SHEILA —¿Dónde estamos? Tengo que ir a buscar a mi novia. —Mejor deberías preocuparte por ti, Alberto, fuimos capturados. —¿Sheila, qué sucedió? Tan solo recuerdo que nos perseguían unos jaguares. Estábamos buscando una flor para preparar la pócima de conversión. —Alberto, es complicado, esos bichos te mataron, pero el anciano Sancho, con un ritual, te resucitó. ¿No recuerdas? —Me duele la cabeza al tratar de recordar algo, pero estoy lleno de angustia por mi Mariana, de mi corazón, la mujer más bella que he olido en toda la faz de la tierra. ¿Sabes qué pasó con ella? —Eres el típico enamorado, mejor deberías preguntar por qué estamos atados en estas camillas, en este salón que no parece un hospital. Yo estoy aterrada con esta fragancia de anestesia. —Tienes razón, no había sentido,