•9• Estar

981 Words
[TANIA] Me han dicho que debía descansar porque mañana es el gran día, me harán el trasplante de medula y yo no sé cómo agradecerle a Carlos todo lo que está haciendo por mí. Se supone que debería estar durmiendo, pero también se supone que no debía haber nadie en esta habitación y no es así. No sé cómo lo ha conseguido, pero Dylan está completamente dormido en el sofá que hay para visitas en mi habitación. «Se ve tan guapo todo acurrucado en el sofá.» Los recuerdos de cómo se quedaba dormido abrazado a mí en el sofá de su departamento me hacen sonreír. Siempre utilizaba mis piernas como almohada y yo me quedaba horas contemplándolo, me encantaba perderme en la inmensidad de sus pestañas, en la perfección de su piel, enredar mis dedos en su cabello. Imaginaba como podía llegar a ser un hijo nuestro, pero todo ha quedado en eso, en un juego de mi imaginación. Me encantaría tener las fuerzas suficientes para poder levantarme de esta cama e ir hacia el sofá para que él descansara con su rostro en mi regazo, pero no tengo fuerza para ni siquiera estirar mi brazo. No puedo mentirme y decirme que estoy enfadada con él por haberse entrometido en este asunto, tampoco puedo mentirme y negar que me aterra la idea de que el trasplante no resulte como todos esperan y que deba decirle adiós para siempre. No quiero que lo último que vean mis ojos sean sus ojos grises llenos de tristeza. Si, le tengo mucho miedo a la muerte, pero no es por el hecho de morir en sí, es más bien por la cantidad de sueños sin cumplir lo que me hace sentirme así. Siento que no he disfrutado suficiente de las cosas buenas de la vida por miedo a vivir deprisa, pero ¿de qué me ha valido eso? Hoy estoy aquí sin saber exactamente cuántas horas, cuantos días, o cuantos años me queden. Otra vez estas lagrimas invadiendo mi rostro, nuevamente este dolor de verlo y sentir que lo lastimo. —Dylan.— digo con mi voz temblorosa. —Dylan.— lo vuelvo a llamar. —amore mío.— intento una vez más y sus ojos se abren. —¿Te encuentras bien mi vida?— me pregunta algo desorientado y logro esbozar una débil sonrisa al escucharlo llamarme así. «Aún recuerdo la primera vez que me llamo así y yo casi me derrito a sus pies.» —Ven.— le pido e intento mover mis brazos, pero casi no puedo. Lo veo levantarse del sofá y es el solo hecho de verlo vestido así con esa camiseta blanca y vaqueros ajustados lo que hace que mi humor cambie. Toma mi mano delicadamente y la besa —¿De verdad estas bien? — repite. Asiento débilmente e intento moverme un poco al otro lado de esta cama de hospital para hacerle un espacio —acuéstate aquí conmigo. — le pido. Él hace una mueca como si tuviera dudas —mi vida, ya casi me matan los doctores por quedarme aquí. Se suponía que debías estar aislada para prevenir infecciones. Sabes, me han hecho quitar la ropa para meterla no se dónde y quitarle cualquier bacteria. — me dice y ríe. —¿De verdad? — Pregunto algo sorprendida y sonríe. —Bueno, no tan así pero casi.— —Mentiroso. — me quejo. —Esta bien, que me regañen mañana. — dice y se quita los zapatos para luego acostarse a mi lado en esta cama donde apenas cabemos los dos. «Su cercanía... que lindo que se siente tenerlo así.» —Me regañaran a mí también. — Añado mientras él pasa su brazo por debajo de mi cuello y hace que acomode mi rostro sobre él. —¿Puedo preguntarte algo? — cuestiona bajito. —Si.— respondo con dudas. —Si aún me amas, ¿regresarías conmigo? — pregunta finalmente dejándome atónita. «¿Cómo se lo digo?» —Amore… Yo sigo amándote, eso es cierto, pero también es cierto que no quiero hacerte daño. — intento explicar. —Tu no me haces daño. — me interrumpe. —Si muero lo hare. Dylan, yo quiero que seas feliz, si me aleje de ti fue para que pudieras volver a enamorarte y si algo me sucediera el dolor fuera menos. Creí que aquella chica rubia y tu tenían algo. — explico. —Mi vida, ella es solo una amiga que conocí en Key West, no tenemos nada. En cuanto a ti, yo sé que tú no te vas a morir. Ya verás que el trasplante funcionara y que tú y yo retomaremos los planes que teníamos. Solo hace falta que me digas que sí. — me dice con tanta seguridad que arrasa con todo. —Dylan, yo no he podido terminar con mis sesiones de quimioterapia... me están trasplantando de urgencia, no todo es tan simple como tú lo ves. – intento explicarme. —Si estamos juntos lo será. Yo quiero estar contigo en todo esto. — insiste. —¿Y si las cosas no son así? — —Sé que tienes miedo, yo también lo tengo, pero al menos toma mi mano y caminemos este camino juntos afrontando lo que venga. — me pide haciendo que me emocione aún más. —Te amo. — es lo único que puedo responder. —Yo también te amo, ¿es un sí? — pregunta ansioso. —¿Un sí a qué? — —A ser mi novia otra vez. — aclara. —Esto no era lo que tenía en mente, pero eres imposible. — digo respirando su exquisita fragancia. —¿Es un sí? — insiste. —Es un sí. — digo finalmente y sé que puedo estar cometiendo el error más grande de todos, pero no puedo negar que lo amo con todo mi ser. —Quisiera besarte.— me susurra —pero, quiero que te pongas bien y para eso es mejor que no me arriesgue a transmitirte ningún tipo de germen o bacteria. — me dice de manera bastante graciosa. —No seas así, abrázame fuerte mejor y hazme sentir que todo estará bien, lo necesito, tengo mucho miedo de no poder volver a verte. — admito y mis lágrimas son quienes impiden que pueda seguir hablando. Sé que él tampoco sabe que decir y en estos casos, un abrazo en silencio es lo mejor.
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