Capitulo 20

1123 Words
El tiempo para muchos es valioso, para otros perjudicial, para Kim Héctor había sido lento y doloroso, para Lee Minying había transcurrido demasiado rápido. Tres meses pasaron desde la última vez que el coronel Minying había pisado una base militar y ejercido como mismo. Pues… no iba a mentir, era realmente extraño teniendo en cuenta que desde hace muchos años su vida se reducía a entrenamientos y un matrimonio que hasta hace pocos meses podría tacharse de “perfecto”. Héctor volvió a estar a la cabeza de la base, siguió haciendo lo de siempre y ya que Minying dejó de lado sus cargos se fue asignado un nuevo teniente, bueno, una teniente. Su nombre era Kim Roxana o eso era lo que recordaba Minying al ver su rostro en las noticias, era una mujer realmente hermosa y daba buenas impresiones tanto por su físico como por su historial y buenas hazañas. Héctor y ella parecían bastante unidos y aquello estaba bien. Minying se levantó de su cama y fue a sentarse en su sillón justo al lado de su ventana cubierta por persianas, las cuales subió con paciencia para esperar porque este era el único momento del día donde podía ver a su ex esposo porque a pesar de haberse divorciado y que ambos siguieran viviendo en la misma casa no cruzaban camino y esta hora (seis en punto de la mañana) Minying se sentaba en el mismo sillón para ver a Héctor desde ahí, yéndose con Roxana porque al parecer ella no tenía ningún problema en pasar buscando a Héctor todas las mañanas en su lujosa camioneta blanca. Eso estaba bien. . Hace dos meses atrás... --Muy bien señores ya que ambos están de acuerdo con el proceso de divorcio no hay mucho que discutir. Ambos quedan con partes iguales conforme a sus bienes, no hay nadie más de por medio así que sus ganancias serán propias y nada compartido. Tan sólo deben firmar y su matrimonio quedará anulado.-- Minying observaba el documento en medio de la mesa y pues, quien se convertiría en su ex esposo estaba sentado al otro extremo de la mesa sin expresión, tan sólo mirando al menor. Minying estaba mejor de su espalda o eso deducía al verlo caminar con más naturalidad por los pasillos de la casa, tenía mejor color, el cabello había crecido hasta que se formaba un pequeño flequillo que le cubría hasta las cejas. No habían estado tan cerca desde lo que pasó en la base. Todo el proceso de divorcio fue dirigido por Minying, Héctor solo estaba ahí sentado listo para firmar ese maldito documento que terminaría con su matrimonio. Minying agarró el bolígrafo pidiendo fuerzas para que no le temblara la mano mientras firmaba. Cuando hizo su firma dejó ese maldito documento donde había estado hace segundos y por nada del mundo hizo contacto visual con Héctor. Héctor lo analizaba pidiendo algo, rogando porque rompiera ese jodido voto de silencio que mantenía desde que salió del hospital, desde que se la pasaba encerrado en el cuarto de huésped donde parecía ser más bien, un inquilino desconocido que su esposo. Minying no ha la reclamado nada por no haber vuelto a ayudarlo y tal vez eso era lo que a Héctor le frustrada, necesitaba saber si Minying le odiaba por no volver. Estaba en un limbo sin sentido donde no sabe ni que querer escuchar, no sabe si de verdad quiere escuchar lo que Minying tiene para decirle. --Señor Kim.--…--El abogado lo sacó de sus pensamientos.-- Héctor agarró sin cuidado el dichoso papel y lo firmó con rapidez y molestia, un poco más y terminaba traspasando la hoja con la punta del bolígrafo. Bien, si Minying tanto quería divorciarse pues ¡Genial! Héctor le daría el gusto. *Es lo correcto* pensaba Minying al ver como ese papel se llevaba el apellido que tanto había amado, del hombre que aún quería, los días donde compartió momentos buenos y malos con Héctor pero ahora ese estúpido papel cerraba la brecha y los separaba definitivamente. Héctor le había llamado traidor, le gritó que lo desprecia y que se había convertido en lo peor que le había pasado… no había ninguna salvación para esto, no pueden estar juntos. Minying no soportaría seguir llevando el apellido Kim cuando Héctor le muestre su odio. El abogado se había marchado con una corta reverencia para la pareja que ahora no eran nada. Minying se sentía mucho más pequeño bajo la mirada fija de su ahora, ex esposo, por lo que tragó duro para ver si así pasaba el nudo en la garganta. Se levantó de la silla y caminó con cuidado hasta la puerta de la cocina antes de que Héctor hablara. --Es chistoso que siendo tú quien haya querido que nos casáramos ahora pidas el divorcio.-- --¿Y acaso querías que no lo hiciera?--…--Pregunta pero Héctor no dice nada.--…--Te hice un favor, solo adelanté lo inevitable.-- --¿Y Crees que un estúpido papel borrará lo que vivimos juntos?-- --Por algo se empieza. De todas formas, no se puede tapar el sol con un dedo. En la base me dejaste en claro todo lo que soy para ti.-- --¡Me pediste que me fuera con los soldados!--…--Se levanta de un solo movimiento encarando a Minying.-- --Nunca te pedí que no volvieras.--…--Da una sonrisa triste.--…--El Héctor de siempre; mi esposo hubiera regresado sin importar qué, pero veo que ya no está y no voy a reclamar nada porque el hombre que tu amabas se quedó en un barco, el hombre que yo creí que estaría dispuesto a dar todo por mi se quedó en aquellas montañas. Si tu desprecio valió tanto para desear que muriera en aquella base sólo tu lo sabes. No tengo derecho de pedir explicaciones, ya no.--…--Se da la vuelta y sube las escaleras hacia la que ahora es su nueva habitación.-- Kim sólo puede ver como desaparece de su campo de visión y suspira pasando sus manos por su rostro sin saber exactamente qué hacer o que sentir. Habían pasado semanas desde el incidente en la base y conforme los días pasaban él no podía con la culpa ya que Minying logró sobrevivir pero podría ahora no estar, eso lo atormenta todos los días, “podría” “pudo" se instalaba en su cabeza, su subcontinente lo castigaba todos los días con ello, de alguna u otra forma no podía evitarlo. “El hombre que amabas se quedó en un barco", Es mentira. El hombre que Kim Héctor ama sigue viviendo bajo su mismo techo y después de haber sido todo ya no eran nada.
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