28.

2905 Words
-¿Qué? pero, ¿QUÉEE?-Chilló Jason de forma irritante y Moritz le pegó en la cabeza. Se quejó e iban a pegarse, pero los separé. -Oye, tú, ya cállate y deja el escándalo. -Sebas, ¿es que usted está borracho tan temprano? ¿no le da vergüenza?-Se quejó Danilo. -No, no he bebido nada.-Respondí. -Pero, no tiene sentido. A ver, tremendo alboroto que hiciste el otro día después de que te besuqueaste al niño y ahora, no conforme a que dices que volviste a verlo, nos dices así de campante, que son novios.-Comentó Jason, anonadado. -Bueno, tomó la mejor decisión. Así podemos proseguir con el plan como era originalmente y no tenemos que ir a andar secuestrando menores de edad, naah qué flojera.-Rió Danilo, Jason se acercó a mí y me miró enarcando una ceja. -Tú estás como sospechoso.-Dijo mirándome de pies a cabeza.-Voy a indagar en el tema, no me convence que lo hayas hecho por el plan como acabas de decir. Moritz me miró de reojo, exhalé. A él le había contado la verdad, lógicamente no le di detalles, pero él lo sabía. Sabía que no lo había hecho por el plan, que mentía, sabía que lo hice por el niño, pero no me sentía listo ni cómodo, al tener que decirles nada sobre mi vida privada o sobre este enredo en mi cabeza, a esos dos. -Voy a estarte vigilando, cada paso que des, yo estaré adelante, bebecito.-Me lanzó un beso irritante y quise arrancarme la piel. -Usted vuelve a hacer algo como eso y juro que le parto las piernas, a lo bien.-Se quejó Danilo, irritado. -Bueno, si no me quieren pesado e irritante, lo quiero conocer.-Sentenció Jason y no había atisbos de risas en su rostro, lo decía en serio. Los tres lo miramos confundidos. -¿Qué tramas Jason?-Preguntó Moritz. -Sólo quiero conocerlo, no tengo intenciones ocultas, de verdad.-Era más que evidente que mentía, ninguno de los tres le creímos. Se acomodó y rompió en risas.-Bueno, sé que soy de poco fiar, sé que tengo mala fama, pero, ¿qué podría hacerle? No le voy a pegar. Simplemente quiero conocer a mi nuevo cuñadito, es todo. -No sé que trama parce, pero cuidado con lo que piensa hacer. No va a tirarse el plan, como la otra vez que le mandó un video pornográfico. Tremenda cagada innecesaria. -Es cierto, si viene por tu exigencia, vamos a estar sobre ti, vigilando cada uno de tus movimientos. No eres nada confiable.-Dijo Moritz, era cierto. Sabía que debía tener algún motivo oculto de fondo, no lo podía querer conocer por simple curiosidad, alguien como él, nunca hace nada porque sí. De igual forma, sí debía traer a Juan José, me había dicho ya varias veces que quería conocer a mis hermanos y no hay forma de que siempre tenga una excusa, pero ahora, con las negras intenciones que el Jason debe traerse, no sé si sea una buena idea. -No sean dramáticos, seré todo un amor con mi cuñadito.-Me guiñó un ojo y ahora más lo sabía, tramaba algo. No sé qué sea, pero espero que no joda las cosas. Moritz me dijo que le dijera que viniera esta noche y de inmediato, al ver las intenciones de los tres, de emborracharlo, me negué y les exigí que no le dieran alcohol. Vamos, yo no soy una persona posesiva ni mucho menos, pero no me huele bien que el haga eso con mis hermanos y más, al saber cómo reacciona él ante el alcohol. Se pone extremadamente meloso y… no me gustaría que esos tres nos vieran en esa situación. No estoy listo para eso. Entonces, en la noche, fui a recogerlo a su casa y cuando subimos al apartamento, nos detuvimos en la puerta, pero antes de abrir, lo miré. -Niño. -¿Sí? -Sólo para que no te hagas ideas, yo no vivo de una forma ni remotamente similar a la tuya. -¿A qué te refieres? -Vivo de una manera muy sencilla, humilde. -Sebas.-Me abrazó e hizo pucheros.-¿Por qué siempre mencionas ese tema? ¿crees que me importa el dinero o las cosas que tengas? -No, no sé, pero por si acaso, prefiero advertirte a que te decepciones. -No me importa nada de eso, nunca pienses lo contrario. ¿Está bien?-Asentí. Noté que se le hizo extraño, que me asomara antes de dejarlo entrar. Sé que debí verme muy misterioso, pero debía cerciorarme de que ninguno de los tres estuviese desnudo. Sí, parecería una broma, pero a veces se pasean en ropa interior o en el caso específicamente de Danilo, a veces camina desnudo, como si nada y recuerdo que una vez fue muy vergonzoso, en la noche del 24 de diciembre del año pasado, cuando llegó temprano la novia de Jason para decorar y esas cosas, pero cuando entró a la cocina, gritó alterada y era porque ese infeliz, estaba como si nada, desnudo campantemente, sirviéndose un refresco de la nevera. Él huyó de inmediato, pero aún así, lo sigue haciendo.-Bebé, ¿pasa algo? -No, sólo me cercioraba de que no vieras cosas horribles. -¿Qué?-Preguntó entre risas y le dije que entrara. Lo hizo, entró, pero noté que estaba muy nervioso. Había mucho ruido, mis hermanos estaban en el balcón y escuchaban música de Andrés Calamaro. Le hice señas de que fuéramos hasta allá, pero él, me detuvo. -Me da nervios, ¿y si me odian? -¿Por qué habrían de odiarte? -Mmm, no sé, tantas cosas.-Desvió la mirada, ya había pensado en que estaría nervioso, pero no pensé que lo estaría a tal manera.-No sé, soy muy menor que tú y que ellos, podré parecerles inmaduro, muy niño o… tú siempre has salido con mujeres, no sé que tal les caiga el ver que sales con un chico y más, con alguien como yo. -¿Alguien como tú?-Pregunté y asintió.-No entiendo. -Me refiero, a que sé cómo luzco, me veo llamativo y muchas veces, no en buen sentido. Podré darles mala imagen por cómo me visto o porque tiño mi cabello. Dios, debí venir vestido de otra manera. Me quiero ir mejor. -Niño.-Acaricié su cabello, lo obligué a mirarme.-A esos tres, el cómo te vistas, les dará exactamente igual. No te preocupes, no pasará nada malo, pero sí debo advertirte algo. -¿Qué cosa? -Mantente alejado de Jason. Es mi hermano mayor, pero él, es de poco fiar y sé que va a estarte molestando, y no porque le caigas mal ni mucho menos, es así en general, irritante al extremo. No lo tomes como algo personal. -Está bien.-Sonrió. Entonces, cuando me acerqué a ellos junto a Juan José, todos instintivamente miramos a Jason. Es que él, tiene una forma de ser muy complicada. A pesar de siempre ser alegre y bromista, es impredecible, nunca se sabe lo que planea hacer y cuando alguien no es de su agrado, es capaz de hacer lo imposible para joderle la vida hasta más no poder. Recuerdo que en la escuela, no conforme a ser un pésimo estudiante, fue un bullying de primera categoría. Él, junto a sus dos mejores amigos, dedicaron todos los años de bachillerato, a hacerles la vida imposible a los que no le agradaran. Hacían esto porque sí, porque se les daba la gana. Recuerdo que una vez, hubo un partido de fútbol escolar, era su grupo contra el mío. Jason estaba lógicamente en un grado mayor, al llevarme un par de años, pero en esa época, de igual forma, hacían campeonatos escolares como en la mayoría de las escuelas y hubo una tarde, en que jugaríamos la final. Su grupo era finalista y el mío también. A nosotros, nos daba prácticamente igual, jugábamos por diversión, aunque claramente, queríamos ganar, pero no tanto como lo quería Jason y sus amigos, quiénes practicaron durante cada madrugada, los últimos meses. Incluso hacían dietas, ejercicios y tenían todo meticulosamente planificado para ganar, pero como era de esperarse, por un error, mi grupo ganó.  Erik, uno de los niños del grupo de Jason, cobró mal un penalti decisivo y esto, ellos jamás lo iban a dejar pasar. No podían golpearlo y no por nada moralista ni esas cosas, al tener tan pocos escrúpulos les daría igual pegarle o no, pero al ser Erik en ese momento, un niño muy grande y pesado, no había forma de que esos tres le pegaran, sin que él no los masacrara. Así que lo más genial que se les ocurrió, la idea más brillante y coherente, fue tomar su morral que había dejado en el salón de clases, patearlo hasta más no poder entre los tres y lo peor, es que cogieron todos sus cuadernos, se ensuciaron los zapatos y pisotearon cada hoja, llenaron sus cuadernos de huellas de barro y aún así, no conforme a esto, lo arrojaron a la esquina del salón y obligaron a todos los presentes a levantarse de sus sillas. Tomaron todas las sillas, que eran pesadas al ser las viejas típicas de hierro y las amontonaron todas, en una enorme pila, sobre el morral de Erik, quién cuando sonó el timbre de clases y regresó, al ver lo que habían hecho con su morral nuevo, el que le acababa de comprar su mamá, se puso a llorar y a mi hermano ni a sus amigos, les dio un poco de arrepentimiento. Lógicamente a un niño, le afectan las cosas mucho más y lo peor, es que lo que restó del año, siempre se ensañaron con los morrales que él llevara. Le metían piedras enormes, basura, varias veces lo arrojaban al techo o incluso, una vez lo metieron en el cuadro de honor. Eran los típicos tres mequetrefes buenos para nada y lo peor, es que aún los tres, son así. No cambiaron absolutamente nada. Cuando volví a ver esos dos junto a mi hermano ya de mayores, porque lógicamente se habían separado al nosotros huir del Magdalena, los vi y fue una completa decepción el ver que seguían de la misma manera, igual de inútiles y de allí, se hicieron inseparables de nuevo. En fin. Moritz saludó a Juan José, le dio la mano, al igual que Danilo, pero Jason, enarcó una ceja y lo miró de pies a cabeza. Lógicamente, el niño se intimidó y le hice señas, que pareció comprender, de que si se ponía pesado, le daría una paliza y sabe bien que lo haría. Ya le he pegado varias antes y lo volvería a hacer sin dudarlo. Le dio la mano, pero no dijo nada. Nos sentamos y vi a Jason subir un poco el volumen de la música. -Anoche te escribí nuevas canciones, eso solo significa, que le robé palabras a tu ausencia para tratar de seguir.-Cantó con su horrible voz y exhalé. Ya ni me molesta ese hecho, toda la vida le ha sido imposible escuchar música sin tener que cantar y tan fuerte. -Oiga, ¿usted está enfermo?-Le preguntó Danilo al ver a Juan José, por la expresión de su rostro. Estaba más nervioso aún y sus manos sudaban, noté que a cada rato las limpiaba con sus jeans.-Se ve pálido. -No, estoy bien.-Respondió de inmediato y sujetó más fuerte mi brazo. Un poco más fuerte y me lo arranca. -¿Siempre eres así de apegado al Sebastián?-Preguntó Moritz, divertido al ver la forma en que él me sujetaba. Me soltó, nervioso y rió. -Sí, demasiado. -¿Y cómo es que usted aún está vivo? Ahí donde lo ve, detesta las muestras de cariño, no deja que lo abracen ni en los cumpleaños.-Dijo Danilo entre risas, lo fulminé con la mirada. -Lo sé, ha sido un desafío. ¿Sabían que una vez, él me arrojó al piso?-Comentó y escuché sus risas, lo miré de inmediato.-Aún no entiendo por qué, pero estoy seguro de que fue adrede. -¿Por qué dices eso?-Pregunté. Esa vez, ni sé bien por qué lo hice, fue un impulso estúpido realmente, no fue premeditado. -Me mirabas cómo si me quisieras matar. -Ah, pero esa es su cara en general. Da terror.-Dijo Moritz y ni me quejé, era cierto. No podía hacer nada al respecto. -Oye, tú.-Le habló Jason esta vez y lo miré fijamente.-¿Tuviste un accidente antes? -¿Qué? no, ¿por qué?-Preguntó confundido. -Entonces, eso que tienes sobre la cabeza, el pelo… ¿es que sufres de albinismo o te caíste en una bañera llena de cloro y te desteñiste?-Preguntó y no, no lo hacía en broma, lo preguntaba en serio. -No.-Rompió en risas.-Qué curioso, Sebastián me preguntó lo mismo antes. No me destiñeron, pinto mi cabello así a propósito. -¿Qué? ¿por qué alguien haría algo así?-Preguntó Mortiz esta vez, desconcertado. -¿Teñirse el pelo? -Sí, es que… también creí que era algún tipo de defecto. -Un error de fábrica.-Dijo Danilo y él los miraba desconcertado.-¿Es que usted se quiere parecer a Richard Gere o qué? -No… Pasó un rato. Mis hermanos hablaron con él de cosas triviales, nada importante. Comimos pizza, la habíamos ordenado y noté todo el tiempo, que Jason no volvió a decir nada y eso en una persona como él, es preocupante, es que sólo quiere decir dos cosas: O está en sus días finales, muriéndose, o está maquinando algo en su cabeza, la segunda opción es la más probable. Sólo se ha dedicado a mirarlo, sin decir nada y no tengo idea de qué puede estar pensando. Por otro lado, al menos con Moritz y Danilo, sí pareció congeniar, era lógico que esto sucedería, el niño es agradable, lo sé, pero el problema enteramente, va a ser Jason, puedo predecir que esto será así. Estoy seguro, lo detesta y cuando él detesta a alguien, por el motivo que sea, recurrirá a su vieja costumbre, hacerle la vida imposible. Más tarde, me percaté de que se había hecho muy tarde, eran pasadas las 12am y ni cuenta nos habíamos dado. Todos debíamos madrugar al día siguiente. -Niño, es tarde. Creo que debo llevarte.-Le dije. -Te están echando.-Dijo Jason, pero su voz se escuchaba extraña. Estaba ebrio, era lo primero que decía en mucho tiempo, al menos a nosotros, porque había estado cantando sin parar, canción tras otra de Calamaro y héroes del silencio. -No, es verdad, es bastante tarde.-Comentó y acarició mi mano, el gesto pareció irritarle al extremo a Jason. Nunca lo había pensado antes, ¿será que él… es homofóbico? Digo, nunca lo he visto tener antes alguna amistad con ese tipo de orientación, aunque nunca lo he escuchado quejarse o algún comentario negativo hacia las personas homosexuales, pero con él, no se sabe. -Jason.-Le habló el niño y lo miré.-Mmm, no sé, pero… ¿te molesta que salga con tu hermano? -¿Molestarme?-Rió fuertemente, pero de forma falsa, era evidente que no era una risa natural.-No, claro, me encanta la idea. Voy a enmarcar una foto de ustedes dos y me la estamparé en una camiseta. -Mmm. -Jason, no empieces.-Dijo Moritz, el chasqueó la lengua. -¿Sabías que no somos hermanos de sangre?-Dijo y los tres, lo fulminamos con la mirada. ¿Qué carajos? ¿por qué soltó algo como eso ahora? Ahora tendré que hacerle muchas explicaciones, hablar de cosas que no debo tocar. -¿En serio?-Preguntó desconcertado. Le hacíamos señas de que cerrara la boca, pero cuando está ebrio, no hay poder que lo calle, aunque tampoco sobrio. -Sebastián es el único hijo de sangre de nuestros padres. Nosotros tres, somos los plebes de la familia, los adoptados. -Vaya, no me habías dicho eso.-Me miró confundido. Iba a masacrar a Jason, no hay forma de que duerma con vida esta noche. Si no lo mato yo, lo hará Moritz o Danilo, querían quemarlo con la mirada. -Aunque con nuestros padres, que eran fabulosos, era igual. Nos consentían por igual y mucho. Una vez, cuando cumplí doce, me regalaron un motocross y a Danilo una vez, le compraron tremendo caballo n***o, precioso. Este venía de Europa. -Vaya, les regalaban cosas muy ostentosas. -Jason.-Le habló Moritz, pero él lo ignoró. -Ya sé lo que te imaginas, que estoy hablando v***a, pero no, es en serio. Nosotros teníamos una vida muy buena, y acomodada, no tan ostentosa como la tuya, pero aún así, llegamos a tener muchísimo dinero. -Jason.-Le hablé esta vez y a Juan José esto ya se le empezaba a hacer extraño, podía notarlo en su expresión y más, al ver que no queríamos que hablara. -Todo fue así, hasta que asesinaron a nuestra familia y a nosotros, nos tocaron las penurias, hasta ahora. Es como el conde de montecristo, una auténtica mierda. -Sebastián, ¿nos vamos?-Dijo poniéndose de pie, estaba enojado, se notaba desde lejos. Se despidió de los tres y salimos, no sin antes, lanzarle una mirada infernal hacia ese infeliz. Ya me las pagaría, no se iba a salvar de la paliza que le iba a dar. Eso jamás. Salí del balcón y pensé que el niño me esperaría en la sala, que allí me preguntaría, porque sé que deben estar pasando miles de cosas por su cabeza, pero vi la puerta abierta. Iba a salir, pero me detuve antes. Sabía que debía darle una buena explicación, por lo que debía hacerlo bien. Abrí una de las gavetas y tomé una de las cajas.
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