ISRAEL
Como no quería sorpresas le coloque unas esposas al bastardo que me engendro y es que no les había contado, pero el colmo del descaro del engendro que me procreo es detective y uno muy respetado, si como no.
Después de asegurarme que ese hombre no iría a ninguna parte, corte las manos del cadáver de la mujer que me dio la vida y corte los dedos en trozos como si fueran salchichas, luego los sofreí junto a algunos vegetales y los servicios en un plato para alimentar a mi querido padre.
Como al principio no quiso cooperar, clave un par de cuchillos en sus piernas y no le quedó de otra que abrir la boca y comer las asquerosas manos de su esposa.
Cuando terminó estaba muy débil y yo comencé a quitarle la ropa, él quiso resistirse, pero no podía, estaba muy débil, con el cuchillo menos afilado tome su asqueroso m*****o y comencé a cortarlo muy lentamente mientras gritaba.
Esa fue la primera vez que cortaba un m*****o, pero lo que no sabía es que no sería la última, después de dejarlo sin aquello que lo identifica como hombre vi como sus ojos se apagaban lentamente y esa imagen se quedó grabada en mi mente.
Después de un rato observando esos dos cuerpos, reaccione y sabía que debía hacer algo, o terminaría en una correccional, así que baje al sótano, donde esa basura traía más víctimas, si mi hermana y yo no éramos los únicos niños de los cuales ellos abusaban.
Y en ese sótano tenía muchas maneras de deshacerse de las evidencias, así que revise y encontré dos muy efectivas, había una piscina llena de ácido en la cual me queme porque creí que era agua pero me equivoque.
En esa piscina metí el cuerpo de la mujer, tomaría un poco de tiempo que se disolverá en su totalidad, pero yo no tenía prisa, el señor no tendría que irse a trabajar hasta dentro de una semana y esa mujer no trabaja en nada más que no fuera abusar de niños.
Deje a la mujer sumergida en el ácido, me sentía cansado, pero había otro cuerpo del cual deshacerme, así que como pude arrastre a ese hombre hasta el sótano.
Encendí la gran chimenea que había ahí y como el cuerpo no cabía por completo tuve que contarle sus manos y pies, para luego meterlo por partes y mantener el fuego encendido hasta que terminara reducido en cenizas.
Cuando me asegure que el fuego no se fuera a apagar subí a limpiar todo arriba, yo tome todos los productos de limpieza y deje la casa impecable, después de todo esos dos bastardos nos hacían limpiar sus desastres y sabíamos como desaparecer los rastros de sangre.
Lo que nunca se imaginaron fue que yo terminaría limpiando los rastros de su asquerosa sangre y que sería yo el que acabaría con tanto dolor.
Me hubiera gustado ser más fuerte y matarlos antes de que mi hermanita muriera de esa manera, pero supongo que esa fue su manera de dejar de sufrir, se rindió y ahora ya no sufre.
Cuando estuve seguro de que ya no había ni un rastro de sangre, baje al sótano donde el fuego disminuía, así que lo avive con más leña y combustible, luego subí nuevamente a bañarme, y quemar mi ropa manchada de sangre junto a aquel hombre.
Cuando volví al sótano completamente limpio, queme mi ropa sucia y espere hasta que no quedara nada de esos dos, el hombre fue más fácil, al día siguiente ya era polvo, pero la mujer tomó dos días para que sus huesos desaparecieran.
Pero me sentí aliviado, cuando recogí las cenizas de la chimenea y las fui a arrojar muy lejos de esta casa, nadie podía saber que murieron, después de votar las cenizas del hombre, me ocupe del ácido donde desapareció el cuerpo de la mujer, no fue fácil era un niño y me queme varias veces, pero lo logre.
Días después un compañero del que según era mi padre fue a buscarlo por qué no se presentó a trabajar, así que le dije que mi papá y mi mamá se fueron hace días en un taxi con mi hermana y no habían regresado.
Por supuesto el oficial me creyó y me llevo a casa de mi tío mientras investigaban, no encontraron rastro de mis padres, pero sí el cuerpo de Isabel en una cabaña fuera de la ciudad, como no encontraron nada de mis padres y en el cuerpo de Isabel había semen de ese hombre.
Los policías concluyeron que él la violó y la mato, por eso él y mi mamá huyeron, los buscaron a ambos por meses, pero no encontraron nada, mi tío me cuidó y me llevó con un psicólogo, pero nunca dije nada, nadie sabe lo que soy.
Nadie sabe que desde ese día no me he detenido, he matado a muchos violadores asesinos y toda clase de criminales y nunca dejo rastro de nada, con el tiempo me he vuelto el mejor.
Mi tío se siente orgulloso porque cree que soy un detective honrado y que me apego a la ley, si supera que no soy mejor que esas basuras a las que encierro.
Pero bueno, es mejor que siga en la ignorancia, yo tengo mucho por hacer, muchísimos criminales que encerrar o matar todo depende de que tan corrupto sea el juez.
Después de fumarme algunos cigarrillos entre de nuevo a la cabaña y mis amigas estaba aún comiendo, así que rocíe gasolina y le prendí fue, no es la primera vez que quemo esta cabaña, pero sí es la primera vez del año.
Tengo muchas cabañas en el bosque y suelo prenderle fuego y dejar que toda evidencia en mi contra desaparezca entre los escombros, es por eso que aún no me descubres, jamás dejo un cuerpo entero o ADN en ningún lugar.
Después de encender el fuego conduje a mi casa. La misma casa donde me convertí en asesino, si cuando cumplió la mayoría de edad esa casa me fue entregada. La mandé a renovar y el único rincón que se mantiene intacto es la habitación de Isabel.
Esa habitación me recuerda porque hago lo que hago y que si me detengo más niños sufrirán, el sótano tiene algunas modificaciones, ahí tengo mi colección de cuchillos y varios elementos de tortura.
A esta casa no suelo traer a torturar a muchas personas, solo traigo a los que son importantes, como el malnacido del juez que se vendió y declaró a mis padres inocentes, si lo mate cuando cumplí los 18 años, su muerte fue lenta y dolorosa, tardo una semana en dejar de respirar pero lo disfrute.
Ese juez se convirtió en comida para los perros de la calle, aprendí que la mejor manera de deshacerse de un cuerpo es que los animales se lo coman, así no queda rastro alguno, hasta el sol de hoy buscan a esa basura, pero nunca la encontrarán
Cuando llegue a mi casa, tome una ducha, me coloque un bóxer y el short de mi pijama y camine por esa oscura y solitaria casa hasta la habitación de Isabel, me senté en su cama y miré al rededor.
—Uno menos hermanita, un bastardo menos, así habrá menos niños sufriendo —Exprese en vos alta y marque la pared detrás de la puerta.
Esas marcas indican cada uno de lo bastardos que he asesinado, nadie entra a esta habitación y no las han visto. De hecho nadie entra a esta casa, solo mi tío y él tiene prohibido subir las escaleras y aunque subiera, no sabrían que significan las marcas en la pared.