Juan José’s POV
Miraba la silla vacía a mi costado derecho y evitaba sonreír como podía, aunque me costaba disimularlo y mis amigos, a mi izquierda, con sus múltiples preguntas e indirectas, no mejoraban en nada mi sonrojo. Les había contado, por supuesto, todo lo ocurrido entre Sebastián y yo.
Cuando me hizo caer por accidente, luego cómo me limpió tan delicadamente, el accidente con mi teléfono y que conversamos en dos ocasiones, pero ellos creían que yo ocultaba algo, porque le había reservado un lugar, pero no era así. Nada en realidad había ocurrido con él, pero dije que le ayudaría con inglés y por eso, le reservé un lugar a mi lado. Yo también hacía el curso porque necesitaba hablar el idioma, pero al menos, tenía bases, conocía ya bastante del idioma, pero el no y es que… sólo con lo que vi ayer, me demostró que él no es en nada como creí que sería. Me lo imaginaba amargado, tenebroso, pero era todo lo contrario. Parecía ser un niño grande con las cosas que decía y hacía, y precisamente esa mañana, lo confirmé.
Llegó pasados diez minutos de la clase, cuando la profesora escribía en el tablero. Apenas lo vi y me divisó, le hice señas sonriente de que le había guardado un lugar. Pareció extrañado, no lo sé, porque frunció el ceño o será que… ¿se puso nervioso? O no, el no se pondría nervioso por mí ni mucho menos, pero yo… temblaba al tenerlo a mi lado y más, al sentir su fragancia. Ya podía reconocer el olor de su perfume, era muy agradable. Espero no note las miradas lascivas que mis amigos están lanzándole, eso sería muy vergonzoso para mí.
-Y sí se sentó a tu lado.-Susurró Santiago en mi oído entre risas.
-Cállate.
-¿No puedes al menos disimular la cara de encanto?-Se burló y le pegué en el hombro.
La clase transcurrió y pensé en hablarle, pero no sería prudente al estar en clases y más, al ver cómo el miraba a la profesora y todo lo que ella apuntaba en el tablero. Lo veía luchar fielmente por transcribir todo lo que ella había escrito de forma correcta y algo muy gracioso, fue cuando vi que anotó el verbo: Sing, como Sinz, luego lo tachó y escribió, Simg y luego, Singz. No sé cómo no conocía una palabra tan básica como esa, pero lo veía luchar y lamentarse al no entender nada. No es que se quejara en voz alta, pero por sus gestos o su ceño fruncido al mirar todo lo que ella notaba, podía notarse cuánto le costaba.
Entonces, cuando faltaban cerca de treinta minutos para que la clase finalizara, la profesora, empezó a llamar en orden de apellidos para que leyeran el texto que mandó a traducir. De inmediato, vi que él abrió los ojos como platos y tomó su teléfono que estaba en la silla, lo guardó en sus bolsillos y se puso de pie. Iba a salir, así campantemente, cuando ella, lo notó y lo detuvo, justo antes de cumplir su meta. Ya había hasta alcanzado a abrir la puerta.
-Rosales, ¿a dónde vas?
-Al baño.
-¿Cómo es que siempre vas al baño cuando estoy calificando los compromisos?
-Mmm.-Pareció quedarse en blanco y reí, esto era increíble.
-Mejor vete regresando. Siéntate.
-Estoy mal del estómago, fatal.-Dijo sin mirarla, no sé cómo, pero era tan evidente, al menos para mí, que mentía y no pude evitar reír aún más.
-¿Es que siempre te pones mal del estómago cuando califico?
-Es que usted siempre califica a las 10 am y esa es mi hora para ca…-Lo interrumpió, todos reían, pero el parecía no entender por qué todos reían de esa manera.
-Ve rápido y ya.
Todos reían aún, incluso ella y mis amigos. El muy tonto inventa excusas tan ordinarias para irse y puedo predecir que esperará a que se acabe la clase, sé que no regresará. Lo peor es que dejó su libreta, su morral y todo en su asiento.
-Qué corriente es el rubianes.-Dijo Sasha mientras salíamos de clases y la fulminé con la mirada.-Uish, perdón por meterme con el tuyo.
Iba a protestar, porque no querían que empezaran a molestarme con él cómo ya lo veía venir, pero me quedé en silencio al ver a Sebastián, al final del pasillo, jugando algo en su teléfono. Yo había tomado sus cosas porque sabía que no regresaría y efectivamente así fue.
-Te esperamos en el estacionamiento.-Dijo Fer y entonces, me acerqué a él.
-¿Cómo es que vienes tan campante sin haber hecho las tareas?-Le pregunté y él, de inmediato, abandonó el juego y me miró. De nuevo, esa mirada… esa mirada intimidante. No sé si él sabe el efecto que tiene en la gente esa mirada, porque no sólo a mí me intimidaba. Sacaba por completo de quicio a mis amigos también y perturbaba, en verdad, pero no lo sé, tal vez ni él mismo sepa que mira de esa manera.
-Creo que lo olvido por el trabajo.
-¿En qué trabajas?
-Soy chef líder.
-Vaya, es genial.-Sonreí, pero de nuevo, esa mirada, más penetrante aún. Rodé los ojos, incómodo. Me costaba mantener mi vista fija en él, más si me mira de esa manera.-Traje tus cosas.-Dije para aligerar el ambiente y le entregué su morral.
-Gracias.
Lo miré mientras se lo colgaba sobre sus hombros.
-¿Siempre quieres ayudarme con inglés? Estoy a nada de desistir.-Comentó y asentí, de inmediato.
-Claro, podemos vernos después si quieres, para estudiar.-Asintió y no dejaba de mirarme, esa mirada tan aterradora no se iba y me descolocaba por completo, no lo entendía.-Sólo con una condición.
-A ver.
-No me mires de esa manera.-Pareció no entender, por su rostro confundido y reí.-Lo siento, pero me miras como si quisieras asesinarme.
-Tal vez así sea.-Abrí la boca, pero luego la cerré. Me quedé en blanco, pero luego, Sebastián rompió en risas y me relajé un poco.-Lo siento, ya me han dicho mucho antes que causo terror con la mirada y no sé por qué.-Se encogió de hombros.-Así es mi cara, no puedo hacer mucho al respecto.
-Está bien.-Lo vi sacar su teléfono y me lo dio. Lo miré confundido.
-Tú número.
-Quieres mi número, ¿de verdad?-Pregunté anonadado sonrió, divertido y yo, al ver esa sonrisa…
-Sí, para vernos después como dijiste, para estudiar.-Aclaró y rodé los ojos, avergonzado. Soy tan estúpido, en verdad. Quería que la tierra abriera un hueco y me succionara, si me escupiera en la India sería mejor. Entonces lo anoté y luego, se despidió de la misma manera que la ocasión anterior.
Suspiré. Me conocía, sabía ese algo que estaba sintiendo y que de ninguna forma, se iba a detener.
Tengo miedo.