Luego de una charla productiva con mamá, en la cual nos pusimos al día, quedé aún más sensible y con un gusto amargo. Ella había dicho algunas cosas de su relación con papá que me descolocaron un poco y me di cuenta que había sido una egoísta con ella. Resultaba que unos días antes del viaje que habían tenido, mi madre había encontrado unos mensajes un tanto comprometedores en el teléfono de papá y él en un acto de demostrarle que nada estaba mal, planeó aquel inesperado viaje romántico fuera de la ciudad, pero ahora que estaban de vuelta, mamá seguía sospechando de él. No me dio más detalles de la situación, porque a pesar de tener una enorme confianza, nunca perdíamos los papeles y se nos pasaba de largo que éramos madre e hija y además su intención no era ponerme en contra de papá.