El gran alfa. —Asqueroso ente—, Luisa confrontó al extraño hombre con traje n***o. —No entiendo ¿cómo es posible que revivieras? Estoy segura de que te mate en el océano pacífico. —Por supuesto, de esa manera lo hiciste—, el hombre habló con voz ronca y le enseñó los dedos que se asimilaban a tentáculos de pulpo. —Me asesinaste, y por eso me enviaron de vuelta al infierno. Debido a que soy un demonio, ¿a dónde suponías que me enviarían a Guantánamo? Y volví a salir, pues ya conozco la salida. —Ya entiendo lo que sucedió, me confundí; tenía que matar al humano y convertirte en crustáceo—, Luisa empuñó la espada, pero el sudor del cansancio la delataba que no podría luchar por mucho tiempo. —Ese señor me sirvió mucho hasta el día de hoy—, el demonio sonrió, estirando la boca a tal punto