12. No te sentí llegar

1012 Words
Kagome Me despierto por el ruido constante de mi celular, abro los ojos sin saber dónde estoy y miro bajo mi cuerpo; un Inuyasha hermoso descansa. Sus ojos están cerrados y los recuerdos vienen a mí haciendo que me sonroje, me hizo el amor, volví a sentirlo mío. El ruido de mi teléfono me hace levantarme e ir paseando desnuda hasta él. Miro cuando deja de sonar. Mis ojos se abren porque tengo más de 20 llamadas perdidas de Miroku, 28 de Sango, 15 de Koga y 17 de Ayame. Al parecer todos están preocupados o pasó algo. —Kagome — la voz preocupada de Miroku es lo primero en captar mi atención, lo segundo es que tiene el celular de Sango. —Si soy yo, ¿pasa algo? —Me doy la vuelta para ver al hombre de mi vida acostado, tranquilo. —Eso te pregunto a ti, ¿no has visto la hora? —Miro el reloj que descansa en mi pared, 4:55 am. Mis ojos se abren sorprendidos. —Lo siento, me quedé dormida — murmuro distraída. —Llama para no preocuparnos así — asiento aun sabiendo que no me puede ver. —Necesito un favor Miroku — muerdo mi labio indecisa si decirle que Inuyasha está aquí. —¿Qué es? —Me debato pero lo suelto. —Inuyasha está dormido en el sofá de mi despacho, tengo que llevarlo al suyo, pero no tengo fuerza para eso — la línea queda en silencio. —Así que eso te distrajo, sexo salvaje con Inuyasha — escucho varias carcajadas y mi cara se pone roja. —¿Qué? —Pregunto — él estaba borracho, jamás abusaría de él — cierro los ojos porque tal vez lo violé, digo, no estaba en sus cinco sentidos y me aproveché de eso. —Koga y yo vamos para allá — cuelgo e inmediatamente busco mi ropa, me la pongo, pero tendré que andar con la v****a al aire ya que el salvaje este rompió la tanga que llevaba. Me siento en el suelo a su lado, mis manos se pasean por esos lindos labios que tiene. Luego acaricio su rostro. —Kagome — habla en un suspiro entre sueños. La puerta se abre lentamente y los chicos aparecen, que rápidos. —Vamos Miroku — anuncia Koga y se llevan a Inuyasha con esfuerzo hasta su despacho. Lo dejan y yo le dejo los zapatos a un lado, ellos salen y yo beso sus labios suavemente. —Te amo — murmuro en su oído y me marcho, cierro la puerta con cuidado y dos pares de ojos me miran divertidos. —¿Qué? —Pregunto caminado a la salida. —¿Soy el único que al entrar al despacho de Kagome olió todos los orgasmos? —Pregunta divertido Koga. —No, yo también y más la parte en donde gritan "más duro"—mi cara esta roja gracias a estos imbéciles. —Idiotas—murmuro subiendo a mi auto, conduzco de regreso a la casa sin muchos ánimos. Al llegar voy directo a mi dormitorio, el cansancio me vence y solo me meto en la cama a descansar, los brazos de Morfeo me abrazan y me dejo llevar. *** —Mami—la voz de Shippo hace que abra los ojos, miro esos lindos ojos que tiene y que en estos momentos me miran curiosos. —Buenos días Shippo—él me sonríe. —Buenos días—me levanto y suspiro, el aroma de Inuyasha aún abraza mi cuerpo, aspiro lentamente y me siento tan bien. —Anoche no te sentí llegar—comenta mi hijo cruzado de brazos, arqueo una ceja y una risita se escapa de mis labios. —Me quedé dormida arreglando unos papeles amor—me levanto de la cama y hago de mi cabello un moño envuelto. —Uhmmm... Te espero abajo—lo miro extrañada salir de mi dormitorio. Camino hasta el baño y me desnudo, entro a la ducha y el agua tibia me recibe, un suspiro se escapa de mis labios al recordar las imágenes de anoche. Como poseía mi cuerpo, sus caricias, sus besos. Me estremezco mientras las espanto, no volverá a suceder... A menos que Inuyasha me perdone. Salgo envuelta en una toalla y busco que ropa ponerme, como hace frío elijo una sudadera amarilla con unos pantalones negros que se ajustan perfectamente a mi cuerpo. Unas botas y dejo el moño mal hecho con flequidos sueltos, me maquillo natural y bajo a desayunar, veo como todos sonríen mientras me esperan para el desayuno. —Buenos días—todos me sonríen pero Shippo esta serio, ¿qué le pasa a este niño? —Kagome, tengo hambre no despiertes tan tarde—comenta Ayame divertida. —Shippo, amor, ¿sucede algo?—pregunto al ver que su actitud no cambia. —¿Por qué decides humillarte por un hombre que ni vale la pena?—todos nos quedamos en silencio—estuviste con Inuyasha ayer, te escucho llorar y es algo que no puedo evitar, no sé qué fue eso tan grave pero... Él ni nadie merece las lágrimas de una mujer tan magnífica, con permiso—se retira dejándome con los ojos cristalinos, las chicas se levantan pero huyo rápidamente. Shippo cree que soy un ángel, pero soy una mala mujer, hice cosas de las cuales me arrepiento hoy. Salgo de la casa y me subo al coche, manejo como desquiciada. Cierro los ojos mientras lloro, los abro y freno al ver a una persona frente a él, los frenos no funcionan correctamente por lo que doblo el volante causando que casi me atropellen a mí. Salgo corriendo al ver al hombre tirado con una mano en el pecho —¿Te encuentras bien?—pregunto asustada, sus ojos me miran y traga saliva. —Casi me matas—muerdo mis labios. —Lo siento, no era mi intención, perdona, ¿necesitas un hospital?—pregunto preocupada. —La verdad solo necesito salir del shock—murmura sacándome una sonrisa. —Te invito a un café como disculpas—le digo y él se torna pensativo. —Está bien, a dos cuadras hay una cafetería muy digna de visitar—asiento y voy hasta mi coche, subo y conduzco hasta donde él me dice, lo dejo en el estacionamiento y bajo. Nos dan una mesa y la verdad el lugar es precioso, es tan sencillo que causa que quieras quedarte. —Y... ¿se puede saber que te tenía tan grave como para casi atropellarme?—pregunta la voz de hombre frente a mí. —La vida que se empeña en joderme—contestó mirando hacia fuera. —¿Me dices tu nombre?—sonrío y lo miro. —Kagome—contesto—¿y el tuyo?—el me mira con los ojos entrecerrados. —Jinenji—contesta—¿Kagome Higurashi?—pregunta y lo miro confusa. —Si... ¿Cómo lo sabes?—pregunto confundida. —Soy el mejor amigo de Inuyasha... Que pequeño es el mundo—ni que lo diga.
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