Al día siguiente: 2 de febrero Esta sala de espera es lo más parecido a una condena en prisión, cada minuto que pasa se hace eterno, cada enfermera que camina por aquí parece ser la esperanza de liberarnos de esta angustia y saber que todo está bien, pero no, siguen su camino y esta angustia se hace aún mayor. Sé que hoy no sabremos si su lucha contra la leucemia ha terminado o no, pero es el inicio de todo y eso no es poco. —Dylan, ¿no quieres ir a tu casa a cambiarte de ropa? Has pasado toda la noche aquí. — me pregunta Antonio, y niego de inmediato. —No, estoy bien. No me quiero separar de tu hija ni un solo instante. — respondo y él niega cona la cabeza, pero sonríe levemente. —Al final de cuentas, mi hija tenía razón en no querer contarte nada de lo que le sucedía, no ibas a quere