Desperté con un dolor de cabeza monumental, pero eso no era lo peor de todo. Lo peor es que la noche anterior había vuelto a ver a Adam y no puedo decir que en el mejor momento, ya que mis labios acababan de despegarse de los de Benjamín. Todo fue muy rápido y confuso para mí. Al voltearme y ver su rostro de enfado me atemoricé. Ya los veía peleando a ambos por mi amor, pero no fue así. Claro, porque yo no era la protagonista de una película de amor y ellos no eran enemigos por mi corazón. Lo que sucedió fue que Adam se acercó con las manos hecha puños hacia mí y me jaló a su lado con fuerza. —¿¡Qué te sucede!? —le grité con furia y observé a Benjamín emitir una carcajada sin gracia. Mi exnovio me ignoró, aunque logré ver un poco de temor por mi enfurecido rostro. Adam me conocía y