El silencio incómodo invadió el comedor de la mansión por unos segundos. Claudio, con un movimiento de cabeza se excusó y en silencio se retiró, en cambio Lourdes miraba a Callum y luego a Danilo, esperando alguna reacción por parte de alguno. Observó que el mayordomo la llamaba con la mirada, pero hizo caso omiso y con un ademán cínico, tras cruzar las piernas, se acomodó más en su silla. Danilo no pudo contener la intriga que se formaba en su pecho y se levantó de la silla mientras se reclinaba en la mesa debido al leve mareo y fijó su mirada demandante en el guardaespaldas estoico que tenía frente a él, las ansias de saber si su plan había dado resultado le recorría todo el cuerpo. —¿Y entonces qué pasó, Callum? —preguntó con dureza en su voz— ¿Qué es eso tan difícil de decir? Ya me e