A pesar de mis nervios sobre los resultados desastrosos que pronosticaba para este fin de semana, todo estaba saliendo muy bien, mejor de lo que jamás imaginé. Había besado, en lo que iba del día, incontables veces los labios de Charlie, ya hasta nos reíamos al hacerlo, sintiéndonos muy cómodos, ella se estaba convirtiendo en una experta y yo en un adicto a eso.
Después del almuerzo, llegaron mis padres, amaban la playa, todos en este pueblo. Lo mejor fue que Charlie no fue, porque estuviera de un lado a otro junto con mamá saludando a todos los vecinos y a todos sus amigos.
Mamá me preparó los bocadillos y Charlie se cambió a una ropa más cómoda y abrigada, según caía la noche siempre hacía una brisa fresca que luego se convertía en algo de frío.
—Estamos listos, papá. Me llevo tu camioneta. Si necesitan salir, está el coche de Charlie.
—No duden en usarlo.—dijo ella.
—Lo hará.—le susurré al salir. El coche de Charlie era muy deportivo, era probable que papá estuviera ansioso de usarlo. —¿Vas bien abrigada?
—Si.
—Vamos a parar aquí para comprar un par de cervezas.—la dejé en el coche mientras bajaba a comprar las cervezas. La noche iba cayendo con lentitud, no teníamos prisa hasta que anocheciera. Ella abrió una cerveza en el camino, se acercó para darme un trago.
—Es un pueblo tranquilo.—comentó.—¿Dónde están todos tus amigos? ¿Siguen viviendo aquí?
—La mayoría se ha mudado, con algunos mantengo el contacto. Chris, quien aún no conoces, es de aquí.
—¿Qué tal es Chris? ¿Es tu mejor amigo?
—Podría decirse que sí. Es buen chico.
—Después de que nos casemos tendrás tu entrevista en League Central, justo después de la luna de miel. Desde que tengamos las fechas de la boda y eso, entonces programaré mejor tu entrevista. ¿Te importa que sea después de la boda?
—Para mí está bien.
—¿Ese ha sido tu sueño? Ser abogado.
—No lo sé, podría decirse que si. ¿Cuál ha sido tu sueño?
—Mi sueño ha sido lo que hago, desde pequeña siempre estuve muy involucrada con los libros, lo que hago me viene perfecto. No puedo pedir otra cosa.
—¿Por qué no has tenido relaciones? ¿Qué hay de la escuela, la universidad? Incluso en el trabajo. Nunca has tenido un novio. No digo que esté mal o que lo vea así, solo quiero saber, tengo curiosidad.
—De pequeña era una niña con sobrepeso. Mi papá bromea con que aprendí a leer antes que hablar, siempre hubo un libro en mis manos, cuando entré a la escuela me pareció muy aburrida, estar con tantos niños, prefería leer y de todos modos no me gustaba que me llamaran la gordita. Yo no me veía gorda o flaca, era una niña, solo era yo, ni siquiera notaba la diferencia con otros niños y niñas, ¿acaso no somos todos iguales? Mientras estuve pequeña, las letras en mis manos, resguardadas en todas esas páginas, me alejaban de aquellas palabras que poco a poco iban siendo groseras. Casi entrando al bachiller, no es una buena combinación una niña gorda con pasión por la lectura, la fantasía y una gran imaginación. La biblioteca siempre fue mi lugar. Aunque estudié en los mejores colegios, los niños siguen siendo niños, en uno mas barato o en uno mas costoso. Y los niños son crueles, Asher. Son muy crueles. Cuando al fin terminé la escuela, jamás me sentí tan aliviada de algo, sin tener en cuenta que la universidad era lo que seguía y si los niños son malos, los adultos son peores. Nunca me mostré muy afectada por sus palabras, me refugiaba en las letras y aquellos mundos fantásticos en los que me adentraba y me perdía, pero de todos modos, sus palabras seguían en mí. Tomé cada foto, cada vídeo, cada prueba de que yo era gorda y atrasé mi ingreso a la universidad por un año. En ese año hice cuanto pude, solo me faltó sudar sangre, había puesto todo mi esfuerzo en bajar de peso. El tiempo parecía corto y eso me desesperaba, a penas comía, todo lo que hacía eran las malditas rutinas y aquellas asquerosas dietas, pero lo logré, logré lo que soy ahora, como me veo ahora. Mi rostro se veía muy diferente, yo ni siquiera sabía que era bonita o que mis pechos podrían tener esta forma, que se verían tan bien sin la enorme barriga. Cambié mi apariencia exterior, como un mecanismo de defensa ante el mundo, no para ser bonita o lucir como las demás. Pero mis pechos quedaron con muchas estrías, al igual que mis nalgas, mis muslos también están llenos de estrías. Mi vientre también tiene muchas en conjunto con mis caderas. Entonces, respondiendo a tu pregunta, no tenía un interés amoroso por nadie y nadie lo tenía hacia mí, por eso no tuve pareja en la escuela y ya en la universidad entré con muchos complejos a pesar de que era delgada, poco a poco han ido desapareciendo. Ahora soy una mujer un poco más segura.
Habíamos llegado mientras Charlie me contaba todo aquello.
Detuve el coche y me quité el cinturón para poder acercarme a ella.
—Eres hermosa y seguro que antes también lo eras. Me alegro que no te hayas enamorado de ninguno de esos estúpidos, porque ciertamente no te merecían.—sequé sus lágrimas y besé sus mejillas. Esta era una parte más humana de ella, mas sensible.—Tu cuerpo es hermoso y tienes que creerme, te lo está diciendo alguien que te vio desnuda.
—¡Oye!
—Lo digo de verdad, Charlie, no solo para animarte. Eres preciosa, siempre me has parecido muy bella.
Ella se alejó un poco, se quitó el cinturón para salir del coche, tomé las cervezas y también salí detrás de ella.
Ahora podía entender un poco porqué Charlie se comportó de esa manera cuando la vi desnuda, pensaba que su cuerpo desnudo era desagradable y a mi no me pareció así, ni siquiera noté ninguna de las estrías de las que ella hablaba, su cuerpo era hermoso, sus pecho también y aquel hermoso lunar que llevaba en el seno derecho.
Tomé las mantas y los bocadillos.
—Esto está oscuro, chico.
—Déjame dejar las luces de la camioneta encendidas, hay que caminar un poco más.—pensándolo mejor, quizás debí traer vino y no cervezas. Encendí las luces y ella me siguió, solo había que caminar unos metros mas.—Sujétate a mi.—ella tomó las mantas y se agarró de mi brazo, habían muchos árboles y piedras, no quería que se fuera a caer o tropezar. La luz de la camioneta fue quedando un poco lejana pero nos daba un poco de claridad.—Es aquí.—indiqué.—Aquí es.—Este era uno de los puntos más altos de la ciudad, podía apreciarse la pequeña ciudad costera y mas allá la playa y el mar. Tendí las mantas con ayuda de ella y coloqué los bocadillos y las bebidas a un lado. Ella se paró cerca del borde mientras yo la sujetaba.
—Que brisa más fresca, chico. Se siente bien ver la ciudad, creo que se escuchan las olas, ¿las oyes también?
—Desde aquí se escuchan con claridad, es una noche de estrellas, mientras las luces de la ciudad y del cielo van haciendo competencia para ver cual se ve mejor. Ven aquí.—me acosté en la manta y puse mi brazo para que ella reposara su cabeza sobre él. Se acomodó despacio y se giró para verme.
—¿No te pesa mi cabeza?
—No, ni un poco. ¿Te gusta el lugar?
—Me encanta. ¿Has traído a muchas chicas aquí?
—A todas mis novias de la escuela, las de verano también y algunas amigas con derecho.—ella dejó su rostro serio. —No es cierto. Aquí solo venimos mis padres y yo, es nuestro lugar secreto. Solíamos venir mucho, ellos lo siguen haciendo. Aquí se siente la calma, la mente de despeja y no tienes tiempo para pensar, sobre todo si te pierdes mirando las estrellas mientras el sonido de las olas te hace sentir que te meces por el cielo. Inténtalo, se siente increíble. —ella volvió a girarse, mirando hacia arriba, colocó sus manos sobre su vientre y solo miraba hacia allí.—No pienses en nada, solo mira las estrellas, irás sintiendo como si el cielo se acerca, como si vas hacia ellos. Escucha las olas, Charlie.—guardé silencio e hice lo mismo, perdiéndome entre el amplio, oscuro y a la vez iluminado cielo. Las olas me relajaban y este lugar era mi favorito. Despejarse no era opcional, era obligatorio. Sentías que te elevabas y el tiempo no parecía transcurrir. Se estaba demasiado a gusto.
—Esto es increíble, realmente muy relajador. Podría dormir aquí.
—Pasarías frío, hay que venir mas preparados. ¿Quieres cenar ya?
—Si.—comenzamos a comer los diversos bocadillos que mi madre preparó, estábamos en silencio. Seguimos tomando cerveza y ahora retomamos la charla. —¿Tienen algún motivo tus tatuajes?
—Mas que un motivo, pertenecen a un momento, a una situación.
—No comprendo. ¿No es eso un motivo?
—A lo que me refiero es que se deben a un sentimiento, una emoción o sensación.
—Explícate mejor mientras los veo, ¿puedo?—señaló mi camiseta y yo asentí, ella procedió a levantarla.—Mejor si te acuestas, así los veo mejor.—Me recosté en la manta mientras ella los tocaba.—Este de aquí.—tocó mi costado derecho, la parte baja, llegando a mi cintura.
—Fue el primero de todos. Lo hice cuando me fui a la universidad, más exactamente cuando vi la realidad de tener que pedir un crédito para continuar mis estudios.—subió con sus dedos fríos mas hacia la izquierda, solo un poco y hacia arriba.—Este fue cuando me sentí estancado en la carrera y no sabía que hacer, me había entrado mucha desmotivación y las ganas de abandonar eran muy grandes.—sus dedos volvieron a bajar, rozó el borde del pantalón, había un tatuaje que bajaba hasta la parte de mi vientre, solo se veía la mitad, el resto estaba cubierto por mi pantalón‚ se ayudó con la otra mano para seguir el rastro de la tinta, ahora me sentía nervioso y veía hacia donde iban sus manos.
—¿Puedo verlo todo?—preguntó en voz baja.—Los tatuajes.—solo quedaba aquel.
—Si.—desabroché mi pantalón para que ella pudiera bajarlo un poco. Sus dedos ya no se sentían fríos, los notaba calientes sobre mi piel. Deslizó el pantalón hasta dejar todo el tatuaje expuesto. Sus dedos lo iban recorriendo y yo contenía el aliento. Esta mujer no tenía idea de las sensaciones que iba desatando por mi piel con ese roce.—Este me lo hice cuando terminé la universidad. Es el último que me he hecho.
—Es el que mas me gusta.—confesó sin dejar de mirarlo ni de tocarlo.—Me encanta.—siguió diciendo.
Llevé mi cabeza de regreso a la manta y cerré mis ojos, sintiendo sus manos tocarme, mi corazón iba muy rápido y sentía como si todo diera vueltas.
“No te excites”—me gritaba a mi mismo, sus manos estaban muy cerca y era imposible no notar eso.
—Charlie, creo que debes dejar de tocarme.—le aconsejé, no quería quedar como un pervertido.
—¿Por qué? Solo miro los tatuajes.
—Toca los que están mas hacia arriba, olvídate de ese.
—Es el que mas me gusta, chico.
—Solo… ven aquí y por una vez en tu vida deja de llevarme la contraria.—los dos sonreíamos y ella apartó sus manos, subió mi pantalón y bajó mi camiseta.
—Ahora tienes que ver los míos.—dijo, mirando hacia arriba y con su cabeza sobre mi brazo.—Tengo muchos.
—¿Si? ¿En qué parte?—quizás estaban del otro lado de su cuerpo, solo la había visto desnuda de lado, no todo su cuerpo.
—En todo el cuerpo, tengo mas que tú. Vamos, empieza por el pecho, allí tengo varios.—me arrodillé a su lado y ella se levantó la camiseta, cerró sus ojos y la elevó sobre sus pechos, dejando fuera su sostén y mis dedos tocaron su vientre, subiendo y deteniéndome bajo sus pechos.—Tienes que deshacerte del sostén para que puedas verlos.—observaba su rostro pero ella tenía los ojos cerrados y sus labios entreabiertos, mis manos tocaron sus pechos muy despacio, el cierre estaba delante y eso facilitó todo. Lo abrí y de inmediato la tela le abrió paso a su piel, a sus senos, estos se esparcieron hacia los lados y allí estaba, ese lindo lunar, me agaché un poco mas, mis dedos hicieron contacto con ellas y Charlie se estremeció. Toqué el lunar y luego tomé sus pechos en cada una de mis manos, me sentía sin aire y con una ligera sensación de estar flotando. Podía ver ahora las estrías de las que ella hablaba y eran hermosas, adornaban su piel, llenándola de tatuajes, como ella había dicho, tenía muchos. Mis dedos tocaron sus pezones y ella cubrió su rostro. Abandoné mis pechos y retiré sus manos de su cara.
—Tus tatuajes son hermosos.—le dije, besando la punta de su nariz.
—Todavía falta que veas el resto. Yo vi todos los tuyos.—llevó mis manos hacia su viente. Me coloqué sobre ella, sin apoyarme, poniendo mis piernas a cada lado, con mi peso sobre mis rodillas. Mis dedos recorrieron su vientre descubierto y tocaron las estrías de sus caderas, desabroché su pantalón, bajándolo solo un poco, bajé mi rostro y comencé a besar todo su vientre, sentí cuando ella cubrió otra vez su rostro y yo levanté la mirada, volviendo a retirar sus manos, seguí besando por su costado y fui subiendo, después regresé hacia su ombligo.
—Charlie…—mi voz salía pastosa y mi mente se nublaba.—¿Cuáles faltan? ¿Quieres que los vea todos?
—Tienes que verlos todos. Debes de quitar mi pantalón para que puedas ver los que tengo en los muslos, también… en mis nalgas.
Comencé a deslizar su pantalón fuera de sus piernas, en cada movimiento yo sentía mi respiración más y más espesa conforme su piel quedaba desnuda. No los retiré del todo y solo los dejé hasta sus rodillas. Subí desde allí mis manos por sus muslos. La estrías eran más finas y apenas visibles.
—Tengo que besar estas también, Charlie.—bajé mi rostro, separando un poco sus piernas y comencé a besarlas.
—¡Asher!—su cuerpo se elevó, interrumpiendo mis besos.
—¿Quieres que pare?
—No, es que… me da mucho cosquilleo.
—¿Y eso es malo?
—Se siente extraño.
—¿Pero te gusta?
—Me encanta, chico, me encanta.
—Entonces no debo parar.—ella se quedó observando, mientras yo terminaba de besar sus muslos, se dio la vuelta, solo faltaban sus nalgas. Mis manos la tocaron mientras ella se acomodaba, eché la tela del lado derecho a un lado, besándola primero allí, no sabía si había sido mi imaginación o ella había gemido, hice lo mismo en la otra y dejé mi cabeza sobre ella. Se estaba cómodo allí.
Mis manos la tocaban por los lados mientras todo mi cuerpo la deseaba.
¡Deseaba a Charlotte Arthur con mucha intensidad!
Podía sentir como mi sangre bullía al hacer el recorrido por mis venas y luego llegar a aquel lugar bajo. Hace rato que tenía una erección y no había sido capaz de controlar aquello.
Subí por su espalda, pegando su trasero a mi, aparté su cabello y comencé a besar su cuello.
—Chi…chico.—decía ella entre suaves jadeos solo con mis besos. La voz le temblaba y su cuerpo se movía con el mío, casi desnuda del todo.
¡¡Maldición!!
Esto se estaba saliendo de control.
Ella se dio la vuelta, quedando frente a mi.
Sujetaba sus caderas y me movía, rozándome con ella, haciéndola sentir lo duro que me tenía, bajé mi rostro hasta sus senos y tomé uno entre mis labios.
—Aaah…¡Por Dios! ¡Qué rico!—saboreaba sus senos y también los sonidos provenientes de ella.
Nos besábamos sin control alguno, solo faltaba quedar del todo desnudos, porque ya ambos estábamos sintiendo el placer de nuestros cuerpos unidos.
Pero había un problema.
Había algo que en mi cabeza no dejaba de sonar a pesar de todo este deseo, a pesar de sentirla junto a mi cuerpo, a pesar de saber que ella deseaba esto tanto como yo.
Charlie era virgen.
Me fui apartando de ella hasta quedar separados, sus labios continuaban en busca de los míos, pero yo la detenía, no debíamos seguir.
Estaba claro que desde el primer beso hubo una chispa entre nosotros dos y alguien saldría quemado.
Había que parar o haríamos algo de lo que luego podíamos arrepentirnos.
—Vayamos a casa, hace frio, te vas a resfriar.—le dije, arrepintiéndome de mis palabras, ella quería seguir hasta el final y yo también. Miró mi rostro y yo desvié la mirada, huyendo de sus ojos.
—Oh, está bien. Entiendo.—comenzó a colocar su ropa en su lugar y yo hice lo mismo, recogiendo la cesta de los bocadillos y echando allí las latas de cerveza. Retiré la manta cuando ella ya estaba lista. Tomé su mano para ir al coche pero ella en el camino la fue deslizando poco a poco hasta que ya no la sujetaba.
Llegamos tarde a casa y fuimos directo a la habitación, salí para que ella se pusiera el pijama y yo me vestí en el baño.
—Buenas noches, Charlie, que descanses.
—Tu también, Asher.—se acercó para darme un beso y luego se durmió.