Capitulo 3

1645 Words
Hoy era domingo y los soldados tenían la mitad del día para descansar. Héctor, como siempre, se quedaba encerrado en su oficina viendo revistas, haciendo ejercicios o arreglando su oficina así lo haya hecho el día anterior. Todo fuera por hacer algo en el transcurso del día hasta que se hiciera de noche. En su oficina había una puerta que lo dirigía hacia su pequeña habitación y era que entre la base anterior y esta pues, él no tenía una habitación fuera de la base. Afuera era prácticamente un refrigerador Jaemin estaba parado frente a su puerta de su oficina con un vaso de jugo de naranja y una ensalada de frutas puestas en una bandeja. El coronel Kim no fue a cenar y tenía la excusa perfecta para llegar hasta su presencia. Dio dos toques con su puño en dicha puerta… ya tenía su plan en marcha y esto no podía fallar. Héctor escuchó los toques en su puerta y frunció el ceño al instante. Nadie venia hasta su oficina y menos a las diez de la noche. Estaba haciendo ejercicio por lo que estaba sin camisa con su torso, brazos y rostro con un color aperlado gracias al sudor. Se acercó a la puerta y agarró la perilla de la puerta para abrirla encontrándose con el soldado Lim Jaemin. --¿Qué se le ofrece, soldado?--…--Su tono fue exigente y algo irritado, no le gustaban las visitas de cortesía por parte de sus soldados.— --Yo….--…--Miró hacia otro lado aunque eso era lo menos que quería hacer pero no podía ser tan evidente si quería que el coronel Kim le diera un poco de su confianza.--…--Me di cuenta de que no fue a cenar y… y por eso le he traído esto para que… --No era necesario, soldado.--…--Interrumpe el mayor de manera tosca.— Jaemin no podía creer que este hombre que ahora se comportaba de esta manera era el mismo que hablaba tan meloso con aquel tipo de nombre Minying: el esposo del coronel. Pero dado a que el coronel nunca ha tenido siquiera un trato flexible con ellos como soldados, no le afectaba tanto. Tenía una meta esa noche. --Pueda que tenga razón ¿pero como pretende usted proteger a los soldados, la base y la ciudadanía si ni siquiera puede cuidarse a usted mismo?--…--Torció su boca en señal de parecer molesto pero en realidad el miedo lo acobijaba bajo esa mirada penetrante y siniestra del coronel.— Héctor no quería seguir parado ahí, quería terminar con su rutina de ejercicio pero bueno, cierto soldado interrumpió aquello. Jaemin caminó y entró de forma escurridiza a la oficina del coronel y para su suerte el jugo no se reboso del vaso. Héctor se giró mirándolo con el ceño fruncido hasta parecer un perro bulldog. Lim dejó la bandeja en el escritorio, no sin antes rodar hacia un lado unas cuantas carpetas. --Para no ser un mal agradecido…--…--Se cruza de brazos el mayor.--…--Acepto la comida pero por favor, le agradecería que dejara la oficina.— Jaemin lo ignoró por completo recorriendo con su mirada la oficina de su apuesto coronel. --No voy a irme hasta asegurarme de que haya comido algo, mi coronel.— Héctor bufo como perro rabioso. Como coronel que era le tocaba investigar sobre cada soldado que pudiera un pie en su base ya que con la sorpresita que Minying le dio hace años llegando como un soldado y terminó siendo un agente… Kim no se confiaba mucho que se diga. Lim Jaemin era el hijo de un poderoso empresario y, según sus fuentes, no era del todo honesto y legal. El tipo estaba con un historial empresarial que impresionaría a cualquiera pero detrás de eso yacen muchos eventos delictivos. Por lo que conocía a este tipo de personas (hablando de Jaemin) consentidos, mimados y que arman berrinche si no hacen lo que quieren y aún si Héctor era la autoridad aquí prefería no armar un escándalo innecesario. Gracias a Minying aprendió a controlarse con sus soldados. No podía creer que estaba caminado hacia su escritorio para de mala gana como si fuera un cavernícola, agarrar el pequeño tazón con la ensalada de frutas acercándolo hacia su boca y empezar a masticar las frutas que se adentraban a la misma. Sin duda, se estaba comportando como un simio ahora mismo pero quería que Jaemin se fuera. Por cierto; Jaemin miraba maravillado a su coronel en la forma tan informal en que comía, podía escuchar el sonido de las frutas siendo trituradas en aquella preciosa boca. Héctor terminó colocando el tazón de porcelana en el escritorio de nuevo pero de mala gana sonándolo en la madera de este. Se limpió la boca con el dorso de su mano antes de clavarle una severa mirada al mas bajo. --Retírese, soldado.--…--Exige el mayor al ya haberse comido aquello. No tenía nada mas porque estar ahí el soldado ¿verdad?-- Lee estaba sudando frío por los nervios pero entre esos nervios se vio obligado a señalar el vaso con el jugo de naranja que aun permanecía encima de la bandeja en el escritorio. --Eh, mi coronel… debo llevar la bandeja al comedor.— Héctor entendió de inmediato y con las mismas y potenciales “alegres” ganas agarró el vaso para empezar a tomarse aquel jugo de naranja lo mas rápido que podía. Lee parpadea varias veces viendo hacia la garganta del mayor y su manzana de Adán moverse unas tres veces hasta terminar con el jugo, pues los sorbos que le dio fueron largos y hondos. Kim solo quería que este pequeño insecto se largue de una maldita vez porque ¡Joder! Anhelaba darse una ducha y dormir hasta el día siguiente. Estaba cansado. Jaemin sonrió ladino al ver el vaso vacío en la mesa. ¡genial! --Listo.--…--Jaemin asiente y recoge los utensilios y se da la vuelta saliendo de la oficina sin decir ni una sola palabra.— Kim parpadea unas cuantas veces mirando a la ventana y entrecerraba sus ojos porque la visión se le estaba nublado un poco. Agradecía que Lim se fuera, no podía dejar que uno de sus soldados le viera sintiéndose mal o algo parecido y, ahora mismo, no sabía qué mierdas le estaba pasando para encontrarse tan débil.— Todo le empezó a dar vueltas y la fuerza en sus piernas abandonaba las mismas haciéndolo caer de espalda al suelo mientras hacia vanos intentos por agarrarse de algo y no caer pero de todas formas terminó en el suelo. ¡DEMONIOS! ¿Qué le estaba ocurriendo? Por más que quisiera levantarse no podía. Cerraba sus ojos con fuerza y los volvía a abrir tratando de recuperar su visión normal pero era inútil, se dio la vuelta torpemente llevando una mano hacia el frente y tocar la pared para levantarse… La cuestión es que la pared que el ansiaba tanto tocar estaba a mas o menos dos metros de distancia. Eso fue lo último que hizo antes de que sus ojos se cerraran y terminar con su cara en el suelo. Se desmayó. --¿Coronel?--…--Llama Jaemin y al no recibir respuesta abre la puerta; el coronel yace en el suelo con sus ojos cerrados, su cuerpo se movía con espasmos leves que iban perdiendo fuerza lentamente.— Justo el efecto que debía tener la droga. Jaemin se coloca de cuclillas para observar a su gran amor con su rostro pacífico, sereno y tranquilo. Era tan perfecto. Era la primera vez que lo veía tan tranquilo y durmiendo (cosa que pensó nunca ver) pero lo estaba cumpliendo ahora mismo (a su manera). Prácticamente arrastró el cuerpo del castaño hacia la habitación y sacando mucha fuerza fue que pudo lanzarlo a la cama. Era hora de ponerse en marcha. Regresó a la parte donde era la oficina agarrando la laptop que yacía en el escritorio para llevarla al cuarto encendiendo esta, mientras tardaba en prender comenzó quitándose sus botas militares, seguido de su pantalón, chaqueta, camisa, camisetilla y bóxer lanzando todo esto a una esquina de la habitación. Ahora, con sus manos temblorosas sacaba las botas, pantalones y bóxeres contrarios. Se alejó un poco admirando ese viril cuerpo, una anatomía perfectamente trabajada y que era mucho mejor de lo que se pudo haber imaginado. Necesitaba tocarlo con urgencia pero primero lo primero. Cuando la computadora ya estaba encendida se dio cuenta de que esta tenía clave pero menos mal que tenía experiencia con estas cosas y en menos de media hora pudo acceder fácilmente. Buscó la cámara poniendo diez segundos de tiempo para que tomara la foto, corrió hacia encima del mayor agarrando sus grandes manos y llevarlas hacia su cadera y así fue sacando unas diez fotos muy comprometedoras. Pasaba sus manos por el pecho ajeno, besó su rostro despejado, saboreo como pudo sus labios y aspiró el aroma varonil de su cuerpo semi sudado. Le estaban nublando los sentidos a más no poder y gimió de satisfacción encima de aquel cuerpo que yacía a su merced. Héctor tenía un tatuaje en su bajo vientre, justo en su ingle, tatuaje en números “08/09”. Jaemin no sabía lo que significaba, pero sabiendo que era un tatuaje que estaba en una zona escondida para el ojo público. Eso ayudaría. Terminando aquello imprimió las fotos y las guardó en un sobre junto con una carta que hizo en tiempo récord Sabía que el esposo de Héctor estaba en la Marina por lo cual optaría por hacer un envío mañana mismo. Eso de seguro le llegaba al terminar el servicio y esa sería una linda bienvenida para aquel hombre de nombre Minying. Esto se pondría muy bueno, definitivamente.
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