas.
-¿Sí?-Pregunté. Estábamos muy cerca, en su cama y él se acercó un poco más, lo abracé por su cintura, sin pensarlo de más, porque sabía que deseaba que lo tocara y yo… no me sentía tan mal ante la idea.
-Nunca en mi vida había sido tan feliz, como hoy.-Dijo y vi que sus ojos se cristalizaron un poco. El niño se veía conmovido y yo… no sabía ni cómo me sentía. Mi corazón palpitaba con fuerza y sé que, podía sentir esa extraña sensación por todo mi cuerpo, pero decidí ignorarlo. Así sería todo más fácil.
Acaricié su rostro y al limpiar sus lágrimas, miré de nuevo sus labios y yo… no pude evitarlo. Volví a besarlo, con deseo y él, acarició mi espalda desnuda. Volví a perderme en sus labios y es que ¡no podía entenderlo! ¿era esto normal? ¿Qué unos labios fuesen tan adictivos? ¿qué tienen sus labios que no tienen otros? ¿es algo hormonal? ¿serían mi heroína? Y lo pensé mil veces, mientras lo besaba y disfrutaba tanto el besarlo, el lamer sus labios, sentir su calidez y, la sensación de plenitud al sentir nuestras lenguas jugar juntas. Creo que… debe haber algo mal en él, no sé si algo hormonal o algo del espacio-tiempo, porque no era posible que yo pudiese sentirme tan bien como me sentía en esos instantes, al besar sus labios. Es que juro, que nos besamos tanto esa noche, en su cama, que en un momento cuando se separó, me sentí vacío por completo y yo, me sentí muy mal.
Un rato después y cuando los tragos hicieron efecto en los dos, nos quedamos dormidos. Entonces, desperté a la mañana siguiente, pero muy, muy tarde. Era sábado y afortunadamente, no trabajaba este día por mi nuevo horario, porque eran cerca de las 10:20am y mi jefe, me habría acribillado al verme llegar al mediodía. Abrí los ojos y al percatarme de que estaba en su casa, y más, al ver al niño en mi pecho, abrazándome mientras dormía, al igual que yo lo hacía, abrazando su espalda, entré por completo en pánico y lo separé un poco, tratando de verme lo menos alterado posible. Claro está, recordaba todo lo de la noche anterior, pero de sólo recordar lo mucho que nos besamos, yo… dios, no sé ni qué debería pensar.
Me moví un poco y al hacerlo, lo vi despertarse. Sonrió al verme y yo me senté.
-Todo se mueve a mi alrededor.-Dijo en voz baja mientras sobaba su cabeza. Me puse de pie.
-¿Puedo usar tu baño?-Pregunté.-Quisiera ducharme.
-Claro bebé. Entra, hay toallas y lo que necesites en la despensa.-Sonrió y sé que esperaba que lo abrazara o algo, pero no lo hice. Mi mente estaba hecha un caos en ese momento, por lo cual preferí esconderme en el baño y si era posible, esconderme de todo en ese momento. Tenía miles de productos sin abrir en la despensa, por lo cual tomé un cepillo de dientes y mientras me cepillaba, me miré en el espejo. Tenía un poco de ojeras, pero eso me pasa a veces, no tiene nada de extraordinario, pero noté que me veía diferente. No sé exactamente qué era, pero sabía que me veía diferente, algo en mí había cambiado esa noche y no había vuelta atrás.
Mientras me duchaba, dejé el agua caer por un rato sin darme cuenta, estaba distraído. No podía dejar de repetir lo mismo una y otra vez en mi cabeza. Tal vez él no lo recuerde todo, estaba muy tomado, pero yo recordaba cada momento, cada beso que nos dimos y de sólo recordarlo, me producía una sensación en todo mi cuerpo. No podía negarlo, sabía que me había gustado besarlo. Yo estaba tomado también, pero no al mismo nivel que el niño y por eso, no puedo mentirme a mí mismo diciendo que el alcohol influyó en lo que sucedió, porque no fue así. Estaba consciente cuando lo besé mientras bailamos, estuve consciente cuando lo besé en su cama y estaba consciente justo ahora, de que de solo recordarlo… dios. Creo que había empezado una adicción.
¿Por qué esto está sucediéndome? ¿qué tienen sus besos que me hacen sentir de esa manera? Nunca me había pasado antes, nunca había disfrutado tanto antes el besar unos labios, como lo hice anoche al besar los suyos. Creo que… es una reacción natural, es que no puede ser que sienta algo más, ¡no es así! ¿qué me está pasando? Tardé mucho más de lo que suelo demorarme al ducharme. Me vestí de nuevo y al salir, lo vi dormido en la cama, bocabajo. Se había dormido con la ropa puesta, así que estaba un poco arrugada lógicamente y vi las marcas de las sabanas en su rostro. Me acerqué un poco, me agaché y lo observé unos instantes. Estaba dormido por completo y se veía tan… bien. Lo observé unos instantes, detallando su rostro, la forma de sus cejas, sus pestañas, su nariz puntiaguda y por último, sus labios… debo aceptarlo, Juan José es precioso, no puedo negar este hecho. Creo que era la primera vez que estaba consciente de este hecho. El niño era realmente hermoso.
Me puse de pie y tomé mis llaves al igual que la cartera. Bajé por las escaleras, salí por la entrada y simplemente, me fui.