—¡Chico! ¡Chico!— obviamente la voz mandona de mi jefa me despertó, golpeaba mis mejillas y mojaba mi rostro.
—Está despertando. — escuché decir a otra persona. Terminé de abrir los ojos, observando a la señorita Arthur arquear sus cejas, mirándome como culpándome de algo.
—Lo siento. — sentí el impulso de disculparme. Me había desmayado. Todavía mi cabeza daba un poco de vueltas, era la primera vez que algo así me pasaba, estaba avergonzado.
—¿Te sientes bien, Asher? — observé a la señora Arthur a mi lado. Me ofrecía un vaso de agua. Quizás yo escuché mal, estaba exagerando o nada de lo escuchado había sido cierto, a lo mejor se trataba de una broma, pero mi jefa no tenia sentido del humor por lo que era imposible que me estuviera gastando una broma. —Deberías de llevarlo a casa, Charlotte. Tu novio no parece sentirse bien.
Novio.
Su novio.
¡Yo, su novio!
Intenté incorporarme, más los brazos de mi jefa lograron impedirlo.
—Si, nos iremos ahora a casa. — ese tono de voz, fingía. No estaba en lo mas mínimo preocupada, se acercaba mas a un enojo. —Debe de ser que está un poco agotado de tanto trabajo. Discúlpanos, madre.
—No pasa nada. Yo misma le daré la buena noticia a tu padre, recuerda acordar el matrimonio, no porque tengas novio te quedas con la empresa. Piénsenlo bien, eso no es un juego. Un placer en conocerte , Asher. Que te mejores. — La señora Arthur salió, no vi al otro hombre que la acompañaba, por lo que seguro que ya se había marchado.
Las manos de mi jefa me soltaron al momento de que su madre se fue, allí estaba su verdadero rostro.
—¿Desmayarte? ¡Que vergüenza! Ahora creerán que elegí a un debilucho como mi novio y futuro esposo.
—Lo siento, no fue mi intenc…¡Espere! ¿Novio? ¿Futuro esposo? ¿Cómo quiere que no me desmaye después de esas dos noticias de golpe de las que ni estaba estaba enterado?
—Pues ahora si, levántate y vámonos. Todos nos miran. Esto es una vergüenza.
Me apoyé en el suelo, poniéndome de pie, limpié mi ropa y la seguí, ella ya iba saliendo. Nunca había visto a una mujer caminar tan rápido como a mi tirana.
Quitó el seguro al coche, dejándome entrar. He de decir que así como caminaba de rápido, de igual forma conducía. Tenía que hacerle frente, con esta mujer no me casaba yo ni aunque me pagaran. Bueno, de ese modo ya habría que pensarlo.
—Señorita Arthur, por favor, explíqueme qué es lo que acaba de pasar, me ha presentado como su novio, futuro esposo. ¿Qué es todo eso que dijo?
—Te dije antes, que mis padres me están buscando pareja, mi padre exige que le de la editorial a mi hermano, a menos que me case. Mientras íbamos camino a mi madre, se me ocurrió algo. Tengo que casarme, es un hecho, pero ¿por qué hacerlo con un desconocido? Tengo prisa, pero no estoy loca. Y tú, chico, me conoces bien. No sería tan mala idea. Cásate conmigo y duremos un año de matrimonio, te estoy haciendo la propuesta oficial. Te estoy pidiendo matrimonio.
—Espere, espere…Esto es muy irreal. Está diciendo sus motivos para casarse, pero yo no tengo porqué hacerlo. No me casaré con usted, lo siento. Rechazo su propuesta. — Me acababa de pedir matrimonio, como si nada. Ahí se veía la poca importancia que tenía para ella ese compromiso de tanto peso.
—Puedo darte motivos para hacerlo. ¿Qué quieres? ¿Qué necesitas? Dime, esto será un trato, se supone que tú obtendrás algún beneficio, monetario o de otra índole. Menos carnal, físico nada. Nuestro acuerdo y matrimonio no pasarán de besos y solo cuando sean necesarios.
—Charlotte Arthur, creo que no me está entendiendo. No me voy a casar ni voy a fingir nada.
—No puedo obligarte a nada, pero en tu consciencia queda que tu eres mi mejor opción, que no se te olvide y me estás rechazando. Perderé todo lo que tanto y únicamente amo, por el simplemente hecho de que mi padre quiere que me case. — Ahora sus palabras eran sinceras. — ¿Crees eso justo? He trabajo por años, invirtiendo toda mi vida en esto y ahora estoy a punto de perderlo por no contraer matrimonio. — Se detuvo, se había puesto a llorar. Jamás, jamás, jamás en estos meses la había visto así. Esto era su todo, su vida y amenazaban con quitárselo. De alguna forma yo la comprendía. Me acerqué para consolarla y ella colocó su cabeza sobre el volante. —No lo soporto. Tampoco quiero casarme con el primero que mi padre o mi madre me presenten, pero necesito hacerlo, la editorial es todo lo que conozco y amo, no quiero perderla.
—No se como ayudarla.
—Casémonos, no somos dos desconocidos. — Yo para ella si, no sabia ni mi nombre. —Somos dos personas cercanas, de acuerdo a todas las horas que pasamos juntos. Eres, ahora mismo, mi mejor opción, Asher. — Había dicho mi nombre. Levantó el rostro y aquellos ojos marrones eran muy penetrantes. Sus lagrimas seguían derramándose. ¿Qué podía hacer? Mi villana, mi tirana resultaba que tenía un corazón. Esto no me lo esperaba. —Perderé todo lo único que he amado.
¿Yo estaba sintiendo compasión?
—Es un tema serio, fingir un noviazgo, planear una boda, casarnos. Yo no lo veo, no me veo haciéndolo. Es demasiado para mi.
—Pero sería todo falso, fingiríamos un noviazgo a los ojos de todos. Como quiera estás siempre conmigo, sería igual, solo que ambos llevaríamos el título de novios, luego de esposos. Puede resultar.
—No me gusta engañar a las personas.
—¿Crees que a mi si? No me están dejando con otras opciones. Estoy contra las cuerdas. Solo es un año. Me aseguro que la editorial ya esté completamente bajo mi control y hacemos el divorcio. Tiene que haber algo que te interese, algo que yo pueda darte. ¿Cuánto me pides?
—No voy a negar que la idea del dinero es atractiva, pero más allá de eso no hay otra cosa y lo del dinero solo es un pensamiento. Jamás haría algo así, menos por dinero. —yo no era tan ambicioso como para eso.
—Un favor, hazlo como un favor hacia mi, tu jefa. —Ahora estaba en plan exigente. Había dejado el llanto.
—Un favor no se exige.
—Asher Brennan, no se qué pasa por tu cabeza en estos momentos, pero eres la única persona que me conoce del todo en la oficina, sabes toda mis caras, mis ánimos, ahora estas viendo mis miedos, mis debilidades y lo que mas necesito. ¿Crees que te estaría pidiendo algo así a menos que no me encontrara al borde del colapso?
Era cierto.
La invencible señorita Arthur me estaba casi suplicando.
Esto era algo que no tenia precio.
Me necesitaba. Y ni todo el dinero del mundo podría superar este momento.
—Necesito algo a cambio.
—¡Lo que quieras!— dijo con prisa.
—Lo que quiera… No tengo nada en mente ahora mismo.
—No juegues, chico. Tengo que tener una respuesta cuanto antes, ya te he presentado, la noticia seguro que mi padre la sabe, mi hermano. ¿Qué quieres?
¿Qué quería? No tenia idea.
—Para empezar, tendrá que convencerme de que acepte esto. No me trata muy bien que digamos, raramente dice mi nombre, he llegado a pensar que no se lo sabia y me está gritando de un lado a otro. Ahora necesita un favor de mi.
—Solo di la cifra, no tengas miedo.—allí estaba ella, la poderosa tirana. Era como si ya no estuviera de rodillas suplicando y ahora se encontrara en su trono, mirándome desde arriba, llena de desdén.
—No, no se trata de dinero, se trata de la forma en la que me trata a mi.
—¡Solo di la cifra!— insistía.
—No lo haré.— terminé diciendo. Había salido a relucir otra vez la villana, enterrando su corazón en lo mas profundo de su ser. Desde que le hablé de un cambio, un mejor trato, se rebeló. Solo pensaba en sus intereses.—Su dinero no puede hacer nada con esto.
—Eso ya lo veremos. — su tono de voz me dio un poco de escalofrío. Encendió el coche y se puso en marcha.
¿Qué significaba ese “ya lo veremos”?
Algo me daba mucho miedo.
La siguiente semana mi jefa estaba muy, muy silenciosa, no me llamaba para nada, asistía a toda su agenda sin quejarse y no armaba ningún escándalo.
Se rumoreaba que me iba a despedir, pues su calma no indicaba nada bueno.
—¡Chico!— gritó Max, uno de mis compañeros de trabajo, cuando la señorita Arthur se había marchado. Yo era el hazme reír, pero mi sueldo era relativamente mejor que el de ellos.
Recogí mis cosas y pasé al lado de él sin decirle nada.
Esta noche se suponía que tenia una salida de chicos con algunos amigos de la universidad, donde me restregarían que ellos sí estaban ejerciendo y yo no era más que el perro faldero de una atractiva mujer. Aunque decirlo de ese modo no sonaba nada mal, solo que era peor de lo que ellos se podrían imaginar.
Al llegar a casa dejé las cosas sobre mi escritorio, me quedé de pie en medio del salón, retiré mis zapatos, mi chaqueta y despeiné mi pelo. Odiaba verlo tan aplastado. Levanté la cabeza, captando un ligero olor en mi apartamento. ¿A qué olía? Me resultaba familiar, de hecho muy familiar.
Me fui a la habitación y retiré el resto de mi ropa, quedándome solo en calzoncillos y calcetines, me tiré sobre la cama de espaldas y cerré mis ojos. Aquel olor se intensificaba más en mi habitación.
No se si me estaba quedando dormido, pero la puerta del baño se abrió. Espantado y con muchas ideas locas en la cabeza, me incorporé, tomando un bate que tenía junto a la cama.
¿Quién diablos estaba en mi casa?
—Tranquilo, chico. No muerdo.
¿Chico?
¡No! ¡No! ¡No!
Esto no podía ser cierto.
La Tirana estaba aquí.
—¡¿Señorita Arthur?!— bajé el bate anonadado, hubiera preferido que fuera un ladrón, incluso un asesino y no mi jefa. Aquel era el olor de su perfume lo que inundaba mi casa. —¿Cómo ha entrado aquí? ¿Qué hace en mi casa? — Terminó de abrir la puerta del baño, iba envuelta en una toalla, que indudablemente no era mía. Traía en sus manos un pequeño bolso, podría ser más bien una maleta, su pelo estaba húmedo y chorreaba su cara, gotas de agua iba esparciendo por el piso, con sus pies mojados. Venía caminando hacia mi y yo retrocedía, chocando con la pared.
—Como te dije hace días, somos una pareja de lo más feliz y empalagosa delante de la gente. Pronto contraeremos matrimonio y estaremos casados por un año. Para que eso sea creíble debemos tener algún tipo de convivencia, ¿no lo crees? Dejaré algunas de mis cosas aquí, ya he puesto unas cuantas en el baño, notarás otras pocas en el salon.
La verdad es que yo siempre vi la posibilidad de que estuviera desquiciada, demasiados libros la dejaban con muchas ideas y por lo visto no dudaba en ponerlas en prácticas.
—¿Pero de qué diablos estás hablando?
—Chico, chico, chico. —miró mi calzoncillo blanco y apuntó en esa dirección con su mano. ¡Maldición! No recordaba que yo estaba desnudo. —Mi familia ya sabe que eres mi pareja, no puedo solo saltar con que era mentira. Esta noche cenamos con mis padres, así que he venido a conocer la casa de mi adorable novio en la que a veces me quedo a dormir. Es un fastidio, pero debo saber algunas cosas sobre ti.
—¿Cómo entró? Llamaré a la policía. Esto tiene que ser ilegal de alguna manera. — se dio la vuelta ignorando mis palabras y entró de regreso al baño, cerrando la puerta. Abrí con prisa mi armario y saqué ropa, me estaba quedando en vergüenza.
Unos pocos minutos después, ella salió. Llevaba un hermoso vestido verde pálido ceñido al cuerpo, quizás un tanto corto, todavía sus pies iban descalzos y el bolso estaba en sus manos. El cabello húmedo seguí esparcido por sus hombros, ella sacó algo del bolso y se lo roció a su pelo, moviéndolo con ambas manos. Tomó asiento en la cama y observaba todo.
—Debo admitir que pensé que encontraría un lugar más desordenado, pero todo está impecable, incluso pude bañarme en tu diminuto baño. Me he quedado sorprendida. ¿Vives solo?
—Si.
—¿Tienes novia?
—No.
—¡Si tienes! Esa soy yo.
—Señorita Arthur, ¿Cómo entró a mi casa?
—¿Cómo crees? Me dirigí al portal, pedí ayuda a varios hombres que estaban allí, incluido el seguridad y movieron cielo y tierra para conseguir la copia de la llave del apartamento de mi novio, pues yo después de llegar de un largo y cansado viaje, quería darle una sorpresa. ¿Qué te parece?
Me aterraba su gran capacidad de fingir, manipular y mentir a las personas.
—Escuche— tenía a mi jefa en mi apartamento que se había colado, sentada en mi cama mientras decía muchas cosas sin sentido. — No voy a ir a esa cena con sus padres, no somos nada y yo no pienso fingir tal cosa.
Parecía que no me había escuchado.
Sacó de su bolso unos tacones y luego de ponérselos, vino hacia mi.
Con ellos, sus ojos quedaban perfectamente a la altura de los míos, realmente eran altos. Viéndola así de cerca, por primera vez, notaba las diferencias de su rostro sin maquillaje, estaba al natural, al igual que su pelo, no tenía idea que su forma sería ondulada. Sus ojos se veían más claros sin el lápiz n***o que siempre usaba, sus labios eran de un rosa pálido y el color de sus mejillas los acompañaba. Era imposible pensar que algo tan lindo, tan hermoso fuera tan malvado.
Algo así como la manzana envenenada.
—He pagado tu deuda. — la lentitud de sus palabras causó un estremecimiento en mi.— He tenido la cortesía de saludar y presentarme a tus padres, pero les he dicho que no te digan nada, que aún no se los querías a decir. Le comenté cierta cosa sobre un posible matrimonio y hubieras visto sus caras, como si fuera algo imposible que alguien como tú encontrara esposa, ¿puedes creerlo? Pero aparte de todo eso, te he programado una entrevista para el departamento legal de nada más y nada menos que el League Central.
—¿League Central? —No, debía de estar bromeando. —¿League Central?— Era donde todo abogado deseaba trabajar. Si lograbas entrar ahí, no te faltaría un trabajo por el resto de tu vida.
—Era cierto, no te motivaba el dinero, mi dinero. Pero te investigué toda esta semana y hay otras cosas que si quieres, que si ambicionas y yo puedo dártelas. De hecho, ya lo estoy haciendo.
Por unos minutos, la idea del League Central me cegó, olvidándome de todas las cosas que ella había dicho anterior a esta.
—¿Con mis padres? ¡¿Pero que ha hecho?!
—Darle las buenas nuevas.
—¡Rayos! ¿Está loca?
—Mmm. — unió su dedo índice con su pulgar, mostrando el tamaño de su locura. —Solo un poco. Asher Brennan, tienes una deuda a pagarme, a menos que no tengas ese dinero y que quieras seguir teniendo la posibilidad de entrar al League Central, tendrás que fingir esta noche, día de la cena, ser mi novio, hasta que lleguemos a un acuerdo más detallado de cómo se darán las cosas. Como te dije, ya veremos. Por ahora me lo debes.
Miré con odio contenido a la imperdonable villana frente a mi.
—Si yo voy a esa cena, desmentiré todo. —Le amenacé.
—Si vienes a la cena y lo arruinas, terminaré con tu carrera que aún no empieza y solo podrás trabajar de la única cosa que tienes experiencias, secretario. Tienes una deuda conmigo que saldar , te estoy abriendo una puerta a un mejor futuro y tú simplemente quieres cerrártela en la cara, no seas idiota y piensa por un momento en la situación en la que te encuentras. Te tengo en mis manos , chico.