16.

1623 Words
Me encontraba reunido con mis hermanos justo antes de dirigirme al instituto o ellos a su trabajo. Debatíamos algo importante y que sé que se debe decidir si o sí. No era algo que pudiera postergar, menos con los problemas que ya me estaba generando y con los que estoy 100% seguro de que me generarán sin parar. Debía hacer una elección, o el amor, o el plan. Mi novia o Juan José. No veo posible mantener dos relaciones al mismo tiempo, menos cuando ambos son tan demandantes. Siempre veo a María Camila unas dos o tres veces por semana. Por lo general, siempre la he pasado con ella los fines de semana completos, pero ahora que ya había salido con el niño, sabía que esto iba a volverse frecuente y no hay forma de que pueda evadir el reunirme con ella, y más, con la fuerte discusión que tuvimos el domingo, por mi sospechosa desaparición. Fue una pelea en grande, no como las anteriores que habíamos tenido, que eran frecuentes, pero por cosas mínimas. Es que no hallo forma de que pueda evitar verla o que ahora, que lo veré más seguido, en que ella o sus amigos, o familia no me vean en algún momento con él. Las probabilidades de que esto ocurra son muy altas y más, porque conozco a sus cinco amigas, que siempre están en todos lados y también, conozco a su familia. No puedo arriesgarme a que me vean con él saliendo al mismo tiempo con ella, sería desastroso una confrontación delante de él y todos los años de planeación, se irían a la basura. Había pensado en esto toda la semana, en qué debería hacer, qué decisión tomar. -Justo hablábamos de ese tema, luego de ver la tremenda discusión que tuvieron el domingo.-Comentó Moritz y asentí. No me gusta que ellos se den cuenta de mis problemas personales, pero ese día fue imposible. Mi novia vino al mediodía hasta el apartamento y por su fuerte tono de voz, sé que ellos escucharon todo lo que me dijo. -También lo pensé. Yo soy fiel más por obligación, no hay forma posible de que empiece a verme con otra vieja, sin que mi mujer lo note. Las mujeres son muy meticulosas y se dan cuenta de todo.-Comentó Jason. -¿Saben? Esto no es justo con el Sebastián.-Dijo Moritz y todos lo miramos.-No tuvimos en cuenta ese aspecto al decidir que él saliera con el niño. No es justo que deba terminar con su novia de hace tiempo por el plan. -Espere, no se nos adelante.-Dijo Danilo tranquilamente.-A ver Sebastián, ¿qué tan duro le daría a usted cortar con su novia en este momento? ¿le dolería? -Mmm.-Lo pensé unos instantes y no supe qué responder. Sé que sí me dolería, llevo bastante tiempo con ella y estoy acostumbrado a verla, a pasar tiempo con ella y contarle mis cosas. Somos amigos dentro de todo, pero, ¿me dolería realmente el dejar de verla? Se sentiría extraño, lo sé, pero… después de todo, ¿estoy enamorado de ella? No estoy seguro al respecto, es que no sé exactamente cómo se siente una persona enamorada. Con mi forma de ser, alguna vez lo pensé y llegué a la conclusión de que sería imposible que me sucediera, sé que soy repelente, no me gustan las muestras de cariño y por lo general, no me apego tanto a la gente, al menos no en el aspecto emocional. Me forcé a ser de esta manera después de lo que me tocó vivir con mis padres, juré que nunca más me iba a sentir mal por nadie y menos, me iba a apegar de alguna manera. Justo eso he hecho desde entonces, pero sé que soy una simple persona y que esto me puede ocurrir lo decida o no. Entonces, ¿estoy enamorado de ella? ¿la veo como Jason ve a su novia? Sé que ellos se aman, siempre hacen todo juntos y él, le hace espectáculos deplorables de celos, es muy vulnerable ante todo lo relacionado a esa mujer, pero yo… jamás recuerdo haber sentido celos con María Camila, de ninguna forma y creo que tampoco ha habido una situación en que me haya sentido vulnerable o aterrado de poder perderla. Creo que también influye el hecho de que nuestra relación ha sido muy tranquila, siempre un término medio y yo… dios, en verdad no estoy enamorado de ella. Es la primera vez que estaba consciente de este hecho. -Por más que le de vueltas al tema, sé que me dolería, la quiero, pero… tampoco es que esté enamorado.-Respondí al final y Jason me fulminó con la mirada. -Vaya, qué mal hombre eres. Esa vieja se le nota desde lejos que está enamoradísima de ti.-Se quejó y pensé en responderle, pero prosiguió:-Ni me extraña, tú no eres del todo normal. Creo que no naciste con el sentido de la empatía. -¿Qué?-Pregunté desconcertado. -Es eso cierto. Creo que usted no siente aprecio por nadie, ni por usted mismo.-Dijo Danilo y me sentí más desconcertado aún. Incluso Moritz quién es el más sensato, estuvo de acuerdo con eso. ¿En verdad me ven de esa manera? -Entonces, ¿ustedes creen que si les pasa algo me daría igual? ¿Qué no me afectaría?-Pregunté a la defensiva. Una cosa es que no me apegue de más, pero por dios, ellos son mis hermanos, mi familia, no soportaría perder a otra persona más. No puedo ni imaginar qué se sentiría perder a alguno de ellos tres. -Exactamente eso creemos.-Dijo entre risas Jason y le pegué en la cabeza, se quejó.-No, bueno tampoco. Sé que dentro de esa persona horrible que eres por fuera, nos aprecias un poco. Aunque eso sí, estoy seguro de que odias al resto de los mortales. -Quieres morirte hoy, ¿verdad? -Entonces ya está, termine con ella. Incluso es bueno que lo haga, no está bien que usted esté con ella si no la quiere, es cruel. -Bueno, ¿qué carajos? Ya vuelvo.-Dije y me puse de pie. Danilo se acercó muerto de risa. -Oiga Sebastián, ¿ya va a decirle?-Asentí, no entendía qué le causaba tanta gracia.-No, de verdad usted es de lo peor. Salí y conduje hasta su casa. Nosotros vivimos relativamente cerca, a menos de diez minutos de distancia. Ella vive en un tercer piso, porque debo estacionar por fuera. Qué extraño se siente esto, saber que es la última vez que estacionaré aquí. Subí y llegué hasta su apartamento, toqué su puerta. Abrió casi un minuto después y la miré. Llevaba su cabello suelto, siempre me gustó su cabello, es bonito. Traía su vestido blanco y por su mirada, supe que seguía molesta por la discusión del otro día. -¿Puedo pasar?-Pregunté y asintió. Entré, cerró la puerta detrás de mí. Nos sentamos en la sala y vi a lo lejos, a su perro. Tiene un perro blanco, enorme y aterrador, nunca quisiera estar solo con él. -Sebastián.-Me llamó y la miré, me sentía extraño, ni sé bien por qué.-Seguro vienes porque sabes que sigo enojada. -Yo…-Me interrumpió. -No sé cómo es que no quieres que siga enojada. No me diste ninguna explicación sobre el sábado, ni donde estuviste ni nada. Es desesperante que seas de esa manera. -¿Perdón?-Me miró irritada y exhaló. Al final me abrazó y hundió su rostro en mi pecho. -Ya está, no soporto pelear contigo. No me gusta.-Admitió e inhalé hondo. La separé un poco y por la expresión de mi rostro, sé que notó que le diría algo y que no sería nada bueno.-¿Estás bien, cariño? -Yo… sí lo estoy, pero… terminamos.-Estalló en risas, pero al ver que mi expresión no cambió, se puso seria de repente y me miró. -Debes estar bromeando, ¿verdad? -Mmm, no.-Me puse de pie y ella lo hizo también, alterada. -Sebastián, ¿es en serio? ¿estás terminándome así? ¿de esa manera tan seca y cruel? -No soy cruel, sabes que soy un hombre de pocas palabras.-Vi que sus ojos se llenaron de lágrimas y yo… no supe qué hacer. Nunca sé qué hacer cuando veo a una persona llorar, me incómoda y me dan ganas de huir. No soy de esos que consuelan.-Nena, perdón… es que… creo que es lo mejor. -Pero, ¿por qué? debe haber algún motivo. ¿Cómo es que terminas una relación de más de un año de esa manera? Pareciera que no te importara. -Sí me importa, es solo que… no mereces estar con alguien como yo. Fue bueno para mí todo el tiempo que estuve contigo, lo disfruté, pero… creo que ambos sabemos que no estoy enamorado de ti. -Mmm.-Limpió sus lágrimas y me sentí muy mal. Sabía que había actuado de manera despreciable, que no debí prolongar tanto tiempo esto. Fue egoísta, estar tanto tiempo con ella simplemente porque me gustaba, me hacía compañía, aún cuando en el fondo sabía que no la veía de la misma manera en que ella me miraba a mí.-Sí, siempre lo supe, pero no lo quería admitir. Incluso todos a mi alrededor se daban cuenta, cuando jamás me diste flores, detalles románticos o siquiera, me dijeras palabras dulces. Es una porquería, soy tan estúpida. -No lo eres, no vuelvas a decir algo como eso. Hablamos por un rato más, pero eso fue todo. Al menos quedamos en buenos términos, sé que María Camila no es una persona rencorosa, no como yo. Merece a alguien mejor, no a un tipo tan dañado y lleno de odio, sé que estoy bien arruinado por dentro. Nadie merecería estar con alguien como yo.
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