Inuyasha
Mi mente es todo un caos en este momento, ese beso me dejo deseando más de lo que yo pueda permitirme. Camino sin rumbo hasta que una llamada me detiene.
—¡Inuyasha! —El grito de Kikyo del otro lado de la línea hace que me masajee la sien para no gritarle devuelta.
—¿Qué quieres? —Pregunto sin darme cuenta que camino de regreso en donde deje a mi amigo.
—Tienes que venir — murmura — me duele mucho — mi entrecejo se frunce.
—¿Qué te duele Kikyo? —Pregunto y cierro los ojos.
—Mi bebé — los abro y corro hasta llegar a mi coche, subo en el mientras le cuelgo a Kikyo.
Conduzco en dirección a mi casa pensando en cosas horribles en el camino. Cierro los ojos en un semáforo. Sigo mi camino cuando cambia y llego mucho antes de lo previsto, entro como alma que lleva el diablo hasta mi habitación.
—¿Estás bien? —Pregunto al entrar y me la encuentro en la cama.
—La chica del servicio me preparo un té y estoy mejor — contesta con una sonrisa de ... ¿Satisfacción?
—Llamaré al doctor para que te revise — murmuró sacando mi teléfono.
—No, no — dice rápido — ya me encuentro mejor — me regala una sonrisa — seguro es por el estrés con los preparativos de la boda y eso — la miro en silencio.
—Bueno, descansa, tomaré un baño y me voy a la empresa — ella asiente me acerco a ella y beso su frente.
Me doy una ducha y me cambio de ropa a una más formal antes de los codiciosos ojos de Kikyo. Cuando termino conduzco hasta la empresa.
A pesar de que Kikyo tenga un mes y medio de embarazo aún no se lo he consultado a mi familia, no tengo ganas tampoco. Me siento mal por ser un padre tan irresponsable pero no confío del todo en que esa criatura sea mía.
Entro a mi oficina y me siento abriendo la laptop para disponerme a trabajar, la puerta se abre y Sesshomaru entra con cara de pocos amigos.
—¿Has visto a Higurashi?—pregunta enojado, lo miro sin entender su reacción.
—No, pero... ¿Qué pasa?—él se toca el puente de su nariz calmando la furia.
—Ayer le dije que necesitaba la firma en unos documentos, firmo varios, pero le faltan y los necesitaba para esta mañana—dice notándose enojado.
—¿A qué hora fue eso?—pregunto mientras reviso unos estados.
—No sé, fue anoche, te mandé avisar con tu secretaria—responde molesto.
—Puedes preguntarle a la secretaría de Kagome—le comento distraído mientras tecleo.
—¿Tiene secretaria?—pregunta mi hermano sospechando de mi palabra.
—Una pelirroja—él asiente y sale de mi despacho.
Kagome estuvo anoche aquí... ¿Habrá pasado algo entre nosotros?, no, no lo creo, o tal vez sí. Mi cabeza es un caos, esa mujer debe de dejar de hacer eso, de estar todo el día en mis pensamientos, es algo molesto y frustrante.
Decido olvidarme de ella haciendo mi trabajo, pero la puerta se abre nuevamente, ¡no saben tocar joder!
—Señor—el tono meloso de Yura es lo que menos quiero ahora, la miro y veo como muestra el escote.
—¿Qué se te ofrece?—pregunto volviendo a mirar la laptop.
—Creo que debería relajarse, yo le pudo ayudar—la miro y veo como se muerde el labio y suspiro. Al parecer todas quieren que las folle, ¿qué le pasa a las mujeres?
—Si quisiera relajarme me iría lejos de todos, así que descarto tu invitación, largo de mi oficina—su cara se vuelve roja de la furia y sale azotando.
Masajeo mi sien porque todo me comienza a molestar, odio no tener el control de todo. En estos años lejos de ella me he vuelto un loco obsesivo del control, todo se derrumbó cuando esos ojos chocolates me miraron luego de tres años sin verla.
¿Sabes qué?, solo eres un maldito estúpido que no sale de un agujero pasajero, estas con mujeres tratando de olvidarme cuando en realidad no lo quieres hacer, es por eso que no me olvidas, porque en verdad tu no quieres hacerlo.
Esas palabras no dejan de rondar en mi mente, ¿de verdad no la quiero olvidar?, cierro los ojos y sus palabras taladran mi interior mientras su voz es como un disco en repetición. Kagome tiene algo de razón, no paso de página y vivo estancado en el pasado. Suspiro mientras me debato. ¿Debería perdonarla?, ¿perdonaría todo lo que me hizo?, ahora estoy con Kikyo, con planes absurdos de boda, una que no estoy seguro de querer llevar a cabo. Todo es tan confuso para mí.
Creo que sería bueno tomarme unas vacaciones, lejos de todos... Lejos de ella. La mujer que tiene mi mundo patas para arriba. Soy tan mentiroso, no la quiero solo para mi cama, la quiero devuelta en mi vida, que esto que llevo vuelva a disfrutar, odio ser un maldito bastardo con todas las mujeres, pero así estoy desde que descubrí que mi esposa solo quería vengarse de mí. Si su amigo no llegaba a tiempo... ¿Me habría matado?, quiero creer que no, quiero creer que ella nunca lo haría, pero me disparó en la pierna, se atrevió a lastimarme, no solo física, si no que me jodió emocional. Tocan la puerta y salgo de mis pensamientos.
—¿Señor Taisho?—el chico que coqueteaba con Kagome está frente a mí.
—¿Qué necesitas?—pregunto brusco.
—Necesito su firma en estos documentos—los tomo de mala manera y los leo antes de desplazarme hasta donde tengo que poner mi firma y luego escribir con mi letra de manera lenta.
—¿Algo más?—pregunto descargando mi cuerpo en la silla.
—No—él avanza hasta la puerta.
—¿Te gusta tu jefa?—pregunto sin titubeo su cuerpo se paraliza.
—¿De qué habla?—pregunta dando la vuelta.
—Seré directo... ¿Te gusta Kagome?—pregunte y sus mejillas se tiñen de rojo dándome la respuesta.
—Es una mujer increíblemente hermosa, no veo porque no—los malditos celos me carcomen.
—Ni te atrevas a mirarla más allá de lo profesional—amenazo enojado.
—Perdone usted señor Taisho, pero no le veo nada de malo, su relación con ella acabó hace años, ella esta soltera y es una mujer maravillosa, con permiso—sale del despacho y solo quiero matarlo, lanzo a la pared un retrato que tenía en el escritorio. Paso de manera rápida mis manos por el pelo. ¡Joder!, suspiro rápido tratando de calmarme, pero la tarea me parece imposible... Me sigue gustando mi propio diablo.