Dos días antes: desierto de Australia
Leo y Bruno llevaron a la chica extraña a su campamento, sin embargo, el lugar se encontraba algo destruido debido a la onda expansiva que causó el aterrizaje de la que, según ellos, era humana. El par de gemelos comenzaron a acomodar todo con la mayor rapidez que pudieron, mientras Miranda los veía en silencio pensando que esos objetos que utilizaban los licántropos no les encontraba mucho sentido, ¿Qué era eso que estaban armando?, pensaba ella cuando veía la carpa, y, además, ¿para que servían ese montón de utensilios? Se preguntaba la pelinegra viendo los envases de agua, vasijas y el resto de las cosas que ellos estaban utilizando.
En el instante que el par de jóvenes terminaron de arreglar todo en tiempo récord, Leo creó con sus manos varias ramas y luego sacó fuego de su dedo índice para hacer una fogata. Cuando miranda vio eso, dio un salto de la conmoción porque ella odiaba el fuego, le recordaba al dios Helios, aparte que ella no tenía idea que los licántropos pudieran tener ese tipo de habilidades.
«Este lugar es mas extraño de lo que imaginé, es evidente que el dios Neptuno no me dijo todo lo que necesitaba saber, o quizás ¿él tampoco está al tanto?, la tierra ha cambiado…» piensa Miranda al instante que uno de los gemelos se acerca a ella diciendo:
—Ven, acércate al fuego, así te calentarás —dice en esta ocasión Leo, extendiendo su mano para que Miranda la tome, pero ella lo que hace es verlo con desconfianza —. Está bien, no tienes porqué sujetarme la mano, pero ven siéntate aquí. Debes tener frío —insiste el joven.
Bruno por otra parte, veía todo de reojos mientras preparaba la carpa, y observaba que su hermano estaba haciendo un trabajo terrible para acercarse a la humana, es por ese motivo que él dejó de hacer su antiguo oficio para acercarse a ellos, y con una sonrisa se aproximó diciendo:
—Debes ser mas sutil… mira y aprende: —dice Bruno yendo en dirección a Miranda —. Ven aquí hermosa, acércate al fuego, así tu lindo cuerpo se pondrá cálido. Aunque también existen otras formas de entrar en calor, por ejemplo, la más común es por medio de un abrazo —deja en claro Bruno caminando lentamente hacia ella.
Miranda lo mira sin mucho afán, y cuando él está a escasos centímetros de ella, extiende sus manos para abrazarla, pero la luna oscura de inmediato lo empuja con todas sus fuerzas para que no se acerque, ocasionando que Bruno saliera rodando varios metros de distancia como si se tratara de un arbusto del desierto, de esos que se desplazan con el viento. Leo no pudo evitar reírse, volteándose para ver a Miranda, o como ellos la conocían: “Eli”, fue ahí cuando él comprendió que ella no le gustaba el contacto físico, o lo mas probable era que todavía continuaba temiéndoles.
—No te haremos daño, Eli… —dice Leo sentándose con cuidado en el suelo sin quitarle la mirada, mientras extendía sus manos a la fogata —haz esto… te ayudará con el frío. Se siente bien, inténtalo —pide Leo, notando como Eli se acercaba lentamente.
La joven se sentó a una distancia segura, y sin mas extendió sus manos de la misma forma como Leo lo estaba haciendo, y aunque odió admitirlo, le agradó la sensación de calidez que le proporcionaba ese fuego. Esto era porque su cuerpo desde que llegó a ese planeta estaba actuando de forma extraña, y ahora al parecer el frío le molestaba.
«Quizás el poder de los dioses de esta tierra me está afectando, no me gusta aquí, pero debo ser fuerte y adaptarme, este par de licántropos me ayudarán… luego los mataré cuando haya aprendido todo lo que necesite saber. El primero que mataré será él» piensa Miranda viendo atentamente a Leo.
—¿Te sientes mejor, ¿verdad? Las temperaturas bajan mucho durante la noche, al amanecer hará un calor espantoso —comenta Leo, viendo que Bruno todavía no se había levantado del lugar donde Eli lo había arrojado. —Espera un segundo, ya regreso.
Al decir eso, Leo se levanta yendo en dirección hacia donde se encontraba Bruno, no sin antes dar un último vistazo a la chica de cabello n***o, dándose cuenta como se acercaba mas al fuego, porque era evidente que tenía mucho frío. El joven no pudo evitar sonreír un poco, pero luego regresó su atención a Bruno, caminando a un paso apresurado hacia donde el muchacho de cabello blanco se encontraba. Cuando llegó, lo encontró acostado usando sus brazos como almohada viendo en dirección al cielo; parecía pensativo, es por ese motivo que Leo se acostó a su lado de la misma forma viendo hacia las estrellas que, justo esa noche estaban muy hermosas.
—¿Qué ocurre? ¿Por qué te quedaste aquí? —pregunta Leo con curiosidad, a lo que su hermano le responde:
—La humana es ridículamente fuerte, ¿Y si no es humana, y si es otro tipo de emisaria del cielo que no conocemos?
—Si fuera una emisaria, no hubiera caído de esa manera del cielo. No te preocupes, hagamos la misión rápido a primeras horas de la mañana, y volvamos a casa. Posiblemente nuestros padres sabrán que hacer, sin embargo, si ella fuera mala, ya Aurelia lo hubiese notado, ella es nuestra diosa Luna—comenta Leo escuchando como Bruno comenzó a reírse como si hubiese escuchado un chiste.
—¿Aurelia? ¿Cuándo fue la ultima vez que ella actuó realmente como la diosa Luna?, yo creo que hasta se le olvidó leer mentes. Sus poderes están tan olvidados y empolvados, como tu celo a cada temporada, ¿Cómo haces para aguantar tanto? —comenta Bruno volteándose para ver a Leo, el cual le da un fuerte golpe en su brazo —¡Hey me dolió! ¿No vez que estoy herido?, esa humana me hizo rodar varios metros, mira… ¿No vez mi cara? ¡Estoy sangrando!
Leo lo que hace es sentarse mientras revolotea sus ojos.
—Todo lo relacionas con sexo. Jamás imaginé que te convertirías en un enfermo adicto a las pasiones carnales.
—¡Ay no exageres! Ya hablas como nuestra madre, ¡Incluso, estás peor que la abuela! Solo disfruto de los placeres de la vida, y el sexo es uno de ellos. Es mi paga por haber nacido con el propósito de ser un guardián de este mundo. Las riquezas no me llenan, los placeres carnales sí. Por cierto, ya que hablamos de placeres carnales, ¿Qué harás cuando lleguemos con Dolly?
—¿A que te refieres con lo último? ¿Qué tiene que ver Dolly en todo esto?
Bruno se mantiene en silencio por un instante, sentándose para quedar frente a frente con su hermano, viéndolo por unos cuantos segundos hasta que decide responder:
—Dolly… ¿Qué harás con ella?
—¿Qué podría hacer?, solo es mi amiga… la saludaré y ya. No entiendo, ¿Por qué siempre buscas la menor oportunidad para hablar de ella?
—¿Qué? ¡Cualquiera que te oyera pensaría que esa tetona rechoncha me importa!, solo te comento porque ella siempre está atrás de ti como una garrapata cuando regresamos a casa, ¿no te molesta?, ¿sabes qué?, mejor cambiemos el tema, mira… dejamos a la humana sola. Vamos a dormir un poco, dentro de un par de horas amanecerá —dice Bruno levantándose del suelo, mientras extiende su mano para ayudar a levantar a Leo.
—No cambies el tema. Además, no le digas así, Dolly me agrada, es una buena amiga. Ella fue la primera que se acercó a mi para hablarme.
—Enserio, Leo, a veces me sorprende lo tonto que eres para estos temas, en fin… —dice Bruno con un suspiro cansado, porque le estresaba ver como Leo no admitía o quizás no reconocía que Dolly estaba enamorada de él, a pesar de todas sus obvias señales.
Cuando regresaron al campamento se acercaron a “Eli” para explicarle la situación, ya que no pensaban dejarla ahí mientras hacían su misión, que era mas sencilla de lo que parecía a simple vista.
—Eli te diré lo que haremos en cuanto amanezca, ¿Vez eso que está allá? —dice Leo señalando la camioneta que tenían aparcada a varios metros de ellos —. No es tan moderna como la nave invisible de donde viniste, pero eso se llama: camioneta. En la parte trasera montaremos a todos los elfos mestizos que tienen encerrados en esa dirección. No lo vez a simple vista, pero ellos están bajo tierra, a unos dos kilómetros de distancia.
—Cuando amanezca nos iremos, hermosa —continúa en esta ocasión Bruno — porque verás te explico: en este mundo existen los elfos, y los licántropos. Los humanos como tu ya no viven aquí desde hace muchos, pero muchos siglos, debido a una larga historia que te comentaré mas adelante…
» entonces cuando los lobos y los elfos se juntan, nacen seres mestizos —prosigue Bruno—, algunos mestizos todavía los siguen vendiendo en el mercado n***o, ya sea como esclavos, o para licántropos pervertidos, hay muchos de esa clase. En esta época se encuentra prohibida la esclavitud, pero todavía existen países que continúan haciendo esa práctica de forma clandestina. Sin embargo, nosotros somos como unos héroes que vinimos a cambiar eso, por las malas, ya que por las buenas nunca entienden.
—Entraremos a la guarida, matamos a los esclavistas y nos llevaremos a los capturados a la manada de papá. Ese es el plan. Es muy fácil, ya tenemos la ubicación exacta, y todo está preparado. Sabemos exactamente cuántos hay. Son un total de cincuenta que llevaremos en esa camioneta hasta el avión que nos estará esperando —comenta Leo con una sonrisa, mientras Miranda los queda viendo atentamente a los dos.
Ella entendía todo lo que le estaban diciendo, sin embargo, no comprendía que era la palabra “esclavo” ni “pervertido”, porque eran términos que ella nunca había usado hasta ahora, y como no podía hablar el idioma de ellos, la luna oscura prefirió quedarse con la duda porque, a fin de cuentas, tampoco le importaba. Lo único que comprendía era que esos dos licántropos tenían una misión que debían cumplir al amanecer.
«¿Qué es el amanecer?» piensa Miranda, porque ella tampoco conocía ese término, debido a que en Urano no existía el día, era solo oscuridad.
Al día siguiente
Cuando los rayos del sol comenzaron a caer sobre ellos, Miranda fue la primera que los percibió, porque era la primera vez en su vida que veía la claridad. Fue tanta la sorpresa que ella salió de la carpa donde estaba durmiendo, para ver el amanecer. La joven no pudo evitar gritar del terror cubriéndose el rostro con sus manos, porque desde su perspectiva parecía como si esa enorme bola de fuego que se veía desde el cielo iba a caer directo hacia ellos. Ella ya había visto el sol cuando estaba en la órbita de la tierra, pero desde esa distancia dentro del planeta tierra se veía espeluznante a su parecer, sin mencionar que ahora le quemaba mas que cuando estaba en el espacio, ¿Por qué?, se preguntaba Miranda gritando del terror porque le aterraba ver como poco a poco el cielo comenzaba a tornarse claro, y conforme eso sucedía, su piel se calentaba.
—¡Que es esto! ¡Esta luz tan espantosa producto del dios Helios no me agrada! ¡La tierra es horrible, me quiero ir de aquí!, la oscuridad de anoche era mejor… tengo miedo —exclama Miranda, mientras los gemelos solamente oían por parte de la pelinegra, ese idioma extraño que jamás habían conocido.
—¡Eli! ¿Qué ocurre? —pregunta Leo, mientras Bruno se levantaba lentamente, porque ya era hora de trabajar.
Miranda no le queda otra opción, mas que señalar el cielo, mientras continuaba hablando su idioma extraño diciendo:
—¡El sol es espantoso! ¿Cómo pueden estar tan tranquilos con esta claridad tan horrible? ¡Mis ojos, me duelen… moriré! —dice ella ahora cubriéndose la cara una vez más.
Fue ahí cuando Leo comprendió que al parecer a Eli no le agradaba la luz del sol.
—¿Te asusta el sol…? —pregunta Leo seriamente, comenzando a analizar un poco la reacción de la humana.
Miranda de inmediato comprende la forma en la que estaba actuando pensando:
«Si saben que me asusta el sol y esta horrible claridad, sospecharán de mí. Debo comportarme…» piensa Miranda mientras se acerca lentamente a Leo, señalando hacia el sol, y tocándose el rostro.
—¿Qué quieres decir? —pregunta Leo sintiéndose algo intrigado.
De inmediato, Miranda sujetó una de las manos de Leo, solamente para llevarla hasta una de sus mejillas, y así él pudiera tocarle el rostro que, se encontraba caliente a causa de la calidez de esa mañana desértica. Cuando la “humana” lo tocó, y luego llevó su mano hacia la mejilla de ella, Leo no pudo evitar tragar saliva, porque el rostro de Eli era muy suave; aparte de que su mano podría cubrir toda esa cara tan pequeña, y de cierta forma, eso le causó gracia al muchacho. No obstante, el joven decidió enfocarse en lo más importante para tratar de comprender lo que ella intentaba decirle.
—¿Te asusta la calidez que te produce el sol? —cuestiona Leo, viendo como la chica pelinegra asentía con la cabeza —¡Entiendo! Claro, es la primera vez que sientes los rayos del sol tocar tu piel. Comprendo… bueno, no te asustes por esto, el sol es muy bueno —dice Leo alejándose un poco de ella, mientras Bruno tocó la corneta de la camioneta diciendo:
—¡Hey! ¿Ya terminaron? ¡Vámonos! Trae a Eli, ella vendrá con nosotros.
—¿Qué? ¿Pero… en que momento? —se pregunta Leo, porque no había visto cuando Bruno se levantó y fue a buscar la camioneta.
—Mientras estabas embelesado con la humana, ¡me dio chance hasta de orinar! ¡Vámonos ya y terminemos con esto! Quiero ir a casa, llevamos aquí dos meses —grita Bruno deseando terminar esa misión rápido para ir a América.
—Tienes razón… vamos a comenzar. Vamos, Eli… dame tu mano —dice Leo extendiendo su mano mientras Miranda lo observa con duda, pero luego de pensarlo un poco decide sujetarle la mano diciendo en pensamientos:
«Es un tonto, dejaré que me ayude» piensa Miranda sujetándole la mano a Leo, el cual sonríe pensando:
«Ella me tiene confianza… la enseñaré a hablar nuestro idioma para que podamos comunicarnos muy pronto» piensa Leo llevando a Eli hacia la camioneta, sintiéndose extrañamente emocionado.
Tiempo actual: mansión Wolfgang
Aurelia observaba con atención a la joven, porque ella podía sentir que tenía un aroma inusual. No olía a elfo, ni tampoco a un licántropo. A simple vista parecía una mestiza, pero su olor corporal tampoco era el de una mestiza.
—Ella no huele a nada —dice Axel justamente lo que Aurelia estaba pensando.
—¡Exacto, papi! Ella no tiene un olor en específico… es extraño —dice la chica viendo con atención a la joven para entrar en su mente y hablarle.
«Veamos quien eres… ya que me arruinaste mi noche, hurgaré un poco en tu pasado que debe ser tan terrible como tu corte de cabello» piensa Aurelia, pero luego cuando ella intenta entrar en la mente de esa joven, no puede hacerlo, era como si esa tal Eli tuviera una especie de pared enorme que le impedía ir al otro lado.
Eso nunca le había ocurrido. Ella podía entrar en la mente de quien deseara, hablarle en sus pensamientos, buscar, ver absolutamente todo si así lo deseaba, después de todo, era una diosa. Sin embargo, con esa chica no podía hacerlo.
«¿Será que estoy fuera de forma?, es imposible. Una diosa nunca está fuera de forma…» piensa Aurelia concentrándose mejor.
Por otro lado Axel se acerca a la joven de cabello n***o que, inconscientemente, se aleja dos pasos cuando ve que el pelilargo se aproxima a ella.
—¿De donde eres?, tu inexistente aroma me intriga un poco —comenta Axel deteniéndose porque puede observar que la joven parecía estar asustada.
«¿Lo asesino ahora mismo?» piensa Miranda tocándose su pecho para sacar aquel tridente que llevaba dentro, pero luego ve a cada lado, dándose cuenta que estaba rodeada de personas poderosas, y si hacia semejante imprudencia, la matarían al primer intento.
«No, no puedo… esos licántropos de cabello blanco son fuertes, los vi actuar en ese otro lugar horrible y soleado, además… el dios Helios mató de una forma muy sencilla a mi amado Nom, es muy grande… es aterrador» continúa pensando la luna oscura.
Ya que, ahora que veía a Axel frente a ella, sintió un temor indescriptible. Es por eso que inconscientemente se escondió detrás de Leo pensando lo siguiente:
«Todavía no estoy preparada» admite la luna oscura sintiéndose una inútil porque al ver la realidad frente a sus ojos, pudo reconocer porque su querido Nom había muerto en las manos de aquel alto licántropo.
Por otra parte, Aurelia después de haberlo intentado bastante, llegó a la conclusión que le resultó imposible utilizar su poder en aquella joven de cabello oscuro. Es por esa razón, que la diosa se sintió muy ofendida e intrigada al mismo tiempo, porque era la primera vez que le ocurría algo similar.
«¿Quién eres, y por qué no puedo verte?, ¡Lo descubriré! Pero por el momento lo mantendré en secreto porque sería muy humillante que mis hermanos y mis padres, supieran que mi poder está teniendo fallas, ¡No puede ser!, ¡Yo soy una diosa no puedo estar defectuosa! ¡Hay algo raro en todo esto y lo descubriré yo sola!» piensa Aurelia sin saber el motivo real del por qué no podía entrar a la mente de Miranda.
La razón era porque el tridente que traía la joven dentro de su cuerpo, la protegía de los dioses de la tierra, ya que Neptuno sabía que la hija de Selene era la única que podría descubrir la identidad de Miranda, sin embargo, eso ya no era posible porque ella estaba cubierta de una manera sutil, bajo el poder de otro dios oscuro como lo era Neptuno. Además, Helios y Selene jamás sabrían quien era ella porque ambos no tenían idea de la existencia de las amantes de Nom, por lo tanto, sin Aurelia en el camino, Miranda jamás sería descubierta.
O eso era lo que ellos creían.