—¡Prefiero tenerte a ti como acompañanta, queridísima Amalita! Y ahora, vamos a conocer al Marqués. ¿Estoy bien? Su hermana estaba preciosa, pensó Amalita. Había seleccionado para Carolyn un vestido azul, del color exacto de sus ojos. Completaba su atuendo un pequeño sombrero que formaba una aureola alrededor de su cabeza y estaba adornado con no-me-olvides. Si el Marqués no se sentía impresionado por Carolyn, pensó Amalita, debía estar ciego. Ella misma llevaba puesto uno de los vestidos blanco y n***o de su madre y un sombrero adornado con plumas blancas. Había recogido su cabello oscuro detrás de las orejas y llevaba los pendientes de su madre, de perlas y diamantes. Estaba tan decidida a parecer mayor, que no comprendió que también estaba preciosa. Se sintió tan conturbada al l