Matías nació en él ceno de una familia humilde, sus padres Jacob Rizzo Curain y Rita Garret Saenz, eran una pareja sumamente trabajadora, chico Rubio con toques castaños en su cabello que hacían con la luz del sol parecer más rubios, preciosos ojos verdes tan intensos que parecía acariciarte al verte, tiene 23 años recién cumplidos.
Su padre de oficio carpintero, era un hombre que trabajaba cada día con mucho esfuerzo para sacar a sus hijos adelante, Graciela era la hermana menor de Matías, la joven de apenas 19 años al igual que Matías estudiaban muy duro, pues sabían del gran sacrificio del hombre cada día.
Por otro lado, su madre la señora Rita, era mucama del hotel más reconocido en la ciudad, el Reverdile, era un hotel al que solo se hospedaban familias muy importantes, o, estrellas de la televisión que venían de visita a la ciudad.
Al ser el hijo mayor Matías sabía que tenía en su responsabilidad ser el mejor de la clase, pagar de alguna manera el gran esfuerzo que realizaban sus padres cada día.
Matías siempre era el primero de su clase, por ello cuando fue hora de ingresar a la Universidad, unos de sus profesores no dudo en ayudarlo a solicitar una beca en la Universidad más prestigiosa de la ciudad, Matías y su familia lo veían complicado, pero el profesor Vanquels le dijo muy sinceramente.
- Si un joven tan esmerado como tú no tiene una oportunidad como esa, créeme mi querido Matías, nadie más la merece.
Así con mucho empeño Matías logro tener acceso a la mejor Universidad que el dinero podría pagar, la diferencia entre todos los jóvenes que estudiaban ahí era que Maty, como le decía su familia, no poseía riquezas, los jóvenes llegaban en autos último modelo, las mejores ropas, los móviles más modernos, él llevaba su móvil de hacía dos años, casi no se escuchaba al llamar, era más para enviar textos o navegar en línea.
El profesor Vanquels le obsequio a Matías una portátil, no era la mejor del mercado, pero lo sacaría de grandes apuros, Matías estaba sumamente agradecido por todo lo que aquel hombre hacía por él, era un profesor mayor, que tenía dos hijos que poco lo visitaban, así en Matías veía a esos hijos que no lo frecuentaban.
Maty asistía a clases, estudiaba Administración sobre contabilidad, era muy bueno con los números, y podía llevar esa carrera que era como estudiar dos en una, él anhelaba tener un buen puesto en una compañía, comenzar desde abajo, pero escalar poco a poco para llegar a ser alguien importante algún día, ayudar a sus padres por lo mucho que hacen por él y Graciela.
Pero cada día era complicado, ver a su alrededor a todos los que tenían grandes riquezas, que incluso al saber sobre su origen lo alejaban, no aceptaban que alguien tan inferior a ellos estuviera cerca, Matías era humillado en muchas ocasiones.
Pero era un chico con muchas fortalezas, no dejaría que ninguno de estos ricos lo afectara, claro que le dolía el desprecio, era un ser humano muy noble, cuando su familia le preguntaba como lo trataban, él mentía, decía que todos sus compañeros eran tan buenos con él, solo para que sus padres no sufrieran por lo mal que la pasaba en ocasiones.
Un día cuando bajaba del autobús un auto se metió en el carril de izquierda, casi atropellando al pobre joven, el auto se frenó y el conductor bajo de inmediato, Matías sentía que el corazón se le iba a salir del susto.
Matías....
- Joven, disculpe, esta usted bien, lo siento es que ya venía un poco tarde, fue mi culpa.
Matías respiro profundo y dijo que estaba bien, el conductor del autobús bajo para ver a Matías.
- Oye que sucede contigo, este carril es exclusivo para que bajen las personas, no vez los señalamientos.
Pero antes de que diga nada más una preciosa rubia tan impresionante mente bella baja del auto que casi acaba con mi vida.
¿Estás bien muchacho?
Pregunta con una voz tan dulce y angelical, yo la observo, me quedo boquiabierto de solo escucharla.
-¿Estás bien muchacho?
Vuelve a preguntar la chica que parece más un bello ángel bajado del cielo que una simple mortal.
- Si, yo lo siento, estaba...
- Deberíamos llevarlo Marcel, parece algo afectado aun...
Dice la preciosa joven observándome preocupada.
- No, tranquila, estoy bien, puede irse señor, estoy bien.
Le digo al conductor del autobús.
- Bien, me alegra que nada te sucediera muchacho, nos veremos mañana.
Pues cada día es el mismo conductor que pasa a la hora que vengo camino a la Universidad.
- Si, hasta luego.
- Aun así insisto, dime a donde vas y con gusto te llevaremos.
La observo y le agradezco.
- Pues no será muy lejos, vengo a esta Universidad, entonces ya llegue.
Ella sorprendida dice que también va a la Universidad.
- Entonces déjanos dejarte en la entrada, aún falta una calle para llegar, vamos...
Y me toma de la mano y me lleva hacia su auto, el chófer abre la puerta y ambos subimos, dejo que ella lo haga primero y subo tras ella, el chófer cierra la puerta y me siento tan extraño ahora mismo.
- Te vi hace unas semanas, pero no estaba segura si eras tú, mi nombre es Marian Richards, estudiante de arte y lamento mucho el casi atropello que acabas de sufrir.
Yo sonrío y me presento.
- Lo siento, soy un grosero, mi nombre es Matías Rizzo, estudiante de Administración y contaduría, y agradezco que no me atropellaran.
Ella deja salir una carcajada, maldita sea su risa es preciosa.
Al verla me quedo atónito, es muy hermosa, un rostro angelical, amable, por Dios, es como una princesa de cuentos de hadas, pero claro, debe provenir de una importante familia.
- Bien, hemos llegado.
Dice el conductor a Marian.
- Gracias Marcel, te espero a la salida.
- Si señorita.
El hombre baja del auto para abrir la puerta, pero al no tener esas costumbres lo hago yo mismo y ayudo a Marian a bajar del auto.
- Gracias.
Dice con una hermosa sonrisa.
- Debo ir a clases, espero verte de nuevo.
Dice la mujer más bella que jamás había visto en mi vida.
- Claro, estaré por aquí..
Le digo antes de que ella se acerque y bese mi mejilla, su aroma, ese dulce aroma a flores que tiene, lleno mis fosas nasales antes de que se aleje.
Camino hacia mi primera clase del día, cuando llego el profesor, lo hace tras de mí.
- Buenos días, jóvenes, saquen su libro por favor, tema, la segunda ecuación.
Los número son algo que se me facilita, así que es raro cuando llego tareas a casa, pues normalmente las hago en el autobús cuando voy hacia mi casa, en ocasiones voy al trabajo de mi padre, un taller de carpintería cerca de la Universidad, cuando tiene algún pedido urgente y necesita ayuda yo lo hago con gusto, por ellos intento no tener nada pendiente.
Por otro lado mi hermana Graciela, Gracy como le llamamos nosotros, ayuda a mi madre en el hotel donde trabaja, no nos avergüenza apoyarlos, pues sabemos lo duro que trabajan para darnos una buena vida, sin excesos, pero sin jamás faltar un plato de comida en la mesa.
Uno de mis compañeros, Raymond Harrison, hijo de una familia conocida en la ciudad, ya que tiene varios restaurantes elegantes al pasar tira mi bolígrafo, me giro a verlo y sonríe.
- Hay lo lamento Matías...
- No lo hagas Ray, quizá es el único bolígrafo que tiene, no vez que es muy pobre.
Dice otro compañero.
Me enfurece que hagan ese tipo de comentarios, aun cuando el profesor los escucha no dice nada, pues aquí es como la mafia, insultas o dices algo a alguno de estos jóvenes y primero te echan a ti que a ellos, así que debo aguantar este tipo de tonterías, como me gustaría encontrármelos en la calle, que digan algo así para darles una lección, pero claro, ellos jamás andarían por los barrios donde yo vivo, estos infelices viven en mansiones en los lugares más exclusivos de la ciudad.
Le presto atención al profesor que nos da las indicaciones sobre el trabajo que vamos a realizar.
Lo hago de prisa, el profesor me felicita, los demás se quedan trabajando en clase.
- Matías, puedes salir si has finalizado muchacho, estás libre de mi clase por hoy.
Asiento y salgo para desayunar algo.
Voy hacia la cafetería, compro un jugo de naranja recién exprimido y unos bollos rellenos de queso.
Tranquilamente desayuno algo para después salir a caminar los últimos 10 minutos que quedan antes de la siguiente clase.
Cuando llego al aula el profesor apenas sale de ella.
- Me encantaría tener más alumnos como tu Matías, sigue adelante.
- Gracias, maestro.
- No hagas caso a las ofensas de estos muchachos, tienen la fortuna de tener todo, así que poco se esfuerzan, al final sus padres pagan sus cuotas para que ellos concluyan sin aprender nada, pero tu, tu serás alguien grande algún día, solo soporta un poco más.
El profesor se va y entro al salón de clases de nuevo, los chicos se la pasan hablando sobre los regalos que sus padres les hacen, de que familia es más rica e importante, en ocasiones me han hecho preguntas sobre mis padres, yo solo les digo que no les importa, que se metan en sus asuntos.
Pues sé que solo quieren saber cosas sobre mí para burlarse, a mí no me avergüenza mi origen, mucho menos lo que hace mi familia, pues no hay nada más digno que trabajar duro por lo que quieres.
Así transcurren las clases, hasta que se llega la hora de la salida, son las 3 de la tarde y camino para tomar el autobús, para mi mala suerte veo que pasa faltando unos pocos metros para llegar, hecho un silbido, pero de poco sirve.
- Matías!!
Escucho tras de mí, esa voz la reconocería en cualquier lugar.
Pero al girarme veo a Marian del brazo de un joven Rubio de ojos claros, él sonríe al verme, pero no parece en tono de burla.
-¿Hola, se ha ido tu autobús?
- Sí, huyo de mí,¿como te fue?
- Bien, al fin acabaron mis clases hace una hora, pero te esperaba, lamento mucho lo que sucedió.
- Tranquila, un infarto es bueno de vez en cuando...
Le digo restándole importancia a lo sucedido esta mañana.
- Disculpa quiero presentarte a un buen amigo, Sebastián Grafston él es Matías Rizzo, el joven que casi atropellamos al llegar.
- Vaya, la conociste en acción.
Dice con una sonrisa el rubio, me pregunto si es su novio.
- Si, me ayudo a despertar, aun venía somnoliento.
- Chico de humor he!
Dice Sebastián.
- Quiero que nos acompañes a beber una malteada, Sebas nos llevara, que dices, después podemos llevarte a casa.
-¿De verdad? Bueno es que no quiero dar molestias, debo ir a ayudar a mi padre con el trabajo.
- Anda, no rechaces a esta preciosa señorita, se siente mal por casi matarte.
Sebastián me hace sonreír, algo extraño, pues desde que llegue a esta Universidad nadie ha sido amable conmigo.
- Está bien, pero solo una malteada.
Marian sonríe de oreja a oreja y toma mi brazo, vamos los tres caminando hacia un precioso auto deportivo color azul, es de verdad muy hermoso.
-¿Este es tu auto?
Le pregunto asombrado.
- Si, bueno era de mi hermano Drako, pero él se ha comprado uno más reciente, así que me dieron este para ir y venir a clases, mi padre considera que no es necesario gastar en algo nuevo para mí, solo Drako merece algo así.
- Muchos quisiéramos aún que fuera uno 10 años más viejo, tienes suerte.
Le digo al tiempo que me observa asombrado por mis palabras.
Pienso que se va a molestar pero sonríe.
- Sí, creo que tienes razón, muchos no pueden darse estos lujos.
- Lo siento, sé que no es mi asunto...
Intento disculparme, no es algo que deba interesarme.
- No tranquilo, tienes razón, me gusta tu sinceridad, ya me agrada tu amigo Marian.
- Lo sé, no es como los demás, ahora vamos.
Llegamos a una repostería, pedimos una malteada, yo ordeno un poco de fruta, pues como unos bollos y no me apetece más dulce por ahora.
- Y dime Matías,¿quien eres? ¿Donde vives?
Normalmente a nadie le digo nada sobre mí, pero por alguna razón me siento cómodo con ellos.
- Mi padre es carpintero de oficio, hace muebles para todo tipo de hogares, mi madre es mucama del hotel Reverdile, ¿No sé si lo conozcan?
- Si, claro, mi padre va seguido a reuniones ahí, por cierto un restaurante delicioso.
- Si, mi madre tiene fiestas de té en ese lugar.
- Yo pues ayudo a mi padre en las tardes, hoy tiene trabajo, así que como intento hacer mis deberes en clase, normalmente no llevo tareas pendientes y puedo apoyarlo.
- Vaya, que interesante, yo llego a casa a descansar, y tu mi estimado Matías trabajas después, pero dime, como hacen para pagarte la matrícula, ¿tengo entendido que es bastante costosa?
Y así es, jamás tendría la oportunidad de pagarla por mis medios si no tuviera la beca que me ayudo el profesor Vanquels a conseguir.
- No, yo no podría pagar la matrícula, un profesor que tenía me ayudo a pedir una beca, yo solo p**o semestralmente las cuotas de padres, que la verdad es poco a comparación de lo que cuesta toda la matricula para estudiar.
- A vaya, eso es genial, creo que todos deberían tener la oportunidad de aprender, me da gusto que puedas cumplir tus sueños.
Dice Marian con una gran sonrisa.
- Así lo espero, quiero trabajar duro, hacerme un nombre en los negocios, por ellos tomé el doble curso, pues para mí es sencillo, los números no son complicados para mí.
Cuando terminamos de comer algo charlamos hasta que recibo la llamada de mi padre.
-¿Hijo, donde estás? ¿Podrás venir?
- Si, lo siento ahora salgo hacia allá papá.
Tomo mis cosas y me despido, pero se niegan a dejarme ir solo.
- No, no , no, te llevaremos, anda.
Dice Sebastián, no quiero molestar, pero no me dejan ir solo.
Así que acepto el viaje.
Le indico donde es, cuando llegamos ambos dicen que desean conocer a mi padre, me pregunto por qué serán tan amables conmigo, no suelen ser así mis compañeros.
- Si, pero solo verán madera por doquier, muebles hechos a mano.
- Jamás he trabajado amigo mío, así que quiero saber como es tu vida.
- Yo la verdad quiero disculparme con tu papá por lo que sucedió...
Pero me niego.
- Dejaré que entren, pero no puedes decir nada del casi accidente.
Marián asiente y vamos dentro.
- Hola, papá.
Le digo al tiempo que él observa emocionado que llevo dos nuevos amigos, siempre se preocupan por mí, y les digo que no llevo amigos a casa porque todos están muy ocupados,
- Hola, pasen, quieren algo de beber, hijo en el frigorífico de la oficina hay botellas de refresco y agua.
- No, tranquilo señor, estamos bien, solo queríamos pasar a saludar.
- Pero tomen asiento, disculpen, solo tengo estos bancos de madera.
- No se preocupe, es un placer conocerlo, queríamos saber si era verdad que Maty trabajaba con la madera, dígame es bueno...
- Claro, mi hijo es un excelente ayudante.
Dice mi padre con una sonrisa, Sebastián y Marian son tan naturales, charlan con mi padre por un rato, él esta feliz porque al fin conoce amigos de la Universidad.
- Dígame señor Rizzo,¿Cuanto quiere por esta pieza?
Pregunta Sebastián, es una mesa con finos detalles que mi padre hizo hace poco, es muy hermosa, y parece que a Sebas le llamo la atención.
- La puedo pintar al color que desees, o dejarla rústica, depende el espacio que la necesites, puedo dejártela en 150 dólares.
Sebastián asombrado observa a mi padre.
- Si la deja rústica, mire como esta.
Le muestra una fotografía.
- Le daré 1000 dólares, a mi madre le encantara, ama las piezas hechas a mano.
Me asombra, 1000 dólares.
- No muchacho, es demasiado.
- Mire, mi madre cumple años dentro de una semana, y no tenía idea de que darle como obsequio, me ha iluminado esa pieza, le va a encantar.
- Bueno, podría tenerla para mañana..
- Perfecto.
Sebastián saca de su cartera los 1000 dólares y se los entrega a mi padre.
- Necesito que la lleve a esta dirección, antes de las 7 am, yo lo recibiré el día lunes, que es su cumpleaños, la instalamos y le doy la sorpresa a mamá.
Claro, ahí estaremos a primera hora
Ellos se despiden con cariño y me siento feliz, no sé si lo hizo por ayudar a mi familia, o si realmente su madre cumple años, pero ambos parecen buenas personas, Marian se disculpó antes de irse de nuevo, pero le dije que ya todo estaba olvidado, que le agradecía por su amabilidad, ella me beso la mejilla y sin poder evitarlo disfruto mucho su cercanía, Marian Richards, eres tan hermosa...