Justo hoy era el día, en que cambiaría todo en mi vida y no había nada que pudiera hacer para volver atrás.
Era viernes e iba saliendo de clases. Llevaba la prueba que acababa de realizar en mi mano, con la nota más baja de la clase y el solo verla, cómo no le atiné a ninguna respuesta, me hacía enojar y lamentarme por ser tan estúpido. Por raro que parezca, había estudiado. Juan José me había ayudado a repasar durante varios días, pero cuando vi la prueba, me bloqueé y olvidé todo lo que había memorizado. Observé la hoja una vez más y la arrugué enojado, y la aventé lejos. Maldición.
-Creo que hizo la prueba más difícil, sólo para fastidiarme.-Me quejé y escuché las risas del niño y de sus irritantes amigos. Íbamos saliendo del salón de clases.
-Era obvio que no lo ibas a ganar. Tenías tremenda cara de estarte cagando en plena prueba. Creí que llorarías.-Comentó Santiago y lo fulminé con la mirada.
-¿Nunca te han empujado por las escaleras un viernes a las 10am?
-¿Qué?-Preguntó y se alejó cuando vio que me acercaba a él.
-Tranquilo, la vieja seguro que la repetirá, nosotros dos también la perdimos y no nos andamos lamentando.-Comentó el micrófono señalando a su amigo, el tal Fernando y rodé los ojos.
-Bueno, cambiando de tema, en la noche hay tremenda fiesta en Extreme, los cuatro iremos y no creo que quieras dejar que el Juan José vaya solito a esa fiesta.-Comentó el susodicho Fernando y lo miré confundido.
-¿Qué es extreme? Y, por cierto, yo no voy a fiestas.
-Es una discoteca de ambiente.-Respondió y lo miré más confundido aún.-Dios, ¿no sabes que es una discoteca de ambiente?-Negué con la cabeza.
-Discoteca gay.-Respondió Santiago y chasqueé la lengua.
-Ahora sí que menos voy.-Comenté.
-Vaya, ¿por qué te haces? Cómo si no fueras gay.-Dijo el micrófono y por mi mirada hacia su persona, se aterró.
-Bebito, no te enojes. No tienes que ir si no quieres.-Dijo el niño sujetando mi mano.
-Qué bien, porque no iré.
-Bueno, tú te lo pierdes. Aunque debes saber, que a ese tipo de lugares, va gente con muy malas intenciones. Nosotros iremos cada uno con nuestra pareja, no es bueno que nuestro amigo esté solo, sin nadie que lo cuide.
-Querrás decir, solo y bebiendo en un lugar, donde puede ser la presa de la manada.-Dijo Santiago y miré al niño.
-¿Por qué querrías ir a un lugar como ese si es así como lo describen?-Le pregunté.
-Mmm, no sé. No he ido nunca a una discoteca de ambiente y creo que sería bueno que conociera más, no vivir siempre en una burbuja.
-Mmm.
-Sé que no quieres ir, ya sabía de antemano que jamás accederías a ir a un lugar como ese, pero sería lindo que lo hicieras por mí.-Me miró con esos ojos brillantes y yo… no supe qué decir.-¿Me acompañas? ¿sí?
-Está bien.-Sonrió, feliz.
-Vaya, vaya. Cómo cedes de fácil ante lo que él pida, ya como que te tragaste.-Se burló de nuevo, el micrófono y por supuesto, lo incendié con la mirada. Todos rieron.
-Te va a tragar es la tierra del golpe que te voy a dar, que te mando a China.
Entonces, más tarde en la noche después de la jornada de trabajo de ese día, me encontraba en casa, pensativo y dudaba sobre si ir a ese lugar o no. Una cosa es que salga con el niño, es ya por fuerzas mayores, pero otra cosa es andar en esos lugares pregonando algo que no soy. Tampoco podía caer tan bajo. Es que ni siquiera he ido jamás a una discoteca normal, mucho menos a una de “ambiente”. Dios, de solo pensarlo, en las cosas que podría ver allí, me revuelve el estómago y quiero arrancarme la piel. Me imagino un escenario similar al de la película irreversible, y si es así como lo pintan, tendré que mudarme a otro país después, por pena moral.
-Esta es la camisa que tienes que usar.-Comentó Jason entre risas, aventándome una camisa espantosa mientras yo veía televisión en la sala. Era una grosería incluso de ver, era rosada, de lentejuelas y pequeña, creo que era de las que usa su novia en los carnavales de febrero.
-Estás buscando que te la ponga de sombrero.
-¿Tú y cuántos más?-Vaciló y se la aventé encima.
-A ver, actualízanos. ¿Qué tal va todo el niño?-Preguntó Moritz silenciando la pantalla. Lo miré.
-Bien.
-Cómo siempre, tan conversador.-Se burló.
-¿Ya lo besó?-Preguntó Danilo y negué con la cabeza.
-Qué verga.-Se quejó Jason.-Bien, ¡se me acaba de ocurrir una idea!
-A ver.-Pregunté.
-Supongo que hoy en la discoteca, el niño va a beber y es perfecto. Puedes embriagarlo, por completo, y mañana le dices: Qué lindos los besos que nos dimos. Como no está acostumbrado a beber, probablemente tenga lagunas si se pasa de alcohol y lo creerá, a pesar de que no haya sucedido. Es el plan perfecto.
-Qué estúpido es usted, a lo bien parce.-Se quejó Danilo y Jason, lo miró enojado.-¿Cómo se le ocurre semejante idea tan mala? Si ya cree que lo besó, nada le costará ahora andar besando a este man, y conociendo al Sebas, huiría antes de permitir que el niño lo ande besuqueando.
-Mmm, de igual forma, creo que debe hacerlo. No hay forma de evadirlo más, puede aburrirse y abrirlo, eso jodería el plan. No podríamos acceder ni a la información que puede haber en su casa y mucho menos a su familia, con la red de seguridad que tienen.-Dijo Moritz y bajé la mirada. Era cierto, no lo podía posponer más. Debía hacerlo, creo que hoy debía actuar, ya no lo puedo evitar más o pensará que es extraño. Llevamos saliendo ya bastante rato, nos hemos visto un par de fines de semana y hemos salido a lugares similares, pero todo ha sido meramente cordial y nada más, no hay forma de que no empiece a sospechar si no lo beso pronto. Siempre he evitado que estemos solos para que esto no suceda, por eso siempre lo he invitado a lugares públicos como restaurantes y no he estado en su casa de nuevo, a pesar de que él me ha pedido estar un rato con él allí y he sacado mil excusas. Lo he evitado, porque no hay forma de evitarlo si estoy solo con él y sabía bien que no podía hacerlo, no me había preparado mentalmente para ello, pero ya es el momento, no puedo postergarlo más.
Debo besarlo, y debe ser hoy.
-Bueno, pero una estrategia si lo piensas hacer hoy, puede ser que ya llegues medio borracho a la discoteca de maricas. Tú sabes, borracho entra todo mejor.-Dijo Jason y mis hermanos se burlaron de él, por el doble sentido por lo que dijo.
-Qué va, a ver Sebastián, besar a alguien tampoco puede ser tan malo. O sea, tampoco es que sea la maravilla besar al niño, pero tampoco es como que hoy usted se vaya a acostar con el parcerito.-Dijo Danilo y Moritz le pegó en el brazo.
-Claro, lo dices así porque no es a ti a quién te toca.
-Bueno ya está, ya veré cómo hago las cosas. No es como que haya vuelta atrás.-Añadí y me puse de pie. Me vestí normal, igual que siempre. Nunca me suelo vestir informal, ni sé bien por qué.
No fui en mi moto hasta ese lugar, porque como sé que voy a beber, no es conveniente que lo haga si voy a manejar. Usualmente sí lo hago, pero cuando bebo poco, tengo mucha tolerancia al alcohol, pero hoy sí planeaba hacerlo, porque enloquecería si no lo hiciera. Me sentía muy nervioso y no podía pensar en otra cosa más que en lo que iba a ocurrir. No me entendía, ¿qué tal difícil puede ser besarlo? No es como que él no quiera que lo bese, sé que sí lo quiere, pero… dios, creo que estoy desvariando. Nunca me había sentido tan nervioso por besar a alguien antes.
No fui a recogerlo, porque me dijo que estaría la tarde en su casa con sus amigos y de ahí, los llevarían en la camioneta hasta ese lugar. Las ventajas que tiene ser rico.
Esperaba en la dirección exacta, justo a las diez como me dijeron que llegara y pasó mucho rato, no había rastro de ellos. Tal vez me servía que llegaran tarde porque no podía pensar con claridad, mi cabeza daba vueltas en el mismo tema. Maldición, parecía un adolescente en este momento, aunque ni en esos tiempos, me puse nervioso alguna vez o no de la manera en que estoy ahora, no podía reconocerme a mí mismo en ese momento, ni controlar mis pensamientos.
Encendí por inercia, un cigarrillo y le di una calada, compré también una cerveza en la calle, pero la bebía casi enseguida y compré otra. No podía hacer nada más que esperar, ni me tomaba el trabajo en marcarle porque no quería escucharlo aún, no con este enredo en mi cabeza, en que no entiendo qué carajos está sucediéndome. Veía la enorme fila para entrar al lugar, llena de gente muy extraña. Hablaban muy fuerte y todos parecían estar muy alegres. Un par de chicas, consumían descaradamente marihuana, aunque he visto al par de amigos inútiles de Jason hacer lo mismo a plena luz del día. ¿Ya no es ilegal hacerlo? Pensaba mil cosas sin importancia, intentando distraerme, pero luego vi llegar a la enorme camioneta blanca y se estacionaron a un par de metros de distancia. Exhalé el humo y noté un par de chicas que estaban cerca, me miraban y rodé los ojos. Creí que a estos lugares no venía gente heterosexual, creo que no sé nada de la actualidad ahora. Soy vergonzoso.
-Sebas.-Dijo al acercarse rápidamente cuando me vio a lo lejos. Me abrazó y no pude devolverle el abrazo como hacía siempre. No podía controlar la manera en que me sentía.-¿Estás molesto, mi amor?
-No.
-Estás muy serio.-Contestó preocupado y me vi obligado a relajarme. No quería que me hiciera una escena ahora, lo conocía, le encantaba hacerlo, pero francamente esas cosas me daban igual, era su forma de ser. Nunca me había molestado al menos eso, pero sé que él se toma demasiado a pecho mis expresiones o la manera en que le contesto. Jamás le he contestado mal o al menos así lo veo, es que sé que me expreso un poco extraño para la mayoría de la gente, pero es mi manera de hablar, no es nada personal.
-No, es sólo que estaba pensativo.-Sé que quiso preguntar al respecto, lo conozco. Sé que no se quedaría con la duda, el niño es muy curioso, pero en ese momento se acercaron sus amigos, quienes habían estado saludando a unas personas que encontraron en la fila. Todos vestían… no sé, de forma llamativa y extravagante, pero yo no, por supuesto. ¿Qué pensará la gente que me vea con ellos? ¿notarán acaso que estoy fingiendo?
-¿Acabamos de llegar y ya estás borracho?-Preguntó Santiago y negué con la cabeza.-Ya hueles a alcohol.
-Llevo cerveza y media. Habría empezado a beber junto a ustedes, pero llegan cuarenta y cinco minutos tarde. Debía entretenerme con algo.-Me excusé, pero claramente mentía o… tal vez no, sí las bebí para intentar distraerme, pero no por el motivo que les dije.
-Perdón.-Juan José besó mi mejilla y evité mirarlo, maldición, maldición, ¿por qué demonios estoy tan nervioso? Justo en ese momento, se acercaron las parejas de esos tres y me desconcertó el hecho de que fuesen tipos normales, todos algo mayores para ellos, pero tipos comunes y corrientes. Es que no sé ni qué imaginaba, pensé que saldrían con gente igual a ellos o con tipos salidos de alguna caverna, pero no era así.
Entramos enseguida. Pensé que tendríamos que hacer fila como el resto de las personas, pero ellos rieron cuando sugerí que debíamos empezar la fila antes de que se hiciera más tarde. Tenían reservas VIP para todos nosotros y pudimos entrar sin problemas. Me sentí extraño al hacer eso, no estoy acostumbrado a saltarme los protocolos. Vaya que ellos han vivido de forma muy cómoda, no tienen que hacer muchas cosas que los mortales como yo, sí. Ahora que lo pienso, ¿a qué se dedican las familias de estos tres engendros? ¿son como Juan José? Debo decirle a Emanuel que los investigue.
Vi que tenían reservada una mesa, en el segundo piso, el cual por supuesto, era un lugar exclusivo y alejado de la plebedad de abajo. No sé ni cómo estaba sentado con ellos, es como ir a un partido de fútbol y no entrar a las gradas, sino a los palcos, es diferente. Vi que el novio del micrófono, un tipo alto, moreno, de cabello corto y con más músculos que Stallone, ordenó dos botellas, las dos más caras del lugar: whiskey de cincuenta años, escocés. Las miré desconcertado cuando las trajo el mesero y no conforme a esto, ordenaron cocteles nada baratos. Sólo estas cosas, sumaban más de un millón de pesos, sin contar con el resto de cosas que pedirían. (alrededor de 330 dólares).
Otra mesera, trajo los ocho cócteles y yo ni siquiera había pedido uno. No bebo esas cosas, no es lo mío. Siempre he sido de cervezas, vino o cosas más simples. Ni mis padres en vida, en la buena época, bebían cosas semejantes, a lo mucho, el ron viejo de caldas que es bien económico, el favorito de mi abuelo o bueno, el que era su favorito. Tomé el cóctel con mi mano y lo observé un buen rato. Era como… ¿rojo? ¿pero también azul y verde? Lo olí incluso, pero no me apetecía beberlo.
-¿Pasa algo bebé?-Preguntó Juan José curioso, al verme sostener la copa en la mano, sin probarla.
-¿Esto que es?
-Ni idea.-Se encogió de hombros.-Pero sabe bien.
-A ver.-Lo probé solo un poco. No sabía mal, pero definitivamente, no es algo que compraría. Parecía una mezcla nada buena de varias botellas de licor. A alguien que no sepa, con dos copas de esto, lo volvería loco. Creo que veré a los engendros ebrios hoy, los bebieron casi de inmediato y por la forma en que lo hicieron, noté de inmediato que no tienen experiencia bebiendo tampoco. Vaya amigos que tienes.
-¿Y?
-Es muy dulce y según calculo, tiene tequila, vodka y ron. Es muy fuerte, no lo bebas.
-Te preocupas mucho por mí.-Rió y me abrazó. Lo miré.-Me adoras, ¿verdad?
No respondí, me puse incómodo al igual que siempre y él lo notó, sonrió.
-Sé que te cuesta decir ese tipo de cosas, pero está bien. Sé que me adoras.
-Mmm, claro que no. Apenas salga, te voy a bloquear.
-Ni tienes r************* , bebé.-Se burló abrazándome más fuerte.-No te lo estoy pidiendo, pero será que… en un futuro cercano, ¿me dirás que me quieres?
-Oh, yo… jamás he dicho eso a alguien.
-¿En serio? ¿tampoco has dicho a alguien: te amo?-Negué con la cabeza, avergonzado. Era cierto, no eran excusas. Jamás dije cosas como esas y no porque no quisiera, es que ni se me pasó por la cabeza. No se lo he dicho a nadie, nunca me ha nacido hacerlo o tal vez… no me he sentido lo suficientemente bien con alguien como para querer decirlo. Ahora que lo pienso, en verdad estoy bien jodido. En todas las formas posibles.
-Así como soy ahora, he sido siempre. No sé si algún día pueda decirte eso… tengo ciertas limitaciones ahora que lo pienso…-Me interrumpió.
-Está bien, lo sé y no me importa. Me encanta lo único que eres.-Sonrió y yo, no pude evitar sonreír también.
Pasó un largo rato. Le dije que no bebiera ese cóctel, pero lo hizo igual. Escucharé lamentarse a cierto niño mañana. Por supuesto, no ordené ningún otro cóctel, no me gustó mucho. Bebí solo whiskey y ordené un par de cervezas negras. Ellos por otro lado, ordenaron cócteles sin parar y los bebían muy rápido, al igual que el whiskey. Ya todos hablaban de más y les costaba hablar, incluyendo al niño, quién estaba extremadamente meloso y se negaba a soltarme.
-A ver, a ver, hay que dejar el arrumaco aquí.-Se burló el micrófono.
-Jamás.-Dijo el niño y noté por su tono de voz, que estaba un poco ebrio. Se lo dije, no iba a tolerar los tres cócteles que bebió sumados a la cantidad de whiskey que ha ingerido. Era demasiado para él, ni yo lo habría hecho si esta fuese la segunda vez que bebía en la vida.
-El año que viene, me les caso.-Dijo su amigo, Santiago, abrazando más fuerte a su novio, quién se veía un poco incómodo ante la afirmación de él. Era curioso, es un tipo joven, pero muy, muy calvo. Era hasta decente, ¿qué le vieron esos tres a los engendros? Todos, incluyendo al niño, estaban muy melosos al estar tan tomados.-¡ME CASO!
-¿Yo cuando te pedí matrimonio?-Preguntó su novio desconcertado.
-Pues tienes que hacerlo pronto y te advierto algo, ¡ME CASO POR LA IGLESIA!
-Tendrás que llevar a punta de escopeta a un cura a un altar. La iglesia católica, no casa parejas homosexuales.-Comenté y él, me miró tan triste, que creí que rompería en llanto, pero afortunadamente no fue así, o habría tenido que amputarme los ojos.
-¿En serio? ¿y yo para qué llevo planeando la decoración de la catedral por años?-Preguntó desconcertado y exhalé.
-Vaya problema tan importante el que tienes.-Me quejé.
-¿Odias a mi novio?-Preguntó el calvo y negué con la cabeza.
-No o bueno, tal vez sí. El odio es mutuo.
-¡Sebas!-Se quejó el niño y me encogí de hombros, todos rieron.
Al rato y cuando todos estaban completamente ebrios, vi que se pusieron a bailar, entre la gente. Sí, bajaron y empezaron a bailar entre la plebe (lo menciono así ya que estábamos en una mesa VIP y creí que se querrían alejar de la plebe, como yo). Yo sí sé bailar por supuesto, pero no bailaría en una discoteca de ambiente, rodeado de tipos de dudosa reputación y menos, con otro chico. Es que, ni siquiera sé si dos chicos puedan bailar, no sé cómo sería ese tipo de protocolo.
Nos quedamos solos y vi que él se puso un poco incómodo. Parecía querer decir algo, pero se arrepentía al final. Lo miré.
-¿Qué pasa?-Le pregunté al oído, por el fuerte sonido de la música del lugar.
-Yo… me encantaría que bailaras conmigo.
-¿Sabes bailar?-Pregunté.
-Algo, pero no importa. Quisiera bailar contigo.-Dijo y yo… sólo accedí.
Nos pusimos de pie, pero el niño me dijo que no bajáramos junto a los demás, que bailáramos junto a donde estábamos. Esta parte del lugar, no había casi nadie por la hora, todos estaban lo suficientemente ebrios como para querer bailar hasta que se desmayaran. Casi todos estaban abajo, por lo cual, estábamos prácticamente solos, pero… yo no estaba ebrio al igual que todos, sólo estaba un poco tomado, lo suficiente como para dejar de pensar, al menos por esos instantes.
Sonaba una canción que no recuerdo el nombre, no era mi tipo de música como era de esperarse, pero juro que, siempre recordaría qué canción era.
No estaba muy seguro de esto, es que, nunca había bailado con otro chico antes, y a pesar de que noté que él no sabía mucho cómo bailar este tipo de música, se acercó a mí, sin importarle y pasó sus brazos por mis hombros. Juan José no era pequeño ni mucho menos, era casi de mi estatura, sólo un par de centímetros más bajo y por eso, podía mantener la vista fija a sus ojos en frente de mí. Pasé mis manos por su cintura, pero no porque me atreviera, lo hice con tanto miedo, por dios. Tenía muchos nervios en ese momento, el corazón me latía a mil por hora y yo… creí que podría morir al sentirme de esa manera, tan nervioso y con tanto miedo… que me aterraba estar sintiendo algo que no debía, que no podía, es que… no, ¡maldición! No tenía sentido.
Bailamos alrededor de dos minutos o más, no lo sé, pero en un momento dado y no sé por qué exactamente, empezamos a acercarnos y yo… sentía su mirada, sus ojos que brillaban al verme y juro que en ese momento pude sentirlo, ese niño, en verdad me quería y por su mirada, la mezcla de deseo y nervios en sus ojos… lo sabía, debía hacerlo. Inhalé fuertemente, intentando aplacar el miedo y que los nervios se alejaran, pero sabía que era imposible y más, al estar tan, tan cerca, por dios. Podía sentir su respiración, nuestras narices se rozaban y sentí su olor, ya lo reconocía, siempre lo haría. Miré por un momento sus labios y… vaya error. Sentí unas ganas incontrolables de probarlos, de sentir su sabor y… no lo soporté más. Dejé a un lado la razón por esos instantes y lo besé, lo besé, lo besé. Él pareció sorprendido, al sentir que lo besaba tan fuerte, con tantas ganas, pero sentía que, si no lo hacía en ese momento, moriría. Dios, se sentía tan bien, lo besaba sin detenerme y, cuando lo acerqué más a mí, Juan José abrió un poco los labios y fue cuando perdí la razón. Profundicé el beso e introduje mi lengua en su boca y lo escuché jadear, suspiré. Lo besé sin detenerme, no sé por cuánto tiempo, pero fue mucho, mucho tiempo, en que lo besé con tanto deseo, que la posibilidad de detenerme, jamás rondó mi cabeza. Me gustaba el sabor de sus labios, su calidez, el sentir como me acercaba más a él o cómo nuestras lenguas jugaban en la boca del otro. Mi temperatura corporal se elevó y sabía que él también se sentía así, porque me besaba con tanto deseo y sentía que su cuerpo ardía, podía sentir la calidez a través de su ropa. Después de mucho tiempo, no sé cuánto, mordí su labio inferior y lo escuché jadear, sonrió y volvió a besarme, con ganas, con necesidad.
Justo en ese momento, se acercó su grupo de amigos y escuché sus risas. Me separé alterado y en esos instantes, recobré la razón y me quedé helado. Me separé de inmediato del niño y me senté en la mesa, bebí de un solo sorbo, la cerveza casi completa que me quedaba. Él se sentó a mi lado y agarró mi brazo, me abrazaba.
Quise llorar, quise hacerlo en verdad.