Tan pronto como su pequeño tigre cruzó la entrada, los ojos de Rayan se posaron en él y lo siguieron por todo el camino hasta que se detuvo en la fila para comprar. —No lo mires fijamente, disimula un poco —indicó su compañera en voz baja mientras seguía comiendo alegremente de su pastel. —No puedo evitarlo —respondió el lobo alfa, ignorando completamente el consejo de su amiga mientras bebía de la bella imagen del omega. Aunque si había algo que molestaba tanto a Rayan como a su lobo, era aquella chaqueta de cuero negra que tenía puesta el chico, una muy similar, por no decir exactamente la misma, que esa mujer alfa que siempre estaba a su lado, utilizaba. "¿A caso será de esa mujer?" Pensó con molestia ante la posibilidad. Su pequeño tigre no debería de estar utilizando la ropa de n