Inuyasha
Estoy trabajando mientras la cabeza me martilla suavemente, cierro los ojos, pero una imagen extraña se filtra en mi mente, Kagome esta desnuda encima de mi cuerpo. Mi temperatura sube y mi cuerpo reacciona estremeciéndose.
Unos gritos me hacen salir de mis raros pensamientos, salgo a ver qué pasa cuando la veo salir con Kikyo por los pelos, ¿qué le pasa?, Kikyo está embarazada.
—Será mejor que no vuelvas a buscarme para tratar de joderme o será otra la que termine bien jodida—se cruza de brazos.
—¿Me amenazas?—pregunta Kikyo.
—No soy tu Kikyo, además, no pierdo mi tiempo en alguien que no lo vale, tómalo como un aviso—camino hasta Kikyo.
—Espérame en mi despacho—ella asiente con lágrimas en sus ojos, le sigo los talones y cuando llegamos a su despacho cierro la puerta de un portazo. Cierro las cortinas mientras ella me ignora, no quiero a los chismosos de los empleados mirando—¡¿qué diablos te pasa?!—grito enojado mientras la miro.
—¿Puedes largarte de mi despacho?—pregunta con tranquilidad.
—Ella no está en estado de tener que pasar malos ratos—le digo enojado, esa mujer está loca.
—Entonces, ¿por qué diablos viene a provocarme?—pregunta mientras me mira enojada—¿pensabas jugar conmigo?—pregunta con rencor en sus palabras—ella está embarazada y tu tratándome como tu estúpida diversión—la miro sorprendido—vino a eso, a echarme en cara el que pronto serán una familia, que te casarás con ella—me mira y luego aparta la mirada—a decirme como tenían sexo—su respiración es errónea—y yo de estúpida queriendo tu perdón cuando lo único que quieres es burlarte de mí—niega aguantando las lágrimas que tiene en sus ojos—¿me quieres en tu cama?—pregunta soltando una carcajada—¡bien!, me tendrás una última vez Inuyasha, una vez más y esta mierda se acaba para siempre, no volveré a pedir tu perdón, solo serás mi socio y nada más—sus palabras me dejan mudo.
Camino hasta tomar un bolígrafo y un papel, apunto la dirección y el número del hotel donde nos encontraremos.
—Te espero esta noche—ella asiente y yo solo pienso en sus palabras.
La última vez... Dejará ya todo, no quiero que renuncie a mi tan pronto, cierro los ojos sin saber que hacer ahora, me ha puesto en jaque. La pelirroja me mira y luego rueda los ojos, camino hasta donde esta Kikyo, mi oficina, antes de entrar escucho que habla con alguien y me quedo quieto.
—Todo está saliendo perfecto—comenta ella feliz—lo tengo en mis manos, esa estúpida como siempre, tenías que dejarla más tiempo, si, si, adiós—cuelga y yo la miro desconfiado cuando abro la puerta.
—¿Estás mejor?—pregunto cerrando la puerta y caminado hasta ella la abrazo, pero mi tormento me hace apartarme muy rápido.
—Sí, estoy bien ahora que estas aquí—ruedo los ojos dándole la espalda.
—¿Qué viniste hacer aquí?—pregunto tomando asiento y ella viene y se sienta en mi regazo.
—Quería ver si de verdad volvió—suspiro fuerte y ella me abraza—pero vino más loca—comenta con miedo.
—No te hará nada—aseguro tranquilo.
—¿Pero viste como se comportó?—pregunta y yo asiento distraído.
—Solo ve a casa y descansa—se levanta y me deja un beso para luego irse.
Cierro los ojos, me siento tan frustrado. Esta noche, solo una noche y todo habrá terminado. Mi teléfono suena y lo tomo
—Inuyasha—respondo.
—Hijo, necesito que pases por Rin al colegio, le surgió un imprevisto a la niñera, te amo—cuelga dejándome con la palabra en la boca, mi madre nunca cambia.
Me levanto y camino hasta fuera, no evito el mirar hacia la oficina de Kagome, ¿estaré haciendo lo correcto?, no lo sé, pero ya no se puede cambiar. Cuando llego a mi coche conduzco en dirección al colegio de mi hermana. Al llegar no puedo evitar tampoco que los recuerdos me asalten.
—Inuyasha—la voz de Erik nos hace mirarla, veo como Kagome arquea una ceja—aquí está tu hermana—murmura ella enseñando un parte de su escote, siempre ha tratado de ligar conmigo.
—Muchas gracias Erik, me da gusto verte, hace mucho que no pasaba por estos lados—comento con una sonrisa juguetona. Sé que Kagome está celosa, solo hay que ver esa cara de poseída que tiene en estos momentos.
—Descuida Inuyasha. Estas más guapo ahora—comenta melosa mientras toca mi brazo—eres un hombre muy guapo—coquetea frente a los ojos de mi prometida, oh Erik yo que tu no lo haría.
—Muy guapo y tu muy linda, pero si no te alejas en este instante de él, ¿sabes qué pasa?—pregunta Kagome acercándose—te quedas sin una hebra de cabello—termina se decir dejando literalmente mi boca abierta.
—¿Tú quién eres?—pregunta molesta e indignada Erik.
—Su prometida, así que quita tus curiosas manos de los orificios de mi hombre—parece una fiera, pero no puedo evitar que me encante que me cele.
—Inuyasha, me despido, adiós—se acerca y planta un beso en mi mejilla y se larga contorneando sus caderas.
—Una foto de su trasero duraría más—comenta y suelto una carcajada—¿de qué te ríes imbécil?—vocifera molesta, lo que ella no sabe es que me ha encantado ver su cara roja furiosa, se ve tan salvaje.
—¿Celosa—pregunto mientras me acerco e inmediatamente su respiración se vuelve irregular—señorita Higurashi? —los vellos se le erizan a consecuencia de mi voz en mi oreja. Me encanta provocar estas reacciones en ella.
—Para nada—responde temblorosa.
—¿Entonces por qué la escena de hace rato?—pregunto sin separarme de su oído. Lamo disimuladamente el lóbulo de su oreja y un jadeo se le escapa a lo bajo.
—Y-Yo, no hi-hice—una sonrisa se forma en mi rostro al verla tartamudear—ninguna escena—responde más calmada cuando me alejo de ella.
—¿Pero si estabas celosa?—pregunto en tono juguetón a lo que ella rueda los ojos.
—No estaba ni estoy celosa—me apunta con su dedo.
—Te creeré—susurro en su oído y nuevamente la piel se le eriza.
—Jodete—murmura al notar mi sarcasmo.
—Quiero que tú lo hagas—digo poniendo las cosas más calientes.
—Aléjate morboso—dice riendo a lo que me aparto sonriendo.
Sacudo mi cabeza, no es posible que a todos los lugares que vaya un recuerdo aparezca de ella.
Entro y voy hasta donde la chica de recepción, ella al verme se le iluminan los ojos.
—Hola Tsubaki—ella me sonríe, a ella me la coji en el aniversario número dos de mi rompimiento con Kagome.
—Hola guapo—me guiña un ojo coqueta.
—Vengo a buscar a mi hermana—ella teclea y luego marca por teléfono.
—El señor Taisho está aquí, pueden traer a Rin—cuelga y pone las manos sobre el escritorio dejando visible su escote y desde la posición en la que está, sus pechos.
—¿Cómo te ha ido Inuyasha?—pregunta batiendo sus largas pestañas.
—Normal—contesto seco.
—No me has vuelto a llamar desde la última vez—recrimina en tono molesto.
—No me interesa volver a acostarme contigo—abre la boca sorprendida pero antes de que pueda responder mi hermana viene hasta mi corriendo.
—¡Inu!—grita ella abrazándome.
—¿Cómo estás hermosa?—beso su mejilla mientras la dejo en el suelo.
—Muy bien, ven te presento un amigo—me aleja de Tsubaki y me encamina hasta un pasillo—Shippo, este es mi hermano Inuyasha—mis ojos captan a un niño con cabello anaranjado y ojos verdes, se me hace bastante reconocido.
—¿Tú no eres el hijo de Kagome?—pregunto entrecerrado los ojos.
—El mismo, ¿algún problema?—pregunta cruzado de brazos, me sorprende la actitud del mocoso.
—No... ¿Por qué me hablas así?—pregunto mirándolo con mala cara.
—Iré a buscar mis pertenencias, Shippo entretenlo—mi hermana se aleja y me deja solo con el mocoso.
—Porque eres el causante de que mi madre llore—lo miro sorprendido, este niño me sorprende bastante.
—Esos son cosas de adultos—le digo tranquilo.
—Hacer sufrir a la mujer más maravillosa no es solo de adultos, entra en el renglón de todo—dice mirándome—Kagome es una mujer maravillosa, deja de hacerte el imbécil y perdónala, ella de verdad te quiere y odio ver como se humilla y solo logra al llegar a casa, llorar sola en su habitación para que no podamos ver su debilidad, deja de hacerte la víctima porque en este cuento no las hay—y se aleja dejándome asombrado por sus palabras.
¿Será lo correcto?, pero... ¿Perdonaría todas sus mentiras y el daño que me ha infringido?, estoy tan confundido.