3; ENCERRADOS Y PERDIDOS

1255 Words
ALBERTO EL FUTURO ALFA —Mariana, ya falta poco para llegar, sabía que lo lograríamos, pronto el doctor Gallo te curará, él es una eminencia. —No mientas, incluso yo puedo escuchar que esos jaguares nos están alcanzando y, por si fuera poco, aún no me contestas si tú me alejaste de mi novio Miguel. —Amor, eso no importa, solo digamos que vi la oportunidad y la aproveché. Ese *#%&* te era infiel en tus propias narices, no entendía cómo se salvaba de que lo descubrieras. Recuerdo una noche en que yo estaba encima de los techos, transformado en lobo. Vi que ese sujeto estaba con su otra novia, besándose en la siguiente esquina, tú te dirigías a ese sitio y cuando ya estabas a punto de verlos, te devolviste porque se te había olvidado el teléfono. Ese aparato que otro día también lo favoreció, tú, por estar embebida en las r************* , no viste que se besaron delante de ti. —Eso no es nada, si vieras que dejé de hablarle a una amiga que me contó que mi novio me era infiel, la tomé como una chismosa y que me lo quería quitar. Después le pedí disculpas, pero ella no las aceptó porque estaba muy dolida conmigo, y con razón fue la única que se atrevió a tratar de abrirme los ojos, porque resulta que casi todo el barrio lo sabía y por no quererme lastimarme, guardaron silencio, al final resultó que yo fui la última en enterarme. —Eso lo noté, un par de veces algunos muchachos le avisaban que estabas por llegar para que él dejara a la otra novia o viceversa, porque ella era tan inocente y engañada como tú. —Sin embargo, mi Alberto, me estás posponiendo, aún no me confirmas si tuviste la culpa de que Alberto se esfumara. —Supongo que tenemos la confianza de contarnos ciertas cosas, pues déjame contarte que no hice nada malo, solo una tarde, mientras te observaba, también lo vi que estaba con su otro amor y un par de sus cómplices corrieron a advertirle. Yo solo me transformé en hombre lobo frente a los ojos de los alcahuetes, dándoles un gran susto, evitando que le advirtieran de tu presencia. Por eso es que esa vez al fin los descubriste, aunque casi te devuelves por algo. Eso lo advertí e intenté perseguirte para que lo encontraras, pero un último momento decidiste seguir adelante. —Eso fue muy difícil para mí, aunque no por qué lo quisiera mucho, es solo que confiaba en él. Me dolió sentirme traicionada y como una tonta por no creerle a mi amiga. Además, me había acostumbrado a su presencia, ya que llevábamos de novio casi dos años, incluso consideré entregarle mi pureza. ―Lo sé, esa noche te escuché llorar casi toda la noche, por poco dentro a tu cuarto a consolarte, aunque supongo que hubiera empeorado las cosas, solo que tu llanto me destrozaba el corazón, solo me calmé golpeando a Miguel, eso provocó que se largara del país. —Recuerdo que a la mañana siguiente me llegó un ramo de rosas, firmado por un admirador, me imagino que también tú lo hiciste, ¿verdad? —Lamento decirte que no era yo, fue uno de los amigos de Miguel, que al enterarse de su rompimiento quiso aprovechar para acecharte, lo peor es que este muchacho era juicioso y muy educado. A ese sí me toca espantarlo sin ningún motivo, por poco me toca devorarlo, o como que lo hice, no lo recuerdo muy bien; mentiras, no lo hice. —Qué mal, lo de las rosas, además, supuse que tú las enviabas, —Las de ese día no, pero las de los demás días sí fui yo, porque advertí que te gustaban, me encantaba verte feliz oliendo esas matas. —Desde luego, esos detalles me ayudaron a alegrar mi vida, inclusive ahora al recordar y saber que tú fuiste el que las envió, eso me alegra la muerte. —Mariana, por favor, aguanta, ya falta solo una cuadra para llegar al hospital. —Alberto, ya es tarde, no aguanto más, además ya nos alcanzaron. —Lo sé, aunque tengo la esperanza de que alguno de mis hombres nos ayude. —Eso no va a pasar, nadie los va a ayudar, GR—. Rugió un enorme jaguar que les cerraba el paso. —Lárgate, cacique. Chancó, aprovecha que ahora puedes, estamos en mi territorio, pronto llegarán mis refuerzos —. Alberto terminó su frase con aullido para solicitar ayuda. —Tus trucos no van a servir, de seguro acabaremos con ustedes antes de que alguno de esos perros sarnosos acuda a rescatarlos, aunque esa chica tiene un aroma familiar. —el chamán la observó dilatando sus pupilas tratando de ver su aura. —No te atrevas a tocarla, juro que si lo haces te arrepentirás para siempre, porque ella es mi luna amada. —Qué sarta de improperios vociferas chandoso, una humana no puede ser tu compañera a menos que la transformes y si aguanta dicho proceso. Por otro lado, alguien que está a punto de perecer no se puede dar el lujo de amenazar. —aguante, Chamán, se nota que sabes nuestra manera de convertir humanos, me imagino que debe ser parecida a la de ustedes. —Desde luego que no, cualquiera no se puede convertir en hombre-jaguar, para ello tiene que tener que ser descendiente de los dioses, un simple humano no es bendecido y si de pronto sobrevive a una mordida o algo, no aguantará la transformación. —Por favor, chamán, déjanos ir, te daré lo que quieras, coloca la suma, ya perdí, por favor, déjanos ir, te juro que te daré lo que acordemos. —Eso hubiera sido una propuesta que no rechazaría, de no ser por todos mis soldados que perdí a causa de los tuyos. Eso no se va a poder, pues yo manejo la ley del ojo por ojo y diente por colmillo, me divertiré al escuchar los aullidos de dolor de su padre, cuando descubra tus restos colgados en el parque central como hacían los conquistadores, por eso es que ahora les ordeno a mis muchachos que ¡ataquen!, ¡acábenlos muchachos! Un grupo de jaguares se lanzó con sus garras listas para tajarlos en pedazos. Alberto, como única opción, arrojo a su amada a un rincón para defenderse de sus atacantes, embistiéndolos y mordiéndoles las gargantas, tratando de acabarlos de un solo golpe, pero lo superaban en número, provocándole más heridas. —Es cierto que eres el futuro alfa, por eso eres tan fuerte, no me queda otra opción que intervenir en la pelea, no me puedo quedar viendo, alguno de esos lobos pulgosos, lleguen a auxiliarlos ―. Ronroneó el gran jaguar, lanzándose contra Alberto rasgándole el lomo y lanzándolo contra una pared donde los demás jaguares le enterraron los colmillos y las garras, al tiempo que Mariana gritaba desconsolada al ver como su amado era masacrado. Ella no aguantó y se le abalanzó sobre el lomo del chamán tratando de asfixiarlo y este, como un toro de rodeo, se sacudió buscando tumbarla para cercenarla. —Condenada muchachita, prometo que voy a devorarte y disfrutaré cada bocado —. Declarando esto, el chamán dio un giro quedando encima de Mariana. Al sentir el peso del enorme animal y el golpe contra el suelo, libero sus manos, quedando a merced de su oponente, quien alisto las garras y sacando su lengua mojando sus labios, preparándose para devorarla.
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